
Los paisanos de Delibes, su paisaje, su anclaje vital
Buscar al otro ·
La dedicatoria de la novela como agradecimiento a su ciudad coronó la despedida literaria de un escritor que hizo bandera del arraigo y el sentimiento de deuda con su tierraSecciones
Servicios
Destacamos
Buscar al otro ·
La dedicatoria de la novela como agradecimiento a su ciudad coronó la despedida literaria de un escritor que hizo bandera del arraigo y el sentimiento de deuda con su tierraResultaba inédita para los vallisoletanos la escena de tantos vecinos haciendo cola en silencio para acceder a la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento aquel ... 12 de marzo de 2010. La muerte de Miguel Delibes confirmó la existencia de un afecto tan profundo como velado hacia el escritor vallisoletano. Miles de ciudadanos desfilaron ante quien vivió apegado lo mismo a su ciudad que al campo, dejando sentidos mensajes de duelo, destellos del sentir contenido y afectuoso de sus paisanos.
Fueron cientos los textos anónimos de lectores y seguidores de su obra los que llenaron las páginas de los libros de condolencias habilitados en la Casa Consistorial. Pocos días después, la familia del literato agradecía en una carta las muestras de cariño recibidas. «No saben hasta qué punto nos han consolado y reconfortado, al tiempo que nos hacen aún más conscientes del privilegio que supone llamarse Delibes y del compromiso ético que apareja», hacían constar en la misiva. «¿Cómo transmitir hasta qué punto nos han emocionado las palabras afectuosas que han inundado los libros dispuestos al efecto en el Ayuntamiento de Valladolid? ¿Podemos buscar una por una a todas las personas que aplaudían el paso del cortejo fúnebre, para decirles que su expresión de respeto y admiración nos puso la carne de gallina y nos arrancó las lágrimas?».
Las muestras de afecto que se sucedieron en los días que siguieron a su muerte eran la respuesta a una estima recíproca cultivada durante años. Una historia de apego entre el cazador que salía al campo y se desdoblaba en paseante urbano, y su tierra. En septiembre de 1986 el escritor la hizo explícita al ser nombrado Hijo Predilecto de la ciudad: «Valladolid –proclamó en su discurso– ha pagado con creces mi fidelidad. Estoy aquí porque sin este cepellón de tierra bajo mis pies tal vez mi imaginación se hubiera esterilizado».
El entonces alcalde Tomas Rodríguez Bolaños fue el valedor de aquella cita en la que el novelista estuvo acompañado por Javier Solana, ministro de Cultura; Demetrio Madrid, presidente de la Junta de Castillla y León, y entre los escritores no faltaron Emilio Alarcos, Torrente Ballester, Francisco Umbral o Francisco Pino. El mismo edil reconocería en aquella ceremonia –en la que se leyó un telegrama de adhesión del Rey Juan Carlos– que le había costado trabajo convencer a Miguel Delibes de la conveniencia del nombramiento.
'Mi ciudad' era el título del texto que leyó en el salón municipal de recepciones, un canto al sentimiento de arraigo y pertenencia a la tierra donde nació. «Abrumado» se mostró en aquel multitudinario homenaje «en el que el escritor se confesó como deudor de Valladolid y no a la inversa. instando a los vallisoletanos a conservar sentimientos como la ternura, la solidaridad y el mutuo respeto». Así lo recogía la crónica publicada por este periódico el domingo 7 de septiembre de 1986.
Se proclamó siempre el periodista y escritor orgulloso de vivir cercano al terruño que le vio nacer. Si su vida y su obra estuvieron impregnadas de un paisaje castellano que se resistió a abandonar por más ofrecimientos de oportunidades literarias y periodísticas lanzados desde Madrid, fue en parte por esa pasión contenida que se tradujo en lazos con personas y lugares, con el páramo y con la naturaleza urbanita del Campo Grande, tan cercano a su casa natal.
En las páginas de 'El hereje' estampó la dedicatoria 'A Valladolid, mi ciudad', un tributo de despedida con el que coronó un catálogo literario en el que siempre resonó el eco de su tierra, sus gentes, sus anhelos, su olvido. Al igual que las alusiones a su ciudad, a su periódico y a la tierra castellana siempre estuvieron muy presentes en sus discursos. En el de investidura como doctor honoris causa por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (26 de junio de 1987) dejó clara su voluntad de empatizar con sus vecinos: «A través de mi viejo periódico El Norte de Castilla, de mis libros y novelas, mi objetivo ha sido siempre buscar al otro, conectar con mis conciudadanos, tenderles un puente».
