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El jugador portugués Jung Yeon-je-AFP

Las botas regatean a la censura

Mi querido Mundial ·

La colección Al Rhila, diseñada por Adidas para el Mundial, hace que las estrellas luzcan la bandera arcoíris en sus pies, algo que ha escapado al control de la FIFA

Juan Ángel Méndez

Sábado, 3 de diciembre 2022, 17:46

El fútbol y el arcoíris siempre han estado reñidos. Ligarlo con el concepto del gol representa la fórmula jocosa para decirle a un delantero que no la mete ni en una piscina olímpica. Mi padre me lo espetaba siempre después de aquel partido tipo en ... el que tenía cinco claras y me iba de vacío. «No le metes un gol al arcoíris». En Qatar, la bandera multicolor y el balompié cincelan una árida historia de desamor entre los que empuñan el trapo como gesto de libertad ante el régimen local y los que confiscan cualquier elemento que evoque libertad.

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La FIFA prohibió a las selecciones lucir brazaletes multicolor. Alemania se autoamordazó en la primera foto de familia como gesto de protesta por no poder exhibir su punto de vista a través de la bandera. Un activista italiano brotó con el elemento como símbolo de paz. Nada que ver con el colectivo LGTBI. El arcoíris es, en definitiva, uno de los grandes protagonistas del Mundial. No hay día que no aparezca. A los señores del turbante les tiene agobiados y los árbitros pasan revista antes de los partidos como cuando se puso de moda que la camiseta debía ir por dentro del pantalón. Llevarla por fuera era de macarras. Cualquier distintivo es pecado.

El arcoíris es uno de los protagonistas del Mundial, no hay día que no aparezca, y los árbitros pasan revista antes de los partidos

La vida está llena de ejemplos. Por más que prohíbas, al final siempre hay algún milímetro que se te escapa, un limbo en el que la norma no puede actuar como censora. La ley y la trampa, ya me entiende. Y en este espacio de oportunidad, apareció Adidas, que también tiene origen alemán. El círculo cerrado. El marketing y la publicidad viven del 'insight'. La firma deportiva lo vio con tiempo y distancia. O tal vez no, quizás fue producto de la casualidad y la mezcla aleatoria de colores. Solo sus diseñadores lo saben. La realidad es que el arcoíris está vivo en Qatar. Solo hay que echar un vistazo a las botas de las principales estrellas del Mundial, que lucen la multicolor en las líneas de sus botas. Adidas ha encendido la mecha sin hacer ruido, de una forma sutil, pero a la vez muy perceptible. Con cierto disimulo. El brazalete es demasiada exposición. Mejor buscar otros lienzos. La explosión de colores también se aprecia en las rayas de las camisetas de entrenamiento de la selección teutona. Un paso más allá.

La colección de la discordia (para algunos) se llama Al Rhila, un armario en el que todos los modelos diseñados por Adidas para el Mundial tienen el arcoíris como hilo conductor. El fondo oscila entre el blanco, el negro y el azul, pero la bandera multicolor no desaparece. La FIFA no tiene mucho que decir. Quitar un brazalete es tarea fácil, descalzar a los futbolistas habría reventado la piñata, algo que el máximo organismo del fútbol mundial tampoco quiere. Vive entre dos aguas. Intenta vadear para no ahogarse. Pone los medios para satisfacer a los jeques, pero no estrecha demasiado la soga a las federaciones que alimentan su cuenta corriente por los siglos de los siglos. Qatar, al final, es flor de un día, aunque el hambre que destilan los petrodólares en todos los ámbitos del deporte mundial hace vivir a la FIFA con el bolo colgando.

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La censura se le ha escapado a la FIFA por los pies de las estrellas. Adidas ha sacado la bandera del ropero por el sótano. Ha declinado opinar sobre la polémica. Su obra está clara. Tampoco tiene mucho que decir. Si vio el 'insight', ahí tiene los réditos. Y si fue accidental, producto de su espontánea apuesta por el color como expresión de felicidad, ha dado en el clavo. Su postura, en cualquier caso, eclosiona, con tono vivo y destello, en el último reducto, en el nexo entre la oportunidad y el éxito.

El contacto final del balón antes de besar la red y honrar al rey del fútbol, el gol. Golazo de Adidas a la censura.

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