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Estamos acostumbradas a dar un abrazo, a estar muy presente en sus vidas. Uno de los malestares del equipo es tener que llevar ahora a cabo este trabajo sin contacto», reconoce la palentina Verity Becerril, educadora social y pedagoga, que trabaja en un proyecto de mujeres maltratadas en Barcelona. La crisis sanitaria derivada del coronavirus ha puesto en jaque al mundo y ha paralizado todas las actividades y la mayoría de los trabajos. Y el residencial en el que Verity Becerril ofrece apoyo a familias –entiéndase por familia en este caso a mujeres y sus hijos– no es una excepción. «Está siendo difícil para las familias, pero lo están intentando. Están muy preocupadas, algunas están muy tocadas y hundidas a nivel psicológico», argumenta.
Coronavirus en Palencia
Y es que, desde que comenzó el estado de alarma, han tenido que reducir su trabajo a los servicios mínimos. «Estamos funcionando como si fuera un festivo, solo una persona por proyecto. Antes, por el día, solíamos estar dos la mayor parte del tiempo», explica.
A los dos proyectos que se refiere Verity Becerril es a los dos que se llevan a cabo, en la misma casa, pero en distintas plantas. Uno es el denominado de urgencia, que acoge a seis familias, que llegan en el momento de situación de crisis. Este acogimiento, reservado para violencia de género y para familias en situación de vulnerabilidad social, está pensado para que permanezcan dos o tres meses. «En ese tiempo hacemos acompañamiento emocional, que entiendan por qué están ahí, porque pueden haberlo decidido ellas mismas o a través de los Mossos. Nuestro trabajo es ayudarles a establecer las bases para comenzar un camino de mejora personal. La verdad es que en dos meses solo se empieza. También ayudar a conocer los cursos que existen, tramitar alguna ayuda concreta o simplemente mandar el burofax a la pareja para avisarle dónde está, porque si no, puede ser denunciada por abandono del hogar», explica Verity Becerril, que debe su nombre a la telenovela 'Poldark'.
El otro proyecto es de larga estancia y ahí las familias, doce en total, pueden estar entre un año y medio o dos. «Son tiempos muy cortos para todo lo que pensamos conseguir. Muchas veces llegan en situación muy vulnerable, desconocen el idioma o incluso llevan un año casi sin salir, solo a comprar o a recoger a los niños del colegio», argumenta. En este proyecto concreto, las familias se autogestionan mucho para prepararse para el futuro. «Se pone énfasis en la autogestión y el soporte que se dan entre la comunidad de vecinas, entre las propias familias, para que generen redes para cuando salgan. Al final, nosotras estamos un año y medio para sostener las bases, pero luego tienen que ser autónomas y tirar con la fuerza que no saben que tienen», argumenta Verity Becerril, que echa de menos el contacto directo con las familias.
«Los niños antes iban siempre corriendo a darte un abrazo y ahora directamente se quedan detrás de la puerta», explica. «Las madres están tirando por sus peques y cuando esto pase, tendremos que sostenerlas porque esto les va a pesar. Para algunas, este proyecto era una liberación y ahora vuelven a estar encerradas y eso les puede hacer conectar de nuevo con situaciones de su pasado», comenta.
En esta situación del estado de alarma también, Verity Becerril anuló sus recientes vacaciones de Semana Santa a Palencia para estar con su familia. Por este mismo motivo, han limitado sus servicios en los proyectos para que no tengan que utilizar los trabajadores el transporte público. «Hay compañeras que tienen que coger dos o tres metros. Otra cosa que hacemos al entrar en la casa es cambiarnos de ropa, además de ponernos mascarillas y guantes», señala.
De momento, no han tenido ningún positivo en los proyectos, ni en las familias ni en los trabajadores. «Tenemos la suerte de que aún no hay casos aquí porque los espacios son muy reducidos y no estamos pensados para estar aislados, sino para compartir e intercambiar. La verdad es que si pasa, será difícil de gestionar», afirma, ya que en la casa se comparten zonas comunes como cocina, salón o incluso baño entre más de una familia.
Verity utiliza el ordenador más que nunca, tanto para trabajar como para hablar con su familia. «En Palencia están todos bien, eso me tranquiliza bastante», reconoce. También se comunica con las familias de la casa por el ordenador, aunque no es lo mismo. «Ahora el acompañamiento de distintas áreas está parado, la orientación laboral, los recursos a nivel institucional, todo paralizado. Y a nivel terapéutico, pues no es lo mismo por teléfono que cara a cara, pero de momento tiene que ser así. Nosotros tenemos que seguir atendiendo a estas familias a nivel psicológico, educativo y emocional», destaca.
Otro problema añadido, al que se tienen que enfrentar ahora como consecuencia de la covid-19, es la escolarización de los niños. «Este es otro reto al que nos enfrentamos ahora porque en la casa solo tenemos un ordenador. Estamos buscando soluciones», concluye la palentina Verity Becerril, que también suele acompañar a las madres porque, en muchas ocasiones, su nivel cultural es muy bajo o no dominan el idioma.
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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