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Marian y Pancho, detrás de la barra del bar. Manuel Brágimo
El cierre del Pancho deja huérfano el Seminario de Palencia

El cierre del Pancho deja huérfano el Seminario de Palencia

Abrió en 1984 para las fiestas de San Antolín y se ha convertido en estos 38 años en un bar ineludible para varias generaciones

Lunes, 24 de octubre 2022, 00:19

Llegó a Palencia por casualidad. Nacido en Burgos y criado en Valladolid, se fue a correr los sanfermines en julio de 1974 y allí, «con Juanito y Leo», se comprometió a trasladarse a la capital palentina un par de semanas para trabajar de pinchadiscos en la nueva discoteca que iba a abrir: Orfeo. Los catorce días iniciales se transformaron en diez años maravillosos de trabajo en la noche, con dos sesiones al día (tarde y noche) y hasta sesión matutina los domingos, que también se llenaba. «Hemos llegado a meter ahí a casi 300 personas», rememora 'Pancho' con nostalgia y con muy buena memoria. Los dos primeros años vivió en hoteles y comió en restaurantes o bares a diario, porque su paso por la ciudad era transitorio, pero posteriormente se asentó en un piso. Así comenzó una historia laboral que hace poco ha llegado a su fin.

El bar Pancho cerraba sus puertas hace unas semanas, después de 38 años en la plaza del Seminario de la capital, después de haber sido bastión de la noche palentina durante décadas y de formar parte de los recuerdos y de las historias de cientos y cientos de clientes. «Claro que me va a dar pena, mucha me da. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo», reconoce 'Pancho', que en realidad se llama Juan Ignacio Rebolledo, aunque todo el mundo le conoce como 'Pancho'.

Después de diez años trabajando en Orfeo, decidió montar su propio negocio, un poco alejado del lugar donde se ubicaba la discoteca y buscando un perfil de clientes «un poco más mayores». Así, hace 38 años, cuando su amigo Fernando Salvador estaba construyendo toda esa zona, compró el local en la plaza del Seminario y cuando aún no había ningún otro negocio allí, se decidió a abrir su bar (un par de años después comenzarían a aflorar otros a su alrededor).

Lo hizo junto con su esposa, María Antonia Andrés, 'Marian', y por todo lo alto, en plenas fiestas de San Antolín. El 31 de agosto de 1984 comenzaba la aventura del bar Pancho, aunque en realidad él nunca le puso nombre. La idea inicial era ofrecer también cafés y huevos fritos, ya tenían todo el material comprado y aún embalado por las prisas para comenzar en las ferias, pero viendo el éxito que tuvieron en los sanantolines de público, ya nunca lo montaron. «Dijimos 'para qué', si así nos va muy bien», afirma Pancho. Y les fue muy bien durante las casi cuatro décadas que han sido un referente del ocio nocturno en la ciudad.

El local comenzó simulando un vagón de tren con bancos de madera enfrente de la barra. «Recuerdo que venían los jugadores de baloncesto y todos dejaban las piernas hacia fuera porque no cabían», rememora Marian. Dos deportes han primado en el bar, el baloncesto y el rugby.

Sabonis, el juez Baltasar Garzón y el periodista Carlos Herrera han pasado por este mítico local de la capital

La unión del bar con el deporte de la canasta se remonta a la llegada de Pancho a Palencia, ya que pronto se hizo amigo de Gonzalo Ibáñez, presidente del Palencia Baloncesto y jefe de Urgencias del Río Carrión. Juntos iban a ver los partidos del Real Madrid –de fútbol– a la capital de España o donde jugasen. Esta amistad, que se ha mantenido a lo largo de los años, ha fomentado que la plantilla y los directivos del club palentino visitasen con asiduidad el local de la plaza del Seminario.

El bar solo se ha sometido a una reforma en estos 38 años, para deshacerse de los bancos de madera y crear un ambiente en tonos naranjas y negros junto con acero brillante. 350 bolas de cristal de nieve de distintos países del mundo o ciudades españolas decoraban el local, que con tanto mimo ha cuidado siempre Marian. «Todo comenzó porque un cliente nos trajo una bola tras las vacaciones. Y así se fue convirtiendo en tradición y muchos lo hacían sin decirles nada», explica Pancho.

Marian recibe un ramo de flores en la fiesta de despedida del establecimiento. M. Brágimo

Junto con las bolas destaca detrás de la barra una figura dorada alada, que no es otra que la Victoria de Samotracia. «Nos la regaló el club de rugby cuando ganaron su primer trofeo en 1993», señala Marian con orgullo, ya que les han ayudado varias temporadas con el material deportivo y celebraban allí sus triunfos.

El pívot lituano Arvydas Sabonis ha visitado el bar Pancho, también el periodista Carlos Herrera y el juez Baltasar Garzón, que acudió con la política palentina Celinda Sánchez. Otros famosos, como el torero Ortega Cano, no acudió nunca al local de la plaza del Seminario, aunque Pancho le conoció en Palencia porque vivió aquí unos años, antes de hacerse famoso. «Era muy tímido, trabajaba de camarero en la Bodeguilla de Quintanilla», recuerda Pancho, que ha conocido la noche palentina y a todos los que la disfrutaban desde los años 70.

Pancho se jubiló en 2012 y continuó Marian, junto con el apoyo tras la barra de Aitor, con el bar, un punto de encuentro de distintas generaciones. Su cierre deja un vacío en el Seminario y en la ciudad, aunque el negocio que tan bien ha funcionado estos 38 años volverá a abrir con otros dueños.

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