Mis abuelos paternos, como ya les he contado en anteriores ocasiones tenían un Bar en la calle Renueva, al lado de la estación llamada de Matallana, la de FEVE. Nuestro bar era el punto de encuentro de todos los que bajaban de la Montaña, ya ... que el destino hizo que además de ser ellos de la alta Montaña (de la de verdad), pudieran vivir de uno de los negocios más bonitos que existen, y que no es otro que el de la hostelería.
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Nos contaba mi abuela, que cuando había feria en León y mi padre y mi tío Maxi eran pequeños, se indignaban porque bajaban los parientes y había que habilitarles un sitio en casa. Sobre el papel siempre pasaba lo mismo, un par de noches y de vuelta para el pueblo, pero la realidad era otra, y aquellos «bravos» tras la feria, los encantos de la ciudad y sobre todo el ambiente en el bar con nuevos tertulianos y nuevas gentes con quien echar la partida, conseguían que la estancia se alargase unos cuantos días más.
El tren sin duda era nuestro mejor cliente, revolucionó la Montaña y sus habitantes, sencillamente porque les abría la posibilidad de, por unos días, ir a la ciudad a comprar, ver otras caras y romper con la dura rutina.
La Feve es el tren de la vida para la Montaña y podríamos decir que para toda aquella zona fue un revulsivo que, buscando un paralelismo, podríamos encontrar en la llegada del AVE a la ciudad de León.
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El tren fue y quiero pensar que aún es de las pocas vías por las que respiran los pocos pueblos que quedan con vecinos.
Yo tengo la suerte de pasar casi todos los días frente a la estación, vivo muy cerquita y la emisora de León está a apenas 100 metros, y me cuesta creer que efectivamente entre todos los políticos dejen morir algo tan esencial y emblemático.
Lo de la Feve es una de las mayores vergüenzas de León. Y aquí, como en otros acontecimientos de triste desenlace que hemos vivido estos días, todos se echan la culpa, pero nadie coge las riendas y se pone manos a la obra.
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Desde el disparate del tranvía de aquel altivo concejal que se creyó el rey del mambo hasta la aseada presidencia de Villalba, pasando por distintos alcaldes y ministros, y por supuesto, diputados, ha sido una dejadez de campeonato.
Bien saben ellos que la Feve son pocos votos, son ayuntamientos pequeños y aportan pocos diputados provinciales. Los de la Montaña, como dice Benjamín, seguramente el mejor profesor de autoescuela, son gente un poco brutota pero muy nobles, y quizá nuestros gobernantes se aprovechen de eso, del poco ruido y las buenas formas.
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Mañana domingo la plataforma en Defensa del Ferrocarril de vía estrecha convoca una manifestación en León para exigir la vuelta del tren.
Se nos llena la boca con la lucha contra la despoblación, con lo de fijar población, con el respeto al medioambiente y lo de buscar un transporte ecológico y dinamizar la economía del mundo rural. ¡Pamplinas! Lo único cierto hasta ahora es que unos por otros nadie quiere hace nada y sigue el tren abandonado a su suerte. Y los de la Montaña una vez más, son los que pierden.
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El tren tiene que llegar a León, al centro, a donde llegaba y de donde nadie nunca debió de sacarlo.
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