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Un colorín, dicen en León. Y es que en esta tierra el pimentón está total e incondicionalmente unido a su tradición culinaria. ¿Cómo concebir sin este elemento rojo, sabroso y de peculiar aroma unas sopas de trucha, unos callos o cualquier plato al ajo arriero?
Dulce, picante o agridulce, este último el más habitual en los platos leoneses; pero todo va en gustos y en capacidad para soportar el picante... y, de ahí, ese peculiar chorizo con firma de esta tierra. El pimentón está tan unido a la gastronomía leonesa que cuesta creer que no lo produzcan sus campos. Lo más habitual es importar el de la Vera de Cáceres, aunque también el murciano es de calidad y sabor; pero menos frecuente en esta comunidad en principio por cercanía y canales de distribución en su origen.
En realidad la primera vez que se cita este misterioso pigmentum es en la obra de Estrabón quién, narrando el supuesto viaje de Eudoxo de Cícico hablaba de las especias que había traído del lejano oriente, debía ser India. El pimiento llegó a España de la mano de Cristóbal Colón, éste se lo regaló a los reyes Católicos en el Monasterio de Guadalupe y, a partir de ahí, se fue ampliando su cultivo por diferentes zonas extremeñas, en los diferentes monasterios de la zona. Por razones climatológicas, no en todas las zonas el pimiento era de la misma calidad, por lo cual, con el paso de los años el proveniente de la región de la Vera ha tenido el mayor reconocimiento en el mundo culinario.
Pimientos recolectados en su perfecto punto de maduración, secados con humo de maderas nobles y molidos y sin más conservante ni colorante que el propio producto, nada que le reste calidad y pureza .El bacalao y el congrio, las mollejas, todavía las 'entrañas' o las ancas de rana en salsa, las sopas de ajo... incluso las verduras y patatas cocidas como la lombarda, la berza, la coliflor y, desde luego, las judías verdes o una menestra completa van regadas con su refrito de ajos y pimentón.
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El dulce es el más adecuado para dar gusto y color a todo tipo de platos, no pica y regala un aroma ahumado. Es tal vez el más adecuado para paladares poco acostumbrados. El agridulce es el más consumido por los leoneses y apasionados de este producto. Proporciona un color rojo intenso con un ligero toque picante muy suave. El auténtico pimiento ocal no es mezcla de dulce y picante sino una variedad obtiene a partir de una variedad. Por último, el picante aporta también color y sabor ligeramente ahumado y es el indicado para la elaboración de embutidos picantes y el aderezo de platos más fuertes, callos, mollejas...
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