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El fin de semana que se inició el confinamiento en España, Miguel Cuadrado (Valladolid, 1994) se encontraba en Londres a punto de tocar con los ... dedos el sueño de todo deportista. Había superado la primera ronda del torneo olímpico y su ilusión superaba cualquier presagio. «Allí se hacía vida normal y aunque me contaban en casa la que se estaba liando y pese a lo que veía en las redes sociales, no te lo acababas de creer», recuerda, «apenas vería a tres personas con mascarilla por la calle ese fin de semana».
Pero llegó la decisión del Olympic Boxing Task Force de suspender el clasificatorio y todas sus esperanzas se desvanecieron como un castillo de naipes. «Estaba en el mejor momento de forma de toda mi vida, había llegado a esa fecha a tope y super mentalizado, y el pase para los Juegos de Tokio no iba mal encaminado», explica desde su confinamiento en el barrio de la Rondilla. Llevaba todo un año preparando ese momento, con un calendario enfocado a dos citas concretas bajo la supervisión de Rafa Lozano y Carlos Peñate, y la cancelación supuso para él un golpe bajo. Una derecha en el mentón. «Es como si estás viendo ya la línea de meta y de repente te la alargan. Es verdad que ahora estos días me están viniendo bien para recuperar porque llevaba un año muy duro, muy intenso, solo había parado dos semanas. Cuando esto acabe habrá que ver cómo queda el calendario porque ese torneo que quedó congelado tendrán que buscarle hueco el año que viene en las mismas fechas», señala Miguelón.
Mientras llega ese momento de planificar, el púgil vallisoletano se entrena en doble sesión en la habitación de su hermana, que se ha apropiado por estar estudiando en Salamanca. «Mis entrenadores me envian ejercicios que suelo alternar con la comba, y luego ya por la tarde la dedico a hacer técnica y un poco de sombra», explica el boxeador, probablemente una de las modalidades deportivas que menos se resientan tanto a la hora de entrenar en este confinamiento. «En general lo llevo bien, muevo unas cuantas mesas y no tengo problema de espacio. Lo que sí echo en falta es el trabajo con los compañeros, necesito contacto y no es lo mismo golpearle al aire».
Ahora el único rival que se le puede oponer es el peso (combate en 75 kilos). Derrotar a la báscula, asegura, no le preocupa en exceso. «No tengo problema, es cierto que estoy comiendo más porque al no salir de casa tienes ahí la tentación pero al tener dos sesiones diarias lo quemo bien», apunta Miguelón, que compagina los guantes y el saco con la 'PlayStation' y los libros. «Pensé que no iba a poder por el calendario que tenía, pero ahora estoy aprovechando para repasar los apuntes para los exámenes del año que viene», asegura sobre los estudios de Ingeniería Mecánica que decidió aparcar.
Suspendida también la repesca olímpica que se debía celebrar en París en el mes de junio, por delante le quedará este curso el Campeonato de España desplazado al mes de diciembre. «Estuve dos meses concentrado en Sierra Nevada y ahora he visto lógico que se cerraran los Centros de Alto Rendimiento por seguridad. La salud es prioritaria y en esos centros hay mucha gente implicada, entrenadores, ayudantes, médicos, cocineros,...», sostiene, pendiente ahora de la salud de su madre, cocinera en una residencia de personas mayores.
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