«Hay muchos conventos en los pueblos y las actividades son la forma de verse»

Una a una fueron subiendo al escenario, ayudadas por los auxiliares de eventos de la Fundación San Cebrián, que esperaban en el lateral, al lado de las escaleras, para tender una mano a toda aquella que lo necesitase. Cada una de las once homenajeadas recibió un diploma con su nombre y un enorme ramo de flores acompañado con un lazo, que sostenían con dificultad para la fotografía oficial. Algunas de ellas llevan diez años como voluntarias, otras quince y había quien superaba las tres décadas. Desde abrir la puerta del centro hasta recordar las actividades a los vecinos para que se acuerden de apuntarse o de acercarse el día que se vayan a llevar a cabo.

Puede ser gimnasia, charlas de salud, talleres de cine, de memoria o trabajos manuales. Cada una de las actividades es una excusa para vestirse, para salir de casa, para charlar con los vecinos y estar acompañada. «Nos gustarían más cosas, más actividades, para estar más preparadas en el mundo en el que vivimos», afirmó este lunes Milagros Gómez Martín, del Ceas de Aguilar de Campoo, que también solicitó «que se extienda más el presupuesto».

Por su parte, María del Carmen Adrián García, del Ceas Baltanás-Torquemada, reconocía sentir «mucho orgullo de ser mujer y del reconocimiento». Lleva diez años siendo uno de los motores de Antigüedad, pegando carteles, abriendo la puerta o llegando la primera para poner la calefacción del centro en invierno. «Me gustan las actividades y, además de animar a que la gente se apunte, yo participo en todas», afirmó.

«Hay muchos conventos en los pueblos y esta es la manera de verse, sino la gente no se relacionaría hasta que volvieran a verse en misa. Tenemos unos locales preciosos que nos cede el ayuntamiento y con gente muy preparada, que siempre está dispuesta a ayudarnos», añadió María del Carmen.

Una a una recibieron el calor y el respeto del numeroso público, mayoritariamente mujeres. Las homenajeadas también subrayaron su labor de difusión porque «no todos tienen whatsapp y muchos de ellos salen a la calle sin gafas», así que tampoco pueden leer los carteles que anuncian actividades en el pueblo.

Todas coincidieron, vestiendo sus mejores trajes y cvasi recién salidas de la peluquería, en que lo que sienten después de tantos años ayudando a los vecinos es «satisfacción» porque les gusta estar «metidas en líos» y estar pendientes de todo lo que pasa en su pueblo.

Tras la celebración y los aplausos, cuando los focos se apagaron y también la pantalla, llegó el momento del dulce al otro lado del pabellón, llegó el momento del chocolate con bizcochos, que se ofreció, a través de la Fundación Valorados, del Grupo San Cebrián, a todos los asistentes. Y como se trataba de una fiesta, también hubo música a cargo del grupo Dimensión Vocal. Un día completo para celebrar que son mujeres rurales.

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