PP y Vox despluman a Cs, que pierde sus 8 escaños en Castilla y León, mientras el PSOE resiste

El recuento de papeletas deja un escenario casi de equilibrio entre las dos fuerzas mayoritarias, las de siempre, con los populares recuperando el puesto de primer partido en apoyos en Castilla y León (436.392 votos, el 31,67%), con poco menos de 6.000 votos de diferencia respecto a los socialistas (430.444, el 31,24%), pero sitúa el foco informativo sobre las formaciones de nuevo cuño. Sobre Vox, en el lado de los ganadores, y Cs, como el partido PERDEDOR, con mayúsculas, de la jornada de ayer en Castilla y León. Los de Rivera pasaron de tercera fuerza en respaldo a quinta y sufrieron el 'sorpasso' de Unidas Podemos.

El tiempo frío y desapacible que acompañó la jornada de votaciones se convirtió en una noche heladora para los de Cs, a los que el recuento de papeletas dejó literalmente en cueros, desplumados por los de Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco y por los de Santiago Abascal. Este último, así, a secas. Hoy por hoy es imposible dilucidar quién es el líder autonómico de la formación de ultraderecha, cuyo tirón electoral recae en el propio Abascal y en el núcleo de dirigentes nacionales que le rodea. Y suma al escaño que logró en abril por Valladolid, con Pablo Sáez Alonso-Muñumer, otros cinco en Ávila, León, Salamanca, Segovia y Zamora. «Cuanto más nos conozcan, más votos tendremos», auguró anoche, al calor del resultado, el diputado vallisoletano de Vox. Su nuevo compañero por Salamanca, Víctor González Coello, aventuró que su formación «no va a permitir ni dar a apoyos al PSOE» y consideró «muy probable» que sea el PP quien deba abstenerse para que gobierne Pedro Sánchez. «Veremos si es capaz de hacerlo o no», retó.

Los naranjas perdieron anoche los ocho diputados que obtuvieron en abril, dejando el contador a cero, y dilapidaron casi 200.000 apoyos recibidos el 28-A, cuando lograron 287.468. En siete meses han pasado del mínimo al todo y del todo a la nada, con un Gobierno de coalición por medio de la mano del PP de Mañueco en la Junta de Castilla y León. De la euforia al velatorio, en un efímero tránsito. De un único escaño en el Congreso por Valladolid que defendía Francisco Igea a ocho parlamentarios nacionales que les dejó el espectacular resultado de abril que, tras el descalabro monumental de ayer, se han esfumado.

«Hay que asumir responsabilidades y errores estratégicos», valoró, pasada la medianoche, Francisco Igea. El dirigente de Cs, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, apuntó que no es el momento de pedir la cabeza de nadie. Sobre el crecimiento explosivo de Vox, Francisco Igea señaló que España «no tiene tres millones de ultraderechistas, este país reclama su esencia, su unidad» y abogó por un entendimiento básico entre PP y PSOE para salvaguardarlo de los peajes de los independentistas y los populistas.

Diputados, procuradores, concejales de Cs animaban ayer, desde Twitter, a los simpatizantes a acudir a las urnas. A la desesperada. Francisco Igea entre ellos instaba a «voltear» las encuestas. El recuento final de papeletas convirtió el implorado volteo en un revolcón político. Los naranjas fueron también los que pagaron la repetición electoral de junio de 2016, pero nada comparado con lo de ayer. Hace tres años perdieron dos de sus tres escaños y, en el caso de León, porque la provincia pasó de cinco escaños a cuatro al bajar de escalón demográfico. El ambiente en los lugares donde los miembros de Cs siguieron la noche electoral fue muy triste, doloroso, casi fúnebre.

Los ocho diputados naranjas encabezan un recuento de bajas que suma, en el balance del PSOE de Castilla y León, seis senadores. Falta de abrir el voto emigrante, que se recontará a mitad de semana y que en abril restó dos senadores al PP, en Segovia y Zamora, que finalmente pasaron a la bancada socialista. Salvo en Valladolid, en esta ocasión las diferencias entre los últimos que han logrado escaño por el PP y sus inmediatos perseguidores del PSOE son más holgadas.

Por provincias, el PSOE ganó en abril en todas las de Castilla y León salvo en Salamanca y Ávila. El PP mantuvo ayer estos feudos y fue la opción más elegida en Palencia, Segovia y Zamora. Por escaños, los tres que recuperó en el Congreso de los Diputados son de Valladolid, Burgos y Palencia, y los siete del Senado los suma en Valladolid, Burgos, León, Zamora, Palencia y Segovia.

Alfonso Fernández Mañueco, presidente del PP de Castilla y León y de la Junta, elogió anoche el resultado popular: «La victoria ha dado la vuelta al resultado de abril». En el caso del PSOE, su secretario autonómico, Luis Tudanca, analizó el balance que ofrecieron las urnas ayer como «un empate técnico». En votos sí, pero no en escaños. El socialistas felicitó al PP y a Mañueco por la victoria que han logrado en Castilla y León «con ese escaso margen».

El primer responsable del PSOE en la comunidad lamentó profundamente el avance de la «extrema derecha». En declaraciones recogidas en Burgos por Ical, Luis Tudanca subrayó que los socialistas «no vamos a ser cómplices nunca de la extrema derecha y ojalá reflexionen otros porque a la extrema derecha se le combate y no se pacta con ellos como PP y Cs», manifestó.

Mañueco declinó hacer leña del árbol caído y no valoró el resultado de Cs. Gobierna Castilla y León gracias a los de Rivera. Tudanca sí lo hizo. Apuntó que la pérdida de todos los escaños naranjas es fruto de un haraquiri autoprovocado por sus propias decisiones. «En vez de regeneración han dado sus escaños a Vox y han pactado con el PP», precisó. Mañana martes se verán las caras, Mañueco, Tudanca e Igea, en el pleno de las Cortes de Castilla y León. La vida sigue, aunque no igual.