Achuchones telemáticos y diarios desde el sofá
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Alfredo Calderón es uno de los hijos de usuarios de residencias que mitiga estos días con videollamadas la soledad de sus padres, Julia y Francisco, residentes en Venta de BañosSecciones
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Alfredo Calderón es uno de los hijos de usuarios de residencias que mitiga estos días con videollamadas la soledad de sus padres, Julia y Francisco, residentes en Venta de BañosBendito el día en el que Julia Abril empezó a echar sus primeras partidas al parchís o a las cartas con el teléfono móvil. A la par que jugaba contra la máquina, adquiría conocimientos de ese aparatito que ahora mismo, literalmente, le da la vida. ... Ahí puso la primera piedra para seguir conectada al mundo, por si este empezaba a poner zancadillas al ser humano. Y vaya si las ha puesto.
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Lo que aprendió en su día Julia, lo pone hoy en práctica con sus 85 años muy bien llevados desde la residencia Bañosalud de Venta de Baños. Pero más que desenvolverse con garantías con el móvil y dar algo de envía a sus compañeros, le sirve para mantener el contacto con su hijo, Alfredo Calderón, y sus dos nietos en estos momentos de confinamiento tan duros.
La soledad golpea, más si cabe, a los mayores, que, al igual que la sociedad, empieza a restar días para empezar a ver la luz al final del túnel. Es lo que hacen Julia y su marido Francisco en la residencia todos los días. Un día más, un día menos. Y mientras tanto, suena el móvil, el mejor momento del día. Al otro lado se encuentran Alfredo y sus dos hijos para saludar a la abuela y mandarle un achuchón telemático desde el mismo Venta de Baños.
A las tres generaciones les separan metros, pero el estado de alarma les ha recluido en casa y lo que antes eran visitas casi diarias a la residencia, ahora son sonrisas desde una pantalla de seis pulgadas. Pero no es lo mismo. «Hablamos todos los días. Ya sea por la mañana o por la tarde. Se nota la cercanía gracias a estas tecnologías, pero echo en falta verles presencialmente. Nos dábamos un achuchón y un beso y ahora eso no lo podemos hacer», lamenta Julia, que ya piensa en lo que hará una vez termine el confinamiento que les ha obligado estos últimos días a salir muy poco de las habitaciones. «Evidentemente les daré un apretón que no te puedes hacer a la idea, pero también tengo que ir a hacer unos papeles que tengo pendientes desde enero», continúa.
Y es que ese manual de buena abuela mezcla siempre el cariño con la responsabilidad de pensar en los demás, aunque en estos días eche de menos su casa, la que tuvo que abandonar hace menos de medio año para acompañar a su marido a la residencia. «No podía andar y si se venía solo, acabaría con una depresión. Decidimos venir los dos para que sea más llevadero», destaca Julia Abril, que saca tiempo hasta para bromear. «Un poco aburrida. No salimos a ningún lado y no nos podemos mover. Muchas veces bromeo y les digo que me voy a los caballitos o a la plaza. Evidentemente, encerrados no se pasa bien», lamenta esta usuaria de Bañosalud.
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Sus buenas habilidades con la tecnología facilita el día a día a Julia y Francisco, pero reconocen que ven a compañeros que no tienen la suerte de ellos. «Si no tiene un móvil, es más difícil. Aunque hay un fijo, son muchas personas las que lo utilizan. Siempre se quiere hablar con los seres queridos», describe la situación Julia, que pone en valor la labor de los trabajadores de la residencia. «Les aburrimos. Trabajan y nos tienen que atender. Uno tiene malhumor, otro dice que no lo hace, otro que se va... Es una situación complicada», prosigue.
Y es que la monotonía ha llegado a BañoSalud, una residencia sin contagios y que centra sus esfuerzos únicamente en sus usuarios. «Nuestros días se resumen en levantarse, vestirse, desayunar, hacer algo de gimnasia, hablar con el médico, comer, siesta, hacer algún pasatiempo y hasta que bajamos a cenar. Estamos aislados, aunque evidentemente es peor para los que no tienen a nadie aquí», subraya Julia, que no recuerda vivir un momento así en sus 85 años. «Viví el año del hambre, pero esto es peor. Con el hambre salíamos a buscarlo y comíamos. Pero aquí ¿dónde sales?», se pregunta.
Al otro lado del teléfono de Julia siempre está su hijo Alfredo, que muestra los mismos deseos que su madre. «Nosotros también queremos darle ese abrazo. Sé que pregunta mucho por los nietos y ya tenemos ganas de verla presencialmente. Se echa de menos el contacto directo. Una de las primeras cosas que haremos será ir con los nietos para que les dé un abrazo y un beso», resume Alfredo Calderón, que reconoce que son momentos «tristes» al no ver a su madre diariamente. «Afortunadamente tiene móvil dentro y se maneja bien con la tecnología. Hacemos videollamadas de 'whatsapp' diarias», continúa.
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Óscar Chamorro rodrigo parrado
Elena Martín López
Una crisis sanitaria que ha pillado por sorpresa a mayores y pequeños, por lo que agradece que su madre se defienda con las nuevas tecnologías. «Nunca piensas que pudiéramos vivir estos momentos de aislamiento y que el móvil sea tan necesario como ahora. Si no hubiéramos hecho ese trabajo antes, ahora no podríamos dar esas instrucciones», afirma Alfredo, que se muestra muy agradecido con la gestión de la crisis por parte de la residencia. «Hemos tenido suerte. Se hayan hecho las cosas bien desde dentro, incluso antes de las medidas que nos ha impuesto el Gobierno. Días antes del estado de alarma, ya había restricciones para entrar. Al principio nos sorprendió que se tomaran tantas precauciones. Ahora creo que por eso no hemos tenido ningún caso dentro. Donde mejor están es ahí dentro. A salvo del peligro de la calle», añade.
Y es que para Alfredo adelantarse al problema ha sido parte de la solución en Bañosalud. «Viendo cómo están evolucionando las cosas, ahora se entiende más. Vemos que sí ha sido serio y ahí está la diferencia con otras residencias en las que hay muchos casos. Los mayores son los más vulnerables y han hecho bien en confinar a la gente», concluye el hijo único de Julia y Francisco. Ahora es cuestión de ir quemando días para que ese achuchón telemático se convierta en realidad.
Un esfuerzo están haciendo las residencias de mayores para que el día a día de sus usuarios sea más llevadero. Es el caso de Bañosalud en Venta de Baños, gestionada por Senior Servicios Integrales. Sin contagios, las medidas de la dirección ha alcanzado al aislamiento de sus residentes. Prevenir antes que curar y lamentar.
De esta forma, la residencia se adelantó al coronavirus y empezó a restringir las visitas una semana antes del que el Gobierno decretara el estado de alarma. Ahora quieren ir más allá y todos los empleados han dado un paso adelante para que la atención de los residentes roce el detalle. Por este motivo, los trabajadores se van a hacer cargo de todos los residentes y, divididos por grupos, se creará la figura de responsable para atender las necesidades de los mayores.
Es decir, de esta forma, llegar a tareas desempeñadas antes por los familiares. Tanto en elementos materiales, como en emociones, evitando la soledad que puede generar el aislamiento en las habitaciones de las residencias. «Las personas mayores funcionan con rutinas y si se rompen, lo sufren. Intentamos que sea lo menos posible», apuntan desde la dirección de la residencia en Venta de Baños, que se ha adaptado a las nuevas normativas surgidas a raíz de la expansión del coronavirus. «Garantizamos la seguridad ante todo», concluyen.
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