Secciones
Servicios
Destacamos
Todos los días intentan engañarme. Varias veces. Me llaman, haciéndose pasar por mi compañía de luz o de gas, para recordarme que tengo un gran descuento pendiente, que necesito actualizar mis datos, entiéndase proporcionárselos para convertirse en mi proveedor. También me informan a menudo de ... que tengo derecho a un móvil gratis. Completamente gratis, coste cero. No tiene que hacer nada, se lo enviamos a casa; únicamente firme el contrato digitalmente el contrato que acabamos de enviarle por SMS. Lo de los 12 o 24 meses que aumenta la permanencia ni se menciona. También me bajan el seguro, ese seguro que lo cubre todo, todo. Y, si me voy de una compañía de teléfono, enseguida me llaman para que me quede, le cobramos la mitad que antes. ¿Y por qué ayer me facturaban el doble? Y el banco me ofrece préstamos bicoca y la inmobiliaria no me advierte de los gastos que encarecen el piso en un 20 o 30%.
Noticias relacionadas
Si la gente normal –el carnicero, el pescadero, el panadero, el conductor de autobuses o el que te sirve cuarto de kilo de jamón york–, adoptara estas prácticas tan comunes, la vida se haría imposible. Si no podemos fiarnos de la palabra, de que la oferta no lleva tres folios de letra ilegible, la vida se convierte en un mercado persa, en carnaval de trileros. ¿Qué ha pasado para que empresas mil millonarias te quieran vender gato por liebre? Juraría que, en tiempos de mi padre o de mi abuelo, esas grandes firmas eran consideradas garantía de seriedad. Imagino que peco de inocente, pero de algún sitio tiene que venirme la idea de que, un día, hubo seriedad en los negocios. Les dejo, que me llaman para regalarme algo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.