«Ha primado atender a las personas», señaló ayer la directora de Cáritas Palencia, Gloria Alonso. Por este motivo, el albergue de Transeúntes de Cáritas Diocesana, con una capacidad de 30 camas, tiene actualmente a 25 personas, aunque las recomendaciones sanitarias sean cubrir solo ... una tercera parte de las plazas. «Han cerrado centros de la provincia, como Aguilar, Carrión, Saldaña y creo que también el de Cervera, además de los de otras ciudades limítrofes. Entonces hemos tenido un flujo constante de personas. Ha sido un fin de semana muy difícil, sin podernos casi comunicar con los Servicios Sociales», reconoce. El mismo sábado llegaron ocho personas y el lunes por la mañana, antes de que se cerrase finalmente el acceso, otras cuatro.
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«Las personas que están, se van a quedar aquí en situación de contención, hasta que mejore todo esto y se levante el estado de alarma. Pero ya no podemos acoger a nadie más. Nos es imposible», afirma la directora de Cáritas Palencia.
«Es una preocupación constante por los usuarios y también por los trabajadores. Aquí no tenemos personal sanitario. Ni siquiera teníamos mascarillas. Las Hijas de la Caridad se recorrieron todas las farmacias de Palencia y, al final, lograron conseguir unas 30. La verdad es que estamos viviendo esto con muy pocas directrices y mucha incertidumbre», reconoce Alonso.
Consejos y recomendaciones
La situación que está viviendo el albergue de Transeúntes de Cáritas Diocesana es excepcional, como está ocurriendo en todos los sitios. Ahora tienen la necesidad de tener confinados a los usuarios, que están tan acostumbrados a la calle y a no tener horarios ni restricciones. «Tenemos que tener mucha creatividad para entretenerles. Hemos habilitado espacios, para que organicen por grupos. Y así juegan al parchís, ven la televisión... Intentamos que hagan actividades para que se distraigan», explica.
Además de no permitir a más personas dormir en el albergue, también se ha cerrado el comedor al público, para que no entre nadie de fuera. «Hemos tenido que hacerlo por seguridad, y también las duchas», reconoce, con pesadumbre. Además, se han suspendido los cursos de empleo, se ha suprimido la entrega de ropa y también se ha cerrado el ropero.
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En estos momentos tan delicados, solo trabajan en el albergue los profesionales –seis más dos del programa de empleo– y las Hijas de la Caridad. «A los voluntarios les hemos dicho que no vengan, muchos de esos son mayores y desde penitenciaría se han suspendido los servicios a la comunidad», explicó.
Gloria Alonso reconoció ayer que tiene dos temores en mente. Es primero es «qué estará pasando con las personas que están en situación irregular, con miedo a que las detengan y sin tener recursos, porque tenemos una población sin nombre que ahí está», incidió. El segundo no es otro que el qué pasará cuando se venza a la pandemia del coronavirus. «Cuando se supere esta crisis sanitaria, vamos a estar en un pico aún peor que la anterior crisis, la del año 2008. Ahí sí que vamos a tener que prepararnos para lo que nos viene después», concluye.
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