Las asociaciones de vecinos entran en 2023 con problemas de relevo y reclaman participación

Rodríguez, que lleva más de 30 años metida en el movimiento vecinal, nueve de ellos como presidenta de la Asociación de Vecinos de Pan y Guindas, se queja de la escasa participación ciudadana en el tejido asociativo de la ciudad y de la falta de respaldo social. Ella decidió encabezar la Federación de vecinos tras la pandemia, en mayo de 2021, con la intención de recuperar el peso del movimiento vecinal y mejorar la relación de las asociaciones con el Ayuntamiento. Más de dos años después le fallan las fuerzas al comprobar que el movimiento vecinal sigue adelgazando y que la federación, lejos de conseguir sumar esfuerzos y hacerse más grande, ve cómo sigue habiendo asociaciones en riesgo. Las últimas, la de San Juanillo y Campo de la Juventud, que se las ven y las desean para evitar su disolución, como ocurrió antes con las asociaciones de San Antonio y El Carmen.

«Está fallando la participación directa de los vecinos», afirma José Manuel Ruiz, que lleva 34 años en la junta directiva de la Asociación de Vecinos de San Juanillo.

Precisamente, el pasado 30 de diciembre se cerró el plazo para elegir nueva junta directiva sin que nadie llamara a la puerta y hace unos días se lanzó un llamamiento desesperado en busca de nuevas manos para evitar la disolución de la asociación. «Hemos querido dar la voz de alarma para llamar la atención sobre la situación y ver cómo respondían los vecinos», explica José Manuel Ruiz, actualmente secretario y tesorero en funciones.

Y sí, la gente ha mostrado su preocupación ante la posible desaparición de la asociación, pero nadie ha dado un paso adelante. Así las cosas, con una junta directiva que sobrepasa los 65 años de media y con unos miembros que llevan más de 30 y hasta 40 años implicados, consideran que el relevo no se puede dilatar más. Pero si no llega, aseguran que harán todo lo posible y tratarán de seguir trabajando para que la asociación no desaparezca. «Yo había decidido dejarlo, pero aceptaría continuar si no hay gente», señala Ruiz, que, a la espera de lo que decidan el resto, insiste en que lo ideal sería que entraran personas nuevas, aunque fuera como vocales para ir conociendo el funcionamiento de la asociación y llegado el momento tomar el testigo.

El ultimátum lo dieron el jueves tras una reunión en la que expusieron la situación y decidieron formar un equipo de trabajo entre las personas que actualmente ostentan cargos directivos y algunas nuevas incorporaciones para dar continuidad a la lucha y el trabajo que durante décadas se ha hecho desde esta asociación por el barrio de San Juanillo y sus vecinos. Pero será en una asamblea convocada para el próximo 27 de enero a las 20 horas en el centro social Jesús Paredes cuando quieren presentar los nombres de las personas comprometidas a formar parte de la nueva junta directiva para su posterior ratificación.

Mientras San Juanillo camina sobre la cuerda floja, otra asociación, la del Campo de la Juventud ve peligrar su continuidad. Su presidenta, María Ángeles López, ha dado también un ultimátum y hecho un llamamiento a todos los vecinos del barrio para animarse a asociarse y tomar el relevo en la junta directiva que tiene previsto dimitir en bloque, lo que ya dejaría en el aire la organización de las fiestas de Carnaval. «Necesitamos gente para que la asociación siga adelante», afirma la presidenta del colectivo.

15.000 habitantes

En los últimos años están comprobando que el relevo no es fácil, a pesar de que el barrio del Campo de la Juventud es uno de los más grandes de la ciudad, con unos 15.000 vecinos, y mucha gente joven. A esos jóvenes se dirige la presidenta, que solo ve esperanza en la llegada de nuevos socios porque las asambleas celebradas hasta ahora con el tejido actual del colectivo han dejado claro que con los que están no sirve. «Necesitamos que venga gente nueva y pedimos ayuda a todos los vecinos del barrio para que se impliquen», insiste la presidenta, que lleva 26 años tirando del carro, y no sin cierto pesimismo advierte que si nadie da un paso al frente, se dejarán de organizar muchas actividades y las reivindicaciones vecinales perderán fuerza.

«Es necesario que existan las asociaciones de vecinos porque los vecinos seguimos existiendo, las necesidades siguen ahí y alguien tiene que ser el portavoz de las necesidades de los barrios», sostiene Milagros Mancho, que el pasado mes de julio asumió la presidencia de la Asociación de Vecinos de la Avenida Madrid, en la que ya participaba como vocal, demostrando que no todo está perdido. Personalmente reconoce que ha vivido el movimiento vecinal desde que era pequeña y que le gustaba la forma en que estaba trabajando, el equipo que había y lo que les movía. Por eso decidió dar el paso. Por eso y porque es consciente de que siempre es más fácil que las administraciones escuchen a una asociación que a un particular. «Somos el puente entre los vecinos y la administración», afirma, mientras reconoce que, aunque ellos sigan rodando, se echa en falta el respaldo social para que las asociaciones sigan funcionando. «Nos estamos haciendo un poco cómodos. Creemos que las personas que están trabajando van durar siempre y eso no puede ser», señala, porque lo ideal es que los equipos se vayan renovando y se vayan incluyendo personas nuevas con otras ideas y formas de ver las cosas.

Pero lo cierto es que, mientras ven subir la participación en las actividades que organizan, siguen teniendo dificultades para encontrar gente nueva que entre en la junta directiva, reconoce Mancho. Y por eso, su objetivo es reforzar la asociación y encontrar a personas que les tomen el relevo, lograr que haya una participación más activa de los vecinos en las asociaciones porque se necesita mucho tiempo, dedicación y trabajo y a veces las manos se quedan escasas.

Además, las asociaciones necesitan gente joven, con ideas nuevas y que potencie el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales como canal de comunicación con los vecinos, especialmente con los más jóvenes.

Los efectos de la pandemia

Es verdad que el movimiento vecinal ha sufrido mucho con la pandemia, que ha marcado un antes y un después y ha sido la puntilla en una dolencia que ya venía de antes, pero todos comparten una férrea defensa de la existencia de las asociaciones de vecinos, porque «las necesidades de los barrios siguen siendo muchas» y son los que mejor conocen sus barrios, lo que las convierte en el canal más fluido para intermediar con el Ayuntamiento de Palencia.

Precisamente se quejan de que el Ayuntamiento de Palencia acostumbre a tomar decisiones importantes para los barrios sin contar con ellos, que muchas veces se enteran de los proyectos cuando ya están aprobados. Una falta de escucha que alimenta el desánimo y que pone cada vez más difícil el día a día a las asociaciones que no dejan de trasladar las mismas quejas de los vecinos, generalmente relativas a la limpieza, la mejora de acerados, asfaltados, jardines y parques, la accesibilidad o la iluminación.

A pesar de las dificultades el movimiento vecinal reivindica su necesaria existencia y ruega a los vecinos que se sumen, que se comprometan y participen, «que vea las asociaciones de vecinos como un interlocutor válido y legítimo para hablar con el Ayuntamiento y que su actividad no se reduzca a organizar las fiestas del barrio.