Celebro tu vida maestro
«Era un placer leerte incluso para aquellos a los que los la fiesta nos dejaba indiferentes, con aquellas veladas críticas cuando la tarde había sido ruinosa»
Rosa Estévez
Miércoles, 17 de enero 2024, 19:13
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Rosa Estévez
Miércoles, 17 de enero 2024, 19:13
Maestro, me dicen que has muerto y yo, mientras digiero el dato, he decidido celebrar tu vida y no dejarme abatir por la tristeza. Has tenido una vida larga y plena como diría el poeta Cavafis. Luego, bendita vida. Qué suerte fue conocerte en ... aquellos tiempos en que ser periodista y trabajar en El Norte de Castilla era un sueño.
Aquellos años en los que el periódico se compraba en el quiosco, los pequeños negocios de la ciudad contrataban tantos anuncios que Fernando de la Torre, que entonces organizaba la paginación del diario, no nos daba espacio suficiente para todo lo que queríamos contar, y en los que la vida y el trabajo se entrelazaban en aquel subir y bajar las escaleras de Duque de la Victoria. La vida entonces nos parecía manejable todavía, y la información era una vocación de contar y explicar a los demás las cosas que ocurrían en nuestro entorno, y no un duelo entre zascas y propaganda. Cuando el conocimiento se almacenaba en el cerebro y no en el móvil, y los datos los buscábamos nosotros y no nos los enviaban en comunicados de prensa preparados por agencias de comunicación. Cuando el teletipo en papel se abría paso por el pasillo como un río de un belén navideño. Era el final de una época que tuvimos la suerte de disfrutar y durante la cual aprendimos todo lo que sabemos.
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Nos equivocábamos, claro, pero teníamos a maestros como tú o como a José Antonio Antón que nos enseñábais el valor de las palabras y los datos, el valor de la honestidad profesional y de la elegancia ética por encima del triunfo, el poder o el dinero, que en la década de los noventa comenzaban a abrirse paso a codazos y patadas en la espinillas. Tenías el verbo preciso, una fina ironía, amplio vocabulario y un gran sentido de la medida y del equilibrio. Y luego, tu sentido del humor. Así te recuerdo y así pensaré en ti.
-Lera, necesito un sinónimo de..., preguntábamos alzando la voz en la redacción, que no consigo ajustar el titular. A ver, respondías, con cuántas letras… y ahí se revelaba el sinónimo perdido.
Tu pasión eran los toros y tus crónicas taurinas eran un festín para el diccionario. Era un placer leerte incluso para aquellos a los que los la fiesta nos dejaba indiferentes. Con aquellas veladas críticas cuando la tarde había sido ruinosa. Siempre evitando el insulto y la descalificación. Maribel Rodicio y tu volvíais de la Feria De San Pedro Regalado muertos de frío, -las veleidades de mayo nunca dejaban prever si la meteorología ayudaría o no a lucirse a los toreros-, y todos en la redacción, ya en el Polígono de Argales, preguntábamos por el desenlace de la faena. Entonces teatralizando el gesto contestabas «fatal, fatal» para no defraudar a tus entusiastas seguidores de la redacción al tiempo que pedías a Paco, Kote o …. Que te diseñaran la página para ponerte a escribir. Cuanto hemos disfrutado contigo y con Maribel, cuando nos contabais los chismes de la jornada. Luego Ramón, Henar o Gabi, llegaban con sus fotos, siempre con prisa, para ofrecer su trabajo cuanto antes para acompañar la crónica y, si había suerte, abrir la primera página del periódico.
Cuántos cierres malos tuvimos. Cuántos pasodobles hemos bailado en los bares que llenábamos con el resto del «núcleo duro». Para el maestro, decíamos, un «ron con Coca Cola en vaso largo y con dos piedras de hielo». Uno, a lo sumo dos, y a tu hora te despedías y te ibas a casa dejándonos allí enfrascados entretejiendo amores y desamores entre baile y baile.
La última vez que nos vimos fue hace unos años en los que aprovechando una visita fugaz a la ciudad fui a verte. Hacía ya años que te habías jubilado pero seguías manteniéndote fiel a tus costumbres y tus tertulias. Estabas estupendo, tan coqueto como siempre. «No tomo ni una pastilla», me contaste orgulloso. No habías perdido ni un ápice de tu sentido del humor y ni de tu buen vivir. Así te veré siempre en mis recuerdos, esos que de ahora en adelante me ayudarán a celebrar tu vida y la suerte de haberte conocido. Un beso a Carmina y a tus hijos.
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