Telegrama
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Antonio Piedra: «Tuve la suerte y el honor de conocer al hombre en su humanidad sin barnices: siempre razonable, cercano, crítico (...) mortal en sus temores, e inmortal en sus deseos»Antonio Piedra
Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:45
Qué difícil hablar sobre Delibes en telegrama. Mi amistad con Miguel se remonta a 1973, por iniciativa de Jorge Guillén. Tres años antes, el maestro del 27 se había retirado de la enseñanza, debido a un accidente en Puerto Rico, y por causas no aclaradas, alguien pensó en la redacción de El Norte de Castilla que ya no le interesaba la lectura del periódico. Gran error. Una mañana, desde Massachusetts, me llamó el poeta con un encargo: «Por favor, hable con Miguel Delibes y dígale lo que pasa, y que me manden el periódico». Así lo hice. Y así empezó mi amistad con Delibes, que duró 37 años, y que, regularmente, mantuvimos viva, como un rito, casi todos los miércoles de cada semana.
Imposible resumir aquí el contenido de esas pláticas por el Campo Grande, por la Acera de Recoletos, en su domicilio, o en la casa de Francisco Pino. Quizás un día, cuando tenga la serenidad suficiente para equilibrar la fábula y el mito, la amistad y la realidad, publique esos apuntes sobre el gran hombre fuera ya del campo de batalla de la literatura.
Tuve la suerte y el honor de conocer al hombre en su humanidad sin barnices: siempre razonable, cercano, crítico, con esa desconfianza del psicólogo que retarda sus conclusiones, de una ironía inteligente, con esa melancolía congénita del escritor que conoce los adentros y no quiere suplantarlos por sucedáneos, que huye del espectáculo por sistema, que intuye la cuota de misterio que habita en las almas, con esa tozudez castellana para ponerse de acuerdo con la realidad, y también con ese espíritu humanista de signo aristotélico y pitagórico: mortal en sus temores, e inmortal en sus deseos.
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