Del compromiso con su tierra versó el texto pronunciado al ser distinguido con la Medalla de Oro de la provincia de Valladolid el 19 de abril de 1993. «Con el tiempo fui advirtiendo las difíciles condiciones de vida de mi provincia, al tiempo que advertía, a través de sus piedras milenarias –templos y castillos–, la importancia de su pasado. Entonces pensé que posiblemente la historia de Europa, incluso la historia del mundo, hubieran sido distintas sin mi provincia. Paralelo a mi preocupación por su subsistencia, crecía, pues, el orgullo de mis raíces, con lo que se iba depurando mi amor por ella. Porque ¿cómo no amar a una tierra que, a pesar de su pobre circunstancia física, había dejado una huella tan honda en la historia? ¿Cómo no admirar a una provincia que, unida a otras no más favorecidas en una entidad llamada Castilla, había creado España a juicio de Ortega? ¿Cómo mostrarme indiferente ante el hecho de que quinientos años atrás se hubiera trazado en Tordesillas el destino del mundo?». Persuadido de que su origen y su destino era Valladolid, consideró que tras el reconocimiento que le tributaron el Ayuntamiento como la Diputación latía su «vallisoletanismo sincero».
Adentrarse en la trama urbana de Valladolid supone darse de bruces en algún momento con la escultura del Delibes caminante a la entrada del Campo Grande frente a la plaza de Zorrilla, por las calles por donde transita la ruta de 'El hereje', por la vía que lleva su nombre en el barrio de Covaresa o, llegados a las inmediaciones del estadio José Zorrilla donde vivió su pasión blanquivioleta, contemplar el Centro Cultural Miguel Delibes. En la urbanización Los Doctrinos ocho de sus novelas identifican las calles. Igualmente en el extrarradio, miles de universitarios bregan a diario con los saberes en el campus al que también da nombre en una Universidad en cuya Facultad de Comercio impartió enseñanza.
En 1983 la UVA le distinguió con el título de doctor honoris causa. En la ceremonia celebrada el 28 de enero declaró que «en el mejor de los casos» se tiene por «un testigo de Castilla que ha levantado acta notarial sobre las formas de expresión de nuestros pueblos en la segunda mitad del siglo XX(...). Admitid, pues, que a la hora de expresar mi gratitud, junto al glorioso nombre de esta universidad, coloque los de Valladolid y Castilla, y parafraseando y volviendo del revés el famoso verso de Machado, os diga con no poco fundamento: 'Os debo cuanto he escrito'».
Cabe traer a colación en este octubre con el calendario cultural copado por la Semana Internacional de Cine de Valladolid al Delibes cinéfilo, ocupante de butaca en el festival donde se proyectaron adaptaciones de sus novelas. Múltiples han sido también desde su fallecimiento los actos de recuerdo a su persona, el seguimiento de su traza literaria, de su pasión periodística, de los que se han hecho eco ferias del libro, foros universitarios, tesis doctorales, la Cátedra Miguel Delibes o la Fundación a la que da nombre.
Varias fueron las exposiciones que alargaron la sombra del escritor a partir de 'El hereje' como tributo a su ciudad. En el verano de 2013 un gran mural recibía al visitante en la Sala de Las Francesas con la dedicatoria 'A Valladolid, mi ciudad'. Así se abría la exposición 'El viaje de los libros prohibidos' a partir del variopinto material del que se rodeó el literato a la hora de abordar la novela.
La pandemia obligó a posponer la muestra de la Biblioteca Nacional de España que proponía un recorrido biográfico por la vida de Miguel Delibes con motivo del centenario de su nacimiento y que los Reyes de España iban a inaugurar el 19 de marzo de 2020. Cinco días antes se decretó el confinamiento, por lo que no pudo abrirse al público hasta el 18 de septiembre.
«A mi padre le hubiera emocionado tanto afecto aun sabiendo que lo tenía», agradeció en la misa funeral su hijo el biólogo Miguel Delibes Setién al apreciar las muestras de cariño dispensadas desde que se tuvo noticia de su muerte aquel amanecer de marzo con copos de nieve. Desde entonces, siguiendo aquella estela de afectos no han faltado homenajes, congresos, actividades en multitud de colegios, institutos, centros cívicos, clubes de lectura y reductos culturales donde su llama literaria sigue prendida.
El Norte de Castilla publica en su página web hasta el próximo 4 de noviembre una sucesión de noticias, reportajes y vídeos que analizan 'El hereje', la última novela de Miguel Delibes cuando se cumple un cuarto de siglo de su llegada a las librerías. La oferta informativa con motivo de esta efeméride, que se agrupará en el especial digital '25 años de 'El hereje' , culminará el próximo 4 de noviembre con un suplemento monográfico sobre la obra del escritor vallisoletano que se ofrecerá junto al periódico impreso.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.