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Pasado mañana se cumple un año de las elecciones municipales que catalputaron al vallisoletano-zamorano del PP JJ Carnero a la Alcaldía de Valladolid, vía ... pacto con Vox; acabaron con el socialista Óscar Puente sin bastón de mando (hoy perejil de todas las salsas en las polémicas políticas con epicentro en España), y ratificaron la desaparición de facto de Ciudadanos y Podemos del mapa político de la ciudad.
JJ Carnero y el 'Komando' al que da nombre (aguerridos 'peperos' sin oficio ni beneficio, más allá del culto al candidato de turno, de los que se rodeó para una campaña que llevó a rastras) irrumpieron en la escena vallisoletana tras haberse sacudido Mañueco al que había sido su consejero de Agricultura y de Presidencia: había empezado a jugar a ser el relevo del presidente del partido y de la Junta cuando tocase y estas cosas no las perdona el salmantino (que se lo digan al hoy diputado raso por Burgos Ángel Ibáñez). No contaba el PP regional con que fuese alcalde JJ, pero hete aquí que los camaradas (todo lo que había a la izquierda del PSOE) repitieron con María Sánchez y Alberto Bustos y ¡ya se sabe cómo hacen los camaradas las revoluciones internas! Perdieron un concejal y aunque el PSOE mantuvo los suyos, no sumaron. Pacto PP-Vox al canto, Carnero alcalde y punto y triunfo para el presidente regional del PP.
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Pero como ni Carnero mostró en campaña que ambicionaba ser alcalde ni llegó convencido por sí mismo (se le notó tanto que se lo habían impuesto...), el temor de importantes empresarios de la ciudad se confirmó a las pocas semanas: el PP no había hecho un programa electoral para gobernar y, por no hacer, ni candidatura con nombres de peso. Así que JJ tuvo que echar mano de la cuadrilla que le acompañó en su paso por la Junta, y ahí están los 'Inda', Cabanillas y Rubio, expulsados también de la Junta de Castilla y León, tapando las carencias de un equipo de concejales que no fue confeccionado para gobernar. Y sin programa ni candidatura, en lugar de sacar rédito de lo políticamente curtido en mil y una batallas que llevaba en la lista y tirar de experiencia (Alberto Gutiérrez, políticamente lo más audaz que tiene JJ, pero no lo aprovecha), se ha dedicado a gobernar con el conocido método de la excavadora: a derribar lo del antecesor. Todo lo que huela a Puente, abajo.
La sombra de Puente le persigue por los pasillos de la Casa Consistorial. Es como una pesadilla. Y como Puente en las Generales de julio encabezó la lista del PSOE al Congreso, JJ Carnero movió Roma con Santiago para ir en la del Senado. Y salió senador. Y contó el cuento de que tenía que estar en la Cámara Alta para tener cerca a los ministros e impulsar sus planes (?) para Valladolid. Pero le falló un detalle: que Feijóo no gobernó y lo más cerca que JJ Carnero está de un ministro es cuando se cruza por Valladolid con Puente. Es decir, nada. Un mes duró Carnero como alcalde al 100%; al mes, pasó a hacer que Valladolid tenga solo medio alcalde y medio senador. Claro, para estar en el Senado, le quita tiempo a la Alcaldía, es decir, a los vallisoleanos; y para estar en el Ayuntamiento, le quita tiempo al Senado, es decir, a los vallisoletanos a los que representa. Un pan como unas tortas.
En la campaña de las Municipales, Feijóo le puso a Carnero como deberes llegar a ser un alcalde como Javier León (sic). Y, claro, tampoco le ha hecho caso. León de la Riva tenía como alcalde el carácter que tenía, áspero hasta el desplante, pero gestionaba en el Ayuntamiento al que, exceptuando el primer mandato, que lo compatibilizó con ser procurador en las Cortes, se entregó hasta la extenuación. Quiso y demostró que quería ser alcalde. Y no le ganaba nadie a reivindicar para Valladolid: ponía firme al mismísimo Aznar si hacía falta, o a Lucas y a Herrera (no digamos a Tomás Villanueva), si el Gobierno o la Junta adoptaban medidas que perjudicaban a Valladolid. ¿Y qué ha hecho JJ Carnero cuando Mañueco ha querido trocear la Unidad de Transplante Cardíaco del Clínico de Valladolid? Agachar las orejas ante el presidente salmantino y ser sumiso. Medio alcalde, medio senador y dócil ante la Junta. Eso sí, la acción política de Carnero solo gana en una cosa a la de Javier León: en antipatía, el perfume que destila la parte popular del pacto PP-Vox.
La Alcaldía de Valladolid es tan importante y los vallisoletanos tan valiosos que merecen un alcalde al 100%. El bastón de mando, signo de autoridad de todo alcalde, conlleva en Valladolid una dignidad que no puede ser compartida con ningún otro cargo, por muy senador del Reino de España que se quiera ser. Y suena el rún-rún de que el medio alcalde y medio senador trabaja duro también para presidir el PP provincial.
¿Consentirá Mañueco tanta concentración de poder? Lucas yHerrera sabían que el voto municipal en la capital favorece al autonómico; Mañueco y Viñarás, también lo saben.
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