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Con un sabor intensamente afrutado es una propuesta diferente para disfrutar de un helado casero y fresquito. Se puede elaborar con frutos rojos, pero en ... este caso, se opta por grosellas que se pueden comprar congeladas.
Primero en una cazuela se cocinan las grosellas negras, con la mitad del azúcar y el zumo de limón. A fuego lento se va removiendo y se sube un poco la intensidad hasta que hierva y la fruta forme una salsa espesa. Para evitar que se pegue en el fondo se va removiendo con la ayuda de una cuchara de madera. Se deja enfriar y se pasa la salsa por un colador, se exprime bien la fruta para aprovechar todo el jugo. Después se cubre con papel albal el bol con la salsa de grosella y se deja en la nevera hasta el día siguiente o al menos cuatro horas.
Por otro lado, se baten las yemas de huevo con un poco de esencia de vainilla y la otra mitad de azúcar. Cuando esté disuelto se vierte todo en una cazuela con la leche que estará caliente a fuego medio, al incorporar las yemas se sigue removiendo hasta conseguir que espese la mezcla. Una vez conseguida la textura de esta crema se cubre con papel transparente para evitar que se forme una costra y se deja enfriar. Entonces, se deja en la nevera junto a la salsa de grosella hasta el día siguiente.
Transcurrido el tiempo se unen las dos mezclas y se baten con la ayuda de unas varillas eléctricas. Se vierte en un molde y se deja en el congelador durante una hora u hora y media. Después se remueve bien la mezcla de nuevo y de nuevo al congelador. Este proceso se tendrá que repetir al menos cuatro veces cada hora para conseguir que quede una textura cremosa y no se congele quedando muy duro.
Ingredientes: zumo de medio limón, cinco yemas de huevos, 400g grosellas, 350 ml leche entera, 250ml nata, extracto de vainilla y 200g azúcar
Proceso: En una cazuela se cocinan las grosellas negras, con la mitad del azúcar y el zumo de limón. Cuando se alcance una textura espesa se enfría y se pasa por un colador. Se cubre el bol con papel albal se deja en la nevera hasta el día siguiente. Por otro lado, se baten las yemas de huevo con un poco de esencia de vainilla y la otra mitad de azúcar. Se añade a una cazuela con la leche caliente y se remueve a fuego medio hasta que espese como una crema. Se tapa con papel transparente y en la nevera también hasta el día siguiente. Al día siguiente se unen las mezclas se baten unas varillas eléctricas. Se vierte en un molde y se deja en el congelador durante una hora u hora y media. Después se remueve bien la mezcla y de nuevo al congelador. Este proceso se tendrá que repetir al menos cuatro veces cada hora para conseguir que quede una textura cremosa y no se congele quedando muy duro.
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