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El AVE nos salvará

«Si dejamos de pensar en Madrid como un riesgo sino como una oportunidad, Valladolid puede estar en condiciones de dar un salto enorme»

José F. Peláez

Valladolid

Domingo, 17 de septiembre 2023, 00:10

Me decía el otro día un amigo que «Valladolid se nos muere. Todos los amigos del colegio de mis hijas de 23 y 24 años, sin excepción, han terminado la carrera y se han ido a Madrid o al extranjero». Yo intentaba explicarle que no ... pasa nada, que luego vuelven y que en mi entorno de amigos de Valladolid, todos hemos trabajado o estudiado en Madrid en algún momento. La capital es un paso más en la carrera de muchos universitarios vallisoletanos, sobre todo en ciertas profesiones. Pero dura lo que dura. Es muy normal querer volver, sobre todo cuando creces, las luces de la mesilla comienzan a iluminar mejor que las de la Gran Vía, la vida diurna gana a la nocturna, se tienen hijos y se valora más la cercanía a los abuelos que a sus 'tuppers'. Y la alegría de los patos del Campo Grande empieza a ganar al olor a tristeza del metro en hora punta. Vuelven, sí, pero vuelven, además, más formados, más rodados y acostumbrados a los entornos de la elite de cada profesión. Porque eso es Madrid, entre otras muchas cosas: la elite de cada disciplina. Es un lujo para Valladolid estar tan cerca y poder aprender directamente de los mejores para, después, traer ese conocimiento y esa experiencia a la ciudad.

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Pero es que, además, ya no es necesario vivir en Madrid. Por si ustedes no lo saben, con un bono de diez viajes, un billete a Madrid en Avant cuesta 3,2€. Es decir, es prácticamente gratis. Depende de donde vivas, el taxi a la estación cuesta el doble o el triple que el tren a Madrid. Es muy fácil y muy barato trabajar en Madrid, pero vivir en Valladolid, una ciudad a una hora, con todos los servicios, una calidad de vida muy superior y un precio de la vivienda tremendamente más competitivo. No les digo ya en barrios como San Andrés, céntrico, barato y al lado de la estación. Yo mismo estoy en Madrid 2-3 días a la semana y casi siempre logro volver a dormir a Valladolid. Pero, sobre todo, estoy empadronado aquí y pago aquí mis impuestos. Es una especie de exportación, una balanza comercial positiva para la ciudad que hace que muchos obtengamos los recursos del mercado de Madrid, pero los gastemos en Valladolid, comenzando así una rueda muy favorable para todos.

Hay quien critica esta iniciativa del gobierno y de la Junta para subvencionar tantísimo el tren a gente que, evidentemente, no es pobre. Dicen que es una redistribución de recursos desde las rentas bajas a las altas y que el estado está extrayendo impuestos de todos para destinarlos a quien menos lo necesita, no a quien más. Y no les falta razón. Hay personas en esta ciudad que necesitan las ayudas mucho más que los trabajadores o empresarios que van con tanta frecuencia a Madrid. Un parado no va a Madrid a trabajar, una persona en exclusión no coge diez AVEs a la semana, un vallisoletano con problemas económicos serios necesita ayudas para otras cosas. Y es verdad, esto supone un dilema, es indudable que se está subvencionando el desplazamiento al trabajo a trabajadores que, seguramente, no son los que más lo necesitan. Y, sin embargo, esta medida es altamente social y expansiva. Keynesianismo puro. Al trasladar mis dudas a un amigo, este me decía que «lo que se consigue fundamentalmente es que todos esos trabajadores que ves en el AVE puedan seguir viviendo en Valladolid, algo que, sin estas ayudas, sería poco viable. Es decir, las instituciones regionales subvencionan billetes, pero reciben, como consecuencia, mucho más dinero vía impuestos. Es una inversión directa y también indirecta, puesto que todo el gasto que hacen en Valladolid no se haría si vivieran en Madrid».

Vamos, que hoy en día es posible para mucha gente vivir en Valladolid y trabajar en Madrid. Esto no pueden decirlo todas las ciudades y somos, quizá, la única ciudad de tamaño considerable que pueda disfrutar de estas ventajas. Pero no acaba ahí porque el camino es reversible: no solo 'retenemos' a vallisoletanos que, de modo natural, vivirían en Madrid, sino que podemos atraer a vecinos de Madrid que prefieren vivir en una ciudad atractiva, segura, con más calidad de vida y precios más competitivos que vivir en Getafe o en Móstoles. Por no hablar del teletrabajo, que permite a muchos trabajar para empresas madrileñas, pero hacerlo desde su casa e ir a Madrid solo puntualmente.

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Si dejamos de pensar en Madrid como un riesgo sino como una oportunidad, Valladolid puede estar en condiciones de dar un salto enorme. Gigante. De momento la ciudad ha pasado de nuevo de 300.000 habitantes y, con el alfoz, suma más de 400.000. Si unimos a todos los estudiantes y trabajadores que residen aquí pero no están empadronados, podemos ver a Valladolid como una ciudad altamente atractiva y de un tamaño interesante. Para serlo del todo y atraer a ciertos perfiles necesitamos que la ciudad tenga un perfil más creativo, es decir, más abierto a las artes, a la Cultura, a los entornos menos 'mainstream' y más 'underground', a las nuevas tendencias y al ocio. Los perfiles creativos tienden a juntarse, a colaborar y a querer estar cerca unos de otros. Cuando eso sucede, las ciudades cambian y son capaces de atraer habitantes y turismo, es decir, dinero, inversión y desarrollo a través de la imagen.

Más allá de demagogia y de paletismos, la lógica dice que el desarrollo de Castilla y León pasa por el desarrollo de Valladolid. Somos la única buena baza para frenar la despoblación y para que la España vacía tenga cerca un núcleo importante, dependiente de Madrid y subsidiario de ella, como un parásito o una rémora. No duden por un momento en que esto también es bueno para Madrid, cuyos servicios públicos están saturados y ven cómo un alivio el hecho de que trabajadores de Madrid usen la sanidad o la educación de Castilla y León. Por no hablar de todos los problemas que surgen de una superpoblación tan grande cuando a 50 minutos todo está vacío. Este es el gran tema para el Valladolid de las próximas décadas: entender que nos ha tocado la lotería, que hay que orientarse definitivamente a Madrid, sin complejos, colaborar, aceptar con la autoestima alta que somos, a la vez, cola de león y cabeza de ratón, detectar oportunidades de todo tipo derivadas de esta relación y, por supuesto, exigir al gobierno central y a la Junta que sigan subvencionando el transporte para fijar población activa que asegure el estado social y los servicios públicos. Y al ayuntamiento que se ponga muy en serio con este tema. Nos va la vida en ello.

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