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Alto valor energético, elevado aporte de proteínas de alto valor biológico y de fibra, calcio y hierro. Es por ello uno de esos alimentos que levantan pasiones porque, además, su sabor suave y sus posibilidades gastronómicas interesantes concierten a la chía en una nueva propuesta ... interesante.
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Las semillas de chía son muy fáciles de incorporar a la dieta. Su delicada aportación al gusto permite que se pueda añadir a casi cualquier plato, por lo que es útil para espesar una salsa o dar cuerpo a un acompañamiento. Sus semillas se pueden comer crudas, empapadas, en purés, en papillas, en productos horneados o espolvorear por encima de los yogures, verduras o platos de arroz y legumbres. Absorben agua y grasa y esto las hace ideales como sustitutos del huevo en las recetas, Mezcladas con agua, se convierten en un auténtico gel.
Para su consumo, no tienen que ser molidas como las de lino, en este caso el grano se puede comer entero; así es más fácil de preparar e incorporar en cualquier plato. No obstante, es recomendable dejar la chía a remojo en agua para su consumo. Así esta capa gelatinosa ayuda a la digestión y la hace más ligera. Añadir semillas de chía a las recetas, aumentará drásticamente su valor nutricional.
En la época precolombina, la chía era uno de los cuatro alimentos básicos de las civilizaciones de América Central (aztecas y mayas), junto con el maíz, el amaranto y los porotos. Sus semillas se utilizaron para elaborar medicinas, cosméticos y eran la base de su alimentación y también de la de sus animales. Los mayas hacían ofrendas de estas semillas a los dioses, en agradecimiento por las cosechas. Su uso y cultivo en México, se remonta a unos 3.500 años a.C. En dialecto 'nahuatl', la palabra 'chiactic' significa aceitoso o grasoso y el nombre Chiapas, actual estado al sur de México, significa 'agua de chía'. La harina tostada se utilizaba en la preparación de una popular bebida refrescante y nutritiva.
Una de las fórmulas más fáciles y habituales para comer chía es el pudin, mezclando un cuarto de taza de semillas con leche de almendras y el zumo de frutas son las opciones más populares, por ejemplo.
Una vez que las semillas han ganado cierta textura sólida y ya no hay líquido, el pudin estará listo para comer. Un cuarto de hora y a la nevera. Otra idea es hacer unas magdalenas con frutos rojos y chía o un batido de bayas antioxidante o echarlas en el yogur o kéfir. También en platos salados la chía puede tener un buen papel como en una ensalada con arroz, calabacín, tomate y muchas hierbas además de un aderezo tradicional pero sustituyendo el vinagre por limón.
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