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Este mes de julio se cumplen 40 años de la publicación de 'Diamond Life', el fastuoso primer disco de Sade. En aquel verano de 1984 nos había volado la cabeza una desconocida cantante anglo-nigeriana con el video de 'Your love is king', antes de ... acabar sucumbiendo a su hechizo con 'Smooth Operator', el videoclip de cine negro dirigido por Julian Temple. El vinilo era una joya de 45 minutos repleta de magia, sensualidad y elegancia. Una mezcla deslumbrante de pop glamuroso, soul ochentero, funk, bossa nova, música africana, reggae, balada yanqui, un disco jazzy a contracorriente del tecnopop y la música con sintetizadores que copaban las listas de éxitos.
Un sonido preciosista y elegante, un ritmo sensual y pegadizo, un saxo majestuoso, una atmósfera de sofisticación, lujo y diamantes y una voz de terciopelo. ¿De dónde había salido aquella cantante de cabaret caro, aquella mujer hermosa y exótica de brillantes y enormes labios rojos? ¿Quién diantres era Sade? Supimos que escuchaba discos de Nina Simone y Astrud Gilberto, que había estudiado moda en la Facultad de Saint Martin y que, aunque ella pusiese el nombre y la imagen, detrás de Sade estaban otros tres músicos a los que no quiso abandonar cuando todas las discográficas se abalanzaron sobre ella para ficharla.
'Diamond Life' fue un auténtico bombazo. Vendió diez millones de copias, se convirtió en el álbum debut más vendido de la historia a cargo de una vocalista británica, estuvo 98 semanas en las listas y se llevó un Grammy. En pocos meses, Sade protagonizó portadas de revistas como Vogue, Cosmopolitan o Time y en aquellos años de hombreras y solos de saxo, Sade se convirtió en un auténtico icono, con sus chaquetillas de inspiración torera, su larga trenza y sus pendientes de aro dorados. Al año siguiente, siempre buscando el más dulce de los tabúes, presentó su segundo disco, 'Promise'. Para él grabó tres videoclips donde conoció al que se acabaría convirtiendo en su esposo, un fotógrafo español que participaba como asistente de dirección. Con el fin de escapar de la fama que tanto odiaba, se instaló en Madrid, se casó en un castillo y grabó su tercer disco, 'Stronger than pride', con el que aprendimos que el amor es más poderoso que el orgullo.
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Cuentan los que tuvieron la suerte de verla pasear por las calles de Madrid que era mucho más bella todavía al natural y que la luz proyectaba diamantes desde sus ojos. Por desgracia, el matrimonio no funcionó y ella acabó huyendo de Madrid. La princesa estaba triste y el fracaso sentimental le inspiró su cuarto disco, 'Love Deluxe', tal vez el más acabado, homogéneo y envolvente de Sade. «Te di todo el amor que tenía, te di más de lo que podía dar», así empezaba esta biblia del romanticismo en boca de la pantera negra más hermosa del mundo. Elegancia, dulzura, emoción, melancolía soul-jazzy, atmósfera aterciopelada, melodías sofisticadas, ritmos exóticos, voluptuosos arreglos y una voz sensual e hipnótica. La firma del divorcio, poco después, la dejó muy tocada. El resultado es que desapareció de la escena y se refugió en una casa de la campiña inglesa. Pasarían ocho años hasta la publicación de su quinto disco, 'Lovers rock' y luego diez años para el sexto, 'Soldier of love'. Desde entonces, nada. Seis discos en cuarenta años. Con el paso del tiempo el misterio Sade ha ido creciendo y el silencio ha amplificado su leyenda.
En 2018 nos regaló dos canciones para la banda sonora de sendas películas y en 2022 Brad Pitt, que había comprado los míticos estudios Miraval, anunció que la primera artista que había entrado a grabar era Sade. Cuando escuché hace 40 años 'Diamond Life' experimenté una epifanía. Desde entonces la he seguido como un penitente. Como un devoto de su religión. Y aquí seguimos, esperando nuevo disco y gira. A uno no le gustaría morirse sin verla cantar en directo.
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