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La agricultora y apicultora Ana Olmo, sobre su tractor. El Norte
De la consultoría en la capital al negocio agrícola en el mundo rural

Palencia

De la consultoría en la capital al negocio agrícola en el mundo rural

La agricultora y apicultora Ana Olmo abandonó su trabajo de oficina para dedicarse por completo al campo en la localidad de Collazos de Boedo

Carmen Aguado

Palencia

Lunes, 1 de julio 2024, 07:13

Mujer, joven y rural. Así podría definirse Ana Olmo (Palencia, 1990), quien dejó su trabajo en una consultoría medioambiental de la capital palentina para dedicarse por completo al campo y a dos de sus grandes pasiones, la agricultura y la apicultura. Ahora, estas son sus actividades profesionales principales y a las que se dedica al completo.

Un trabajo que lleva de forma única y que se extiende tanto en secano como regadío en la localidad palentina de Collazos de Boedo. Lo cierto es que, no es la primera de la familia que se dedica a ello ya que su madre fue antes que ella agricultora, aunque tuvo que adelantar su jubilación por una lesión física que le impedía poder seguir trabajando en el campo.

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Este fue el motivo por el que la joven decidió dejar, primero de forma parcial, su puesto para compatibilizarlo con las labores agrícolas. Después terminó por abandonar por completo el trabajo de oficina y centrarse en esta nueva actividad a la que sigue dedicándose aún en la actualidad, habiendo sido además madre recientemente.

Durante este tiempo, Ana Olmo, Ingeniera Forestal, ha ganado experiencia y además no ha dejado de formarse, ya que es un ámbito, explica, que necesita un continuo reciclaje. Aunque no se ha sentido discriminada, la joven sí que reconoce que hay momentos en los que el hombre sigue siendo el referente en el ámbito rural.

«Hay que cambiar el chip en ese sentido. La gente todavía se sorprende al ver que la mujer es la responsable de una explotación. Aún siguen preguntando que dónde está el jefe, a lo que les contesto que la jefa soy yo», señala la palentina, quien lleva dedicada en exclusiva a la agricultura desde noviembre del año 2020.

Actualmente suma setenta y cinco colmenas que producen más de 2.000 kilos de miel cada año

De su dedicación, afirma, nunca pensó que fuera a ser su profesión, aunque siempre le ha gustado y ha ayudado en casa cuando se ha requerido. «No es lo mismo venir a echar un cable que dedicarse exclusivamente a ello. No empezaba de cero y es una profesión en la que hay que invertir mucho dinero, sobre todo al principio. Cada año es una aventura», sostiene.

Olmo cultiva en secano cereal, trigo y avena, y en regadío, patata, alubia, frejol, cebolla y girasol. Además, a ello hay que añadirle el oficio de apicultora, a lo que también se dedica como tradición familiar, ya que fue su abuela la primera en hacerlo. «Empezamos mi padre y yo con un par de colmenas de mi abuela y así me fui enganchando», destaca.

Ampliación de colmenas

«He hecho una nave para las abejas, lo tengo todo junto. Tanto las colmenas como la sala de extracción y de envasado. Antes teníamos una cosa en cada lado. Estoy ampliando y haciendo cursos en el colmenar de Collazos», resume Olmo, que en la actualidad suma setenta y cinco colmenas en total que producen más de dos mil kilos anualmente.

La venta que hacen de este producto es directa, en casa, ya que muchos de sus clientes conocen a la familia desde hace años y es la forma en la que tienen de dar salida a este producto. También cuentan con página web y tienda 'on-line', pero este canal es mucho más reducido que el directo. «En Navidad, Semana Santa o verano es cuando más vienen a por ello», recalca.

Esta es la parte de negocio que más está desarrollando la joven y a lo que está dedicando mayor tiempo. De hecho, forma parte de la Asociación de Apicultores del Norte de Palencia (APINORPA), entidad en la que se desarrollan formaciones, talleres e imparten todo tipo de información a quien así lo requiere.

Una actividad que la apicultora considera que se ha ido profesionalizándose en los últimos años ya que es necesario seguir estudiando. «La apicultura es una aventura y cada año es diferente. De hecho, hay un tratamiento que un año te funciona, pero al siguiente ya no y no hay veterinario que te digan de qué se mueren las abejas. Este es un mundo complicado y la formación es lo primero», concluye.

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