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El actor, Michael Caine.
El cazador y la presa
La Platería en llamas

El cazador y la presa

«Disfruto tanto de la condescendencia teatral como aborrezco la que advierto entre consejeros y concejales afanados en hacerse pajaritas con las listas de espera y las sentencias judiciales»

Rafa Vega

Valladolid

Miércoles, 11 de diciembre 2024, 06:56

Me fascina la interpretación de Laurence Olivier en aquella película de Joseph Leo Mankiewicz titulada 'La huella' –adaptación del soberbio texto teatral de Anthony Shaffer–, que un actor de mirada displicente y fino bigote de entreguerras como Sir Laurence sostuvo en la pantalla junto a ... un fresco y bendecido Michael Caine hasta el último diorama de la historia. Y aunque puede que el trabajo de Olivier encarnando a un altivo y juguetón autor de novelas detectivescas resultara tan convincente solo porque él y nadie más podía hacerlo con semejante maestría actoral –la misma que mantuvo inmortales durante su guardia a personajes como Enrique V, Ricardo III o el príncipe de Dinamarca–, tampoco debiéramos ignorar que la gracia y el peso en los diálogos de un papel tan sofisticado como el de Andrew Wyke, aquel clasista urdidor de crímenes perfectos zarandeado por los efectos de un agudo ataque de cuernos, reside en su indisimulada condescendencia; un hábito defensivo, o un arma difícil de manejar, según de mire, que en ocasiones se planta frente a nosotros, como un escudo, y en otras acecha con el ánimo de darnos caza.

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