José González Torices. A. Quintero
El espigón de Recoletos

José González Torices o los Campos de Castilla

«La lengua y la literatura eran para él juego maravilloso en el que aprendíamos, como en los studia humanitatis, a imitar a los grandes»

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 14 de junio 2024, 07:14

Como es zamorano y crecido entre Quintanilla del Olmo y Villamayor de Campos, José González Torices terminó recogiendo la Espiga de Oro de Castilla y León y otros frutos terracampinos –como el 'Diez para Diez'– por su trayectoria literaria y cultural, como no podía ser ... de otra manera: medio centenar de obras como poeta, dramaturgo, narrador, editor y director de colecciones literarias, en especial infantiles y juveniles. Y en esa encrucijada de las calles Maldonado y Cardenal Mendoza se levanta el colegio San José sobre la Plaza de Santa Cruz, frente por frente a las Carmelitas, oleaje de nuestra infancia y rompeolas adolescente donde nos educaron él y otros maestros.

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Siempre fue Torices apasionado, divertido, rotundo, seguro de sí mismo, audaz en la innovación educativa… La lengua y la literatura eran para él juego maravilloso en el que aprendíamos, como en los studia humanitatis, a imitar a los grandes: de Stevenson –La isla del tesoro– a Luis Sepúlveda –Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar–. Solo a don José se le pudo ocurrir que montáramos nuestros propios teatrillos, porque proviene de un magisterio creativo verdaderamente estimulante.

Acaba de publicar 'De glorias y lamentos en la España nuestra' (Castilla Ediciones), grito de libertad machadiano en el que recoge las preocupaciones castellanas, que son universales, andanada contra hipócritas y corruptos. Es difícil encontrar ya un preceptor como don José, como tantos docentes que nos formaron en el bendito colegio de los jesuitas ahora sin jesuitas, con su portalón y arquibancos. En estos días desabridos, la revelación poética y las enseñanzas de Torices quieren decirnos mucho, pues en los recuerdos se comprende cómo éramos y cómo somos especialmente por aquí, en la vieja Castilla, como don Antonio (Machado).

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