Llevaba en sus venas la letra impresa porque, como él mismo decía con orgullo, era hijo de un periodista y poeta que volcó lo mejor de su oficio en el Valladolid de hace medio siglo; y, por si fuera poco, la familia vivía en el ... mismo edificio de El Norte de Castilla. Ángel María de Pablos ha sido, ante todo, un periodista vocacional y versátil, pero también un poeta reconocido y un hombre de vasta cultura, capaz de adornar las crónicas deportivas con comentarios sobre el paisaje y sus gentes, en modo alguno circunstanciales sino derivados de múltiples lecturas. Porque la trayectoria de Ángel María de Pablos, fallecido este miércoles a los 81 años, remite al periodista de oficio equipado con tal bagaje cultural, que daba poso a sus comentarios y los disponía sin trabas a la versatilidad.
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Nacido el 24 de noviembre de 1942 (festividad de San Juan, patrón de los poetas) en el corazón de su amada Valladolid, en el mismo Atrio de Santiago, Ángel María de Pablos era hijo del también periodista y poeta Ángel de Pablos Chapado, a quien Jacinto Altés fichó como redactor de El Norte de Castilla cuando él tenía dos años y terminaría dirigiéndolo entre 1967 y 1974.
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De su padre recibió la vocación por la escritura, especialmente por la poesía, que comenzó a frecuentar con apenas ocho años: «Ser periodista es una forma muy difícil de ser padre. El periodismo te absorbe, pero mi padre supo aprovechar con sus hijos todo el tiempo del que disponía. Recuerdo cuando me llevaba por el Campo Grande, y, entre atarme los zapatos, subirme el pantalón y limpiarme los mocos, me iba enseñando que la B con la A hacen BA, y que si unes sílabas y sílabas nace un verso, y si unes versos, un poema. Poco a poco me fue metiendo en el mundo de la poesía. Yo iba a hurgar en su despacho para coger sus poemas para luego recitarlos en el colegio», recordaba en 1984. En efecto, de su aptitud para la lírica fueron testigos los hermanos del Colegio Nuestra Señora de Lourdes, donde, siendo apenas un adolescente, consiguió un premio de recitación con 'La canción del emigrante', un poema de su padre. Los «baberos» del Lourdes también le inculcaron la pasión por el teatro, que le acompañaría toda su vida, así como la obsesión por escribir bien y hablar con claridad.
«Yo lo tenía muy fácil para ser periodista, pues mi padre era redactor-jefe -luego sería director- de El Norte de Castilla y vivíamos encima de donde estaban los talleres y la redacción del periódico, en la calle Duque de la Victoria», confesaba. Siendo todavía un niño sintió fascinación por el oficio y más aún por las noticias deportivas de Julián Merino de Pedro, que firmaba en El Norte como «Lapice». A la muerte de éste, su padre le encargó cubrir la prueba ciclista de la Virgen del Carmen, en el barrio de las Delicias. Fue su primera crónica deportiva. A principios de los sesenta, Ángel María de Pablos combinaba la faceta de actor en el Teatro Español Universitario con el oficio de redactor deportivo en El Norte de Castilla.
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Muy pronto se erigió en el cronista de cabecera de las carreras ciclistas y prosiguió el oficio en Radio Popular, de manos de Juan Pascual, y, sobre todo, en Televisión Española a través de Ramón Criado, donde entre 1978 y 1992 forjó, como auténtico pionero de las narraciones ciclistas, la imagen que le acompañaría el resto de su vida. Comentarista de todas las carreras del calendario nacional y de las pruebas internacionales más importantes, acuñó la famosa frase de «la serpiente multicolor» para referirse al pelotón, en un ejercicio premeditado de adornar con cierta lírica, y mucha cultura, el comentario periodístico. Porque De Pablos retransmitía con voz trepidante y con mucha pasión, su voz se quebraba ante las gestas de los ciclistas españoles y no ahorraba críticas cuando la ocasión lo requería, y mucho menos cuando circunstancias ajenas al oficio se inmiscuían en la labor de los periodistas. Aún recuerdo su airada reacción frente a la cámara, con voz solemne y pausada, cuando la pulsión deportiva se desbordaba y derivaba en cuitas que cuestionaban la validez de los profesionales televisivos.
También desempeñó el cargo de jefe de prensa del Ayuntamiento de Valladolid y transfirió a la letra impresa su fascinación por el ciclismo, como demuestran los libros «Historia de la Vuelta Ciclista a España», «110 años de ciclismo en Valladolid» o «A la rueda, rueda». En TVE presentó durante muchos veranos el informativo regional, y se marchó cuando sus jefes le afearon las alusiones líricas que aligeraban la pesadez de las retransmisiones ciclistas. Fueron, en todo caso, catorce años que dieron para casi todo, también para galardones y reconocimientos merecidos: el Trofeo Narciso Carrión de la Federación Vallisoletana de Ciclismo, la insignia de oro y brillantes de la Real Federación Española de Ciclismo, o el diploma de honor del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Seúl'88, por ejemplo. Sin olvidar el Trofeo Ciclista pucelano que llevaba su nombre. Más adelante, en 2011, recibiría el premio Manuel Ricol por su trayectoria dentro del periodismo ciclista. Fue, además, vicepresidente de la Federación Española de Ciclismo en los años 80, y en 1981 lo nombraron miembro del Comité Olímpico Español.
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Cuando el periódico El Mundo aterrizó en Valladolid en los primeros 90, Ángel María de Pablos asumió la jefatura de deportes y, poco después, la del área de cultura y deportes. Su contribución al oficio transcendió el trabajo cotidiano. A Ángel María de Pablos se debe, por ejemplo, la creación de la Federación de Asociaciones de la Prensa Deportiva de Castilla y León, que presidió durante doce años y desde la cual impulsó, entre otras muchas iniciativas, la imprescindible Gala del Deporte Regional. Y nunca descuidó la escritura, en especial la poesía. Además de completar la 'Guía Lírica de Semana Santa en Valladolid' que comenzó su padre, ha dado a la imprenta obras poéticas como 'Medina en el corazón' o 'Los niños del basurero', y otras de teatro cono 'La fontana', que recrea la llegada a Soria de Antonio Machado, 'Solo una reina' y 'Rosas negras'.
La cultura, en efecto, le debe mucho a Ángel María de Pablos, que ha sido director y actor de teatro (muchas veces en compañía de Luis Laforga), ha presidido el Ateneo y la Asociación de Amigos del Teatro de Valladolid, ha recibido la distinción de Caballero del Turismo de Castilla y León por la defensa y difusión de la cultura de esta tierra, y en 2018 pregonó la Semana Santa de su ciudad, otra de sus pasiones. Sus colegas reconocieron la ejemplaridad de su legado otorgándole, en 2020, el Premio de Periodismo 'Francisco de Cossío' a la trayectoria, de la que es heredero directo su hijo Luis Miguel, 'Miki', de Pablos, redactor de este periódico.
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