Comunidad de Ciudad y Tierra, el barrio de las infraestructuras no tiene bares
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Sin asociación vecinal, sus 1.350 habitantes hablan de una zona de paso, sin casi negocios y necesitada de un impulso en el ocioLuis Javier González
Segovia
Sábado, 20 de mayo 2023, 09:20
En el barrio de Comunidad de Ciudad y Tierra la única caña que verán será de pescar, uno de sus pocos negocios en marcha. Porque la misma lógica de los pueblos sin bares es aplicable a un entorno urbano con 1.350 vecinos censados. Pilar ... Alonso explica por qué atiende entre sedales: «Era un sitio nuevo, la gente podía aparcar fácilmente y el local se veía enseguida. Estaba cerca la biblioteca o los bomberos, mucha gente pasaba por aquí. Es una zona nueva y está creciendo. En cuanto venga más gente, pondrán algo más». Es la metáfora de sus calles, la esperanza de que los andamios se transformen en dinamismo, que los edificios públicos que se han mudado traigan riqueza. El bar Piripi se cansó y se fue en octubre a Santo Tomás, así que ella asume una rutina sin cafés. «Tengo ahí leche y una cafetera. Con eso lo arreglo», sonríe.
Conchi Perlado se toma el café con las amigas en su casa. Cuenta la historia de un barrio sin asociación de vecinos, integrado en el colectivo más cercano. «Los de San José miran para San José». Su marido, Pablo Pérez, esgrime años de experiencia como presidente su comunidad y describe un libre albedrío: chimeneas que han ensuciado las fachadas o tenderetes que no deberían estar ahí –solo están permitidos hasta la primera planta–, algo que lamenta su esposa.
A la espera de un supermercado, este matrimonio compra el pan en José Zorrilla y se abastece en las grandes superficies. También lamentan los «boliches» del carril bici y la seguridad en la salida de una rotonda con pendiente descendente. «Llevamos años pidiendo un paso levadizo. ¿Tú sabes cómo vienen los coches? El día menos pensado vamos a tener un disgusto». Hablan de un pequeño muro con basura acumulada, desde latas a condones o ratas. Y ponen en cuarentena el concepto de barrio residencial tranquilo. «Cada vez viene más gente a hacer botellones».
La estampa es la de un barrio con más coches que viandantes y un público predominante, el de tránsito, como Natalia Manrique, que acude cinco días a la semana a la Biblioteca Pública y analiza el barrio junto a sus padres, vecinos de La Albuera, un barrio que ves «de capa caída» en comparación con el nuevo. «Tienes más parques y aceras para pasear. Lo bueno es que puedes venir con coche y aparcar». Es un punto de paso ideal. «Aquí falta un centro comercial. Mira la Leo, que vive en ese bloque de ahí y se tiene que ir a nuestro barrio a por pan, lo más presencial», analiza su madre.
Porque ese habitante de paso va con prisa, como Susana Plaza, que también sale de la biblioteca. Le falta todo, es un barrio en construcción. Es verdad que llegan dos autobuses y tiene la biblioteca». Sus cafés los toma en la máquina de la biblioteca y compra algo de comida en sus máquinas expendedoras. «Tendría que haber bares, pero es que no parece que esté muy habitado. Con el tiempo, se llenará. Quien pueda comprarse las casas, porque no deben de ser baratas». Por eso define una zona residencial y no espera que cambie mucho sus decibelios. «La gente querrá el ambiente justo».
Francisco Torres sube uno de los muchos tramos de escaleras con los cascos sobre los hombros. «Es tranquilo el barrio», resume con ironía este andaluz que lleva dos meses allí. «Vine por la casa; era barata y estaba nueva. Trabajo y vengo a dormir». Y pone en valor las zonas verdes para pasear a su perro. «Es un buen barrio para el que tenga animales». Él se toma las cañas en Nueva Segovia o en el centro. «Y el autobús para en la puerta de tu casa».
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Lo agradece una vecina que anda a su ritmo. «Estamos los últimos, falta de todo. Estamos abandonados de la mano de Dios, menos mal que tenemos el autobús. Eso sí, escaleras y cuestas, a montones». Fue de las primeras que lo habitaron. «Lo que pasa es que era joven. Ahora soy mayor y no puedo con ello». Compra el pan en los supermercados cercanos a la glorieta del Pastor. «Pero no lo compro por un día, sino por dos o tres. Lo más gordo me lo traen mis hijos». Como tantos vecinos, resume su vida: «Hago lo que tengo que hacer y me vuelvo a casa».
Es de esperar que ese lugar de aparcamiento idílico deje de serlo con la puesta en marcha de los nuevos juzgados. Ciudadanos pide dotar al barrio de un aparcamiento que solucione en el futuro la concentración de edificios públicos: centro de salud Segovia IV, el centro de día de enfermos de alzhéimer o la propia biblioteca. En la misma línea, el partido plantea mejorar las frecuencias y las rutas del transporte público.
El PP se compromete a mejorar la accesibilidad, el cuidado de los pasos de peatones o la limpieza, así como el desbroce de los espacios que aún están vacíos. El partido apuesta por la tecnología para crear redes en este barrio sin asociación vecinal, pero con familias jóvenes y un crecimiento demográfico considerable por tratarse del barrio más joven: un 44,5% más de vecinos que en 2009. Su compromiso es crear un nuevo parque infantil y mejorar la señalización.
Uno de los grandes proyectos está en la cesión de una parcela municipal a la Junta de Castilla y León para que aborde la construcción de un centenar de viviendas colaborativas para jóvenes. El PSOE pone en valor el acuerdo e Izquierda Unida, su socio en el gobierno local de coalición, se compromete a «exigir» el cumplimiento de este acuerdo.
El PSOE incluye entre sus propuestas la dotación de más áreas de juego infantil, impulsar una zona comercial en la parte trasera de la biblioteca y el compromiso de «reforzar» la limpieza viaria, un aspecto que centra las preocupaciones vecinales. El barrio ofrece un aspecto aseado en sus vías centrales, pero ofrece carencias en algunas urbanizaciones.
Al ser un barrio con una visión urbanística moderna, las zonas verdes no son una carencia. El punto clave es dotarlas de vida. Izquierda Unida pide espacios de ocio en estas zonas verdes, como las mejoras ya realizadas en el jardín de Villángela, el área canina junto a La Cárcel Centro de Creación o el parque de calistenia junto a los depósitos de agua.
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El futuro de la antigua cárcel es clave. IU destaca la instalación como sede de las escuelas municipales (incluyendo una nueva de títeres). Segovia en Marcha sugiere utilizarla para paliar una de las grandes carencias de la ciudad: una sala de conciertos. Esta formación también apuesta por aumentar la vegetación en la parte trasera e instalar un módulo prefabricado de aseos públicos en el mercado de la plaza de toros.
La relación con los barrios vecinos definirá el alma del nuevo barrio. Segovia en Marcha habla de «generar sinergias con San José». y plantea una nueva pista deportiva porque las del barrio obrero «se quedan pequeñas». Pide más mobiliario urbano –bancos y zonas de descanso–, zonas de ocio infantil y plantea generar espacios de sombra –textiles o vegetales– aprovechando su arboleda.
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