

Secciones
Servicios
Destacamos
ES un presentimiento negro, un augurio malaje que se me viene a la cabeza cada vez que paso por allí, y a veces son cuatro ... veces diarias, y me fijo en los bordes comidos, en el pretil que parece de hojalata podrida, en los parches de asfalto que tapan las cien veces que se han abierto zanjas para reforzarlo.
Pienso: «Esto se va a caer».
Es como una certeza íntima que me aterroriza porque estoy convencido de que ocurrirá. «El viaducto de Arco de Ladrillo se va a caer». No sé cuándo y confío en que sea a las cuatro de la madrugada de una noche de invierno y no a las dos de la tarde en un atasco de vuelta del trabajo. Pero sospecho que será así.
Nadie va a hacer nada, sin embargo, de momento. Porque sería gastar dinero en una obra incompatible con el soterramiento, ese sueño que es un «derecho irrenunciable» pero de fraguado lento. «No hay riesgo estructural», asegura el concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona, que sabe bastante más que yo de estas cosas, lo que no basta para quitarme la desazón de encima.
Será porque recuerdo Biescas o Angrois, dramas evitables. Y me ataca el 'y si'. ¿Y si mi pesadilla se cumple? ¿Y si hay muertos?
Eso se lo pregunté a alguien del nuevo equipo de Gobierno. Que lo hubieran hecho los otros, me dijo. Y a aquellos, a los otros, también se lo reproché cuando prometieron la obra en campaña. «Ya era hora», dije.
No hacer una obra por si a futuro hay que derribarla para acometer otro proyecto parece lógico desde un punto de vista económico. Pero y si ese proceso se alarga y se alarga y mientras tanto se cae y mueren, pongamos, cinco personas. ¿A partir de cuánto ahorro se da por amortizado un muerto como si fuera un mal menor?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.