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JOSE CARLOS DIEZ
Velilla del Río Carrión
Jueves, 28 de octubre 2021, 21:38
El tiempo acompañaba y varios vecinos del barrio de Las Cortes tomaron algo delante de sus casas y de la torre de refrigeración de la Térmica antes de la hora que todos tenían grabada: las cuatro de la tarde. Después, comieron pronto y rápido para abandonar sus hogares durante unas horas, desde las tres de la tarde, que fueron desalojados al estar sus viviendas en el radio de exclusión.
Algunos aprovechaban para recoger el tendedero, otros para recolocar las sillas de jardín que tenían delante de la fachada. «¿Me moverá la explosión las sillas y las mesas?», preguntaba uno de ellos, mientras añadía, con sorna, «mañana tendremos que sacar la manguera y limpiar las fachadas por el polvo».
Algún vecino de la zona, en cambio, prefirió quedarse en su propia casa, y permanecer todo ese tiempo sin salir de la misma y sin poder ver nada.
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El Ayuntamiento propuso a los habitantes de esta zona acudir al hogar del Pensionista, donde les ofreció un refrigerio durante el tiempo que estuviesen fuera de sus casas, con pastas para el café y bocadillos. Hasta que no desapareció la torre del horizonte, ningún vecino hizo acto de presencia, puesto que no querían perderse el histórico momento que iba a cambiar y ha cambiado el perfil de la localidad. Y eso que el hogar abrió más pronto de lo normal, por si alguien se quería pasar antes de la explosión.
Uno de los casos fue el de Manuel de Prado y Puri Cañibano que, aunque viven al otro lado del río, también se encontraban dentro del área de exclusión. «La verdad es que el protocolo ha funcionado muy bien, han venido a ver las casas, nos han hecho fotos a todo por si la explosión nos afectaba y, además, nos han dado consejos para que nuestras casas no sufrieran daños», explicaba De Prado, que añadió «nos dijeron que cerrásemos todas las ventanas y persianas y que dejásemos una abierta para evitar daños por la posible onda expansiva».
«Para mí ha desaparecido una parte de mi historia, porque estuve trabajando como sanitario en el equipo que estuvo desplazado en la Térmica durante los tres meses que duró la construcción. Dormíamos allí, porque no se paró de verter hormigón y se trabajaba las veinticuatro horas», explicaba este sanitario jubilado, que aseguraba también «lo que más pena me da es que se cierre una época y no haya nada nuevo. Cuando se tira una casa vieja, lo importante es que se haga una nueva. Aquí lo importante sería que se hiciera algo próspero para el pueblo».
También fueron, tras la explosión, José Ramón y Marta Díaz, vecinos de la calle Las Cortes. «Para nosotros va a ser muy raro volver a casa, porque yo lo he visto toda la vida», explicaba la joven Marta, mientras que José Ramón aseguraba «yo veía crecer la torre día a día, cuando íbamos a la mina a trabajar».
«Espero que se dejen las naves para los autónomos del pueblo y que se respete el poblado, que son viviendas y pueden atraer gente», explicaba este minero jubilado.
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