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El queso es uno de nuestros productos favoritos. Su versatilidad queda perfectamente demostrada tanto en recetas dulces como saladas aunque por eso de ser viernes y pensar en el fin de semana, volvemos a los postres. Hoy, buñuelos de queso.
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Susana Gutiérrez
Ademá de esas virtudes culinarias ... contrastadas, desde la Organización Interprofesional Láctea (Inlac), nos recuerdan que el queso contiene proteínas de alto valor biológico y es uno de los alimentos con mayor concentración de calcio que existen hasta el punto de que, una sola porción de 100 gramos equivale al requerimiento diario de una persona adulta. El queso es, de igual forma, un alimento rico en vitaminas A, D, B12, B9 (ácido fólico), B1 (tiamina) y B2 (riboflavina). Las principales guías en alimentación recomiendan tomar entre dos y cuatro raciones de lácteos al día, dependiendo de la edad y circunstancias de cada colectivo. Una ración de leche equivaldría a 200-250 mililitros (una taza o vaso), mientras que la ración de yogur serían 250 gramos (2 yogures). Por lo que respecta a los quesos, la porción de semicurado o curado recomendada rondaría los 30 gramos y, la de queso fresco, sobre 60 gramos, según los datos de la organización.
Ingredientes
Dicho esto, lo mejor es ponerse manos a la obra y para realizar esos buñuelos de queso son necesarios los siguientes ingredientes: 250 gramos de harina, 130 gramos de azúcar blanco, un sobre de levadura, esencia de vainilla, 2 huevos, aceite de girasol para freír y azúcar glas.
Elaboración
Para la elaboración, en primer lugar es preciso mezclar lo que se considera como ingredientes secos, como son la harina y la levadura y tamizarla, es decir, se pasa por un colador para que no quede ningún grumo y cuando este paso se haya realizado, añadimos el azúcar.
En otro recipiente diferente, se mezclan los huevos, el queso fresco y unas gotas de esencia de vainilla. Una vez listos, se añaden los ingredientes del primer recipiente al segundo hasta que se hayan mezclado.
En una sartén se calienta el aceite a 180 grados, y con la temperatura deseada se va añadiendo la masa en forma de bolas. Una buena referencia como medida es una cuchara.
Los buñuelos suelen estar listos en unos cinco minutos, conviene hacerlos con calma y no freir varios a la vez para que no se peguen entre sí.
Una vez listos se depositan en papel de cocina para que suelten la grasa. El último paso consiste en echar por encima el azúcar glas y así, ya están listos para comer.
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