Máquina para diálisis. El Norte

Raquel Rodrigo. En diálisis desde hace 12 años

«Si dejo la diálisis, en cuatro días estoy en el cementerio»

Raquel tiene una patología que hace inviable un trasplante y necesita la diálisis tres días a la semana

Almudena Álvarez

Palencia

Lunes, 1 de mayo 2023, 00:42

Cuando un enfermo renal necesita diálisis no hay elección. «O lo tomas o lo tomas», afirma Raquel Rodrigo que en agosto cumplirá 12 años enchufada a una máquina tres días a la semana cuatro horas al día y pone rostro a los enfermos renales que ... no son aptos para trasplante. «Si hoy dejo de ir a diálisis, sé que dentro de cuatro días voy a estar en el cementerio», continúa esta palentina de 74 años que no se cansa de luchar para seguir viva. «Estoy muy contenta. No tengo riñones y estoy viviendo. Vivo gracias a una máquina», afirma. Cuenta que su enfermedad renal tiene origen en una artritis reumática y que su patología hace inviable el trasplante, así que se ha resignado a vivir pegada a una máquina tres días a la semana. Esos días su rutina comienza a las 7:30 de la mañana. A esa hora la recoge la ambulancia que la lleva al hospital todos los lunes, miércoles y viernes, y que con suerte la devolverá a casa a la una, a las dos o las tres de la tarde, depende de cómo se dé el día, que también los hay malos, relata.

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Durante la diálisis aprovecha para leer, escuchar la radio o charlar con los compañeros porque todos hablan el mismo idioma y comparten las mismas preocupaciones. «Son fabulosos y unos supervivientes», asegura. La conversación anima horas de tratamiento «en las que no te puede mover, ni siquiera para hacer punto o ganchillo», explica. «Tampoco es fácil ir de vacaciones en esta situación, y si vas tienes que ir a sitios donde puedas continuar con la diálisis», añade. Y aunque parezca algo trivial, asegura que lo que peor llevan los pacientes en diálisis es no poder beber agua cuando tienes sed. «Ni agua ni líquidos. Lo justo para tomar la medicación, la leche del desayuno y en caso de comer sopa, con tenedor», resume. A pesar de todo, Raquel asegura que lleva una vida normal y da gracias cada día por seguir viva y porque exista una máquina que lo haga posible.

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