En estas semanas de confinamiento, muerte y desolación económica hay varios sectores profesionales que están dándolo todo para que superemos esta crisis cuanto antes y en las mejores condiciones posibles. Uno de esos sectores es el de los medios de comunicación. Dentro de ellos, cientos ... de personas, sus periodistas, distribuidores, kiosqueros, técnicos de muchas áreas, comerciales y otros muchos especialistas, están cumpliendo con su deber en condiciones muy duras y complejas, inéditas hasta hace un par de semanas, sin las herramientas ni el clima laboral y relacional apropiados. Algunos además lo hacen en la calle por obligación, todos los días, como los fotógrafos o los cámaras de televisión o los repartidores y vendedores de prensa. Eso representa para ellos una dificultad añadida por su exposición a un posible contagio del Covid-19.
Todo ese engranaje humano y técnico sirve en cualquier democracia como la nuestra para que la opinión pública, o sea, otros miles de ciudadanos que, por ejemplo, deben cumplir con la función primordial de combatir la pandemia (los sanitarios) o bien deben respetar por obligación las consecuencias del confinamiento o sufrir medidas laborales dolorosas, muy a su pesar, dispongan de una información de calidad, veraz, actualizada y certera. Como consecuencia del estado de alarma, se considera un bien de primera necesidad esa información de calidad. Conviene recordarlo reiteradamente porque las administraciones no siempre son consecuentes con ello a la hora de facilitar la labor de los profesionales. De hecho, ayer se planteaba ya desde el Gobierno la posibilidad de limitar más los movimientos de la población sin descartar que la medida afectara también a los informadores.
Escribo estas líneas en defensa de la labor de muchos reporteros que, por desgracia, en Castilla y León no pueden reflejar la realidad tal y como ellos libremente la observan y desearían transmitir. También para llamar la atención de las administraciones públicas y sus responsables a la hora de poner un especial empeño en facilitar nuestra labor. No siempre es así. Un fotógrafo de prensa, un cámara, un reportero que quiera contar a la opinión pública lo que está pasando, representa en sí mismo la transparencia informativa como vacuna frente a bulos, mentiras y manipulaciones. Por tanto, cada vez que se limita o pone trabas a su acceso directo a la realidad, incluso por cuestiones sanitarias que en todo caso se pueden sortear y paliar en gran medida, se le está poniendo trabas a un derecho fundamental de la opinión pública, el de la información.
«Un fotógrafo de prensa, un cámara, un reportero que quiera contar a la opinión pública lo que está pasando, representa en sí mismo la transparencia informativa como vacuna frente a bulos, mentiras y manipulaciones»
Es comprensible que los departamentos de comunicación en instituciones y empresas se vean superados, nerviosos, temerosos de que la realidad, negativa en todos los órdenes y durante mucho tiempo, afecte sus legítimos intereses o incluso los de la sociedad a la que sirven y representan. Pero deben saber que si los que saben de sanidad son los sanitarios y de seguridad son lo cuerpos y fuerzas del Estado, de periodismo, transparencia e información sabemos aquellos que dedicamos todo el día, con pandemias o sin ellas, a contarle a la gente lo que le pasa a la gente. Por poner un botón de muestra, no parece razonable que en España todo el mundo conozca con detalle cómo es el hospital de campaña instalado en Ifema, en Madrid, gracias al trabajo de los periodistas, y no sea posible que los medios de comunicación de Valladolid podamos acceder para hacer lo mismo al que, bajo supervisión de la Junta de Castilla y León, se está levantando en el recinto ferial de Huerta del Rey. Ayer la Delegación Territorial de la Junta remitió varias imágenes tomadas en el interior no se sabe cuándo ni por quién, sin ningún criterio periodístico, transmitiendo por tanto que, en momentos como este, nuestros fotógrafos o cámaras sobran. Nosotros sobramos. Un despropósito.
Si nuestros dirigentes políticos se toman en serio la transparencia en la transmisión y detalle de los datos sobre la incidencia de la pandemia en nuestro territorio deben saber que tan necesarios como los datos y las estadísticas son las realidades personales o el escenario en el que se está librando este descomunal desafío. Por otro lado, no hay mejor modo de anular los peligros de las fake news, los bulos y las manipulaciones que dejando que el buen periodismo se despliegue en su mejor versión a través de los medios de comunicación profesionales. Así esa amenaza tan grave, la de la desinformación, quedará diluida.
Sepa que si usted, querido lector, no encuentra las imágenes, las respuestas, la información que esperaría de un medio como El Norte de Castilla y ante la mayor emergencia mundial desde la II Guerra Mundial, algunas veces será porque no podemos hacer nuestro trabajo como nos gustaría.
Periodismo contra el coronavirus
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