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Humor a golpe de TACEl TAC ha apostado con fuerza por el buen humor en su 25ª edición para la amplia mayoría de sus espectáculos en espacio abierto. Naturalmente hay espacio para la acrobacia pura y dura, como demostró desde primera hora el catalán Martí Soler en 'Finestres', que ... a pesar de su envoltorio 'clown' propuso un espectáculo amargo, político y reflexivo a base de piruetas circenses muy bien acogidas por el público de Portugalete.
Los espectáculos ambulantes ostentaron holgadamente su capacidad de convocatoria. Ya 'La barbería ambulante de Tag Time' reveló además uno de los momentos más tiernos de la tarde; su interacción con el público, repleta de humor blanco e intercalada por bops a capella muy propios de cierto estilo norteamericano de principios de siglo XX, pudo lucirse cuando uno de sus integrantes supo desenvolverse sin problemas en lengua de signos para hablar a unas vecinas con discapacidad auditiva. Un alarde que ya constaba en el programa pero que la compañía tuvo ocasión de demostrar que los hechos trascendían las palabras impresas de una presentación, en un espectáculo que además enarbolaba en la barbería uno de los pocos reductos verdaderamente masculinos, sin sexismos, que brindan experiencias exclusivas para el género varonil.
Toti Toronelli con 'Paquets' en la calle Santiago supieron llevar al TAC la mímica, el lenguaje y el humor 'minion', para deleite de los más pequeños y con aciertos melódicos como una coreografía a ritmo de 'Sinnerman' de Nina Simone. Precisamente a nivel musical se lucieron los portugueses Mimo's Dixie Band con su show 'Go go & Stay stay street', que arrancó en la calle Pasión y desfiló por Plaza Mayor, calle Santiago y Plaza Zorrilla retrotrayendo, de nuevo, a cierto jazz clásico y bailongo propio de cuando este género musical formaba parte vital y orgánica del pueblo y de las calles, más que cuando se enclaustró en bares y clubes envuelto en (muchas veces pretendida) sofisticación cerebral.
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Pero sin duda uno de los mayores aplausos fue para la audaz propuesta 'Welcome & Sorry', de la compañía vasca Ganso&Cía. Jugando con un lenguaje universal, un humor tremendamente medido en sus tiempos y eficaz en sus gags, y buscando tender puentes entre el Hamlet shakesperiano y el ADN de un teatro de calle (incluyendo incorporar a niños y niñas del público al show), la agrupación termina por brindar, en su aparente naïf puesta en escena, una de las más ácidas y agudas reflexiones sobre el arte escénico que se puede encontrar entre las propuestas de esta edición.
Desde Catalunya, la compañía Llum de Fideu también lanzó un atrevido planteamiento en 'Sfumato (ensayando para la caída de los contornos)', donde propuso desde Moreras una serie de ideas sobre las relaciones entre especies: seres humanos, peces, palomas… Con banda sonora de las variaciones de Vivaldi que compuso Max Richter, la compañía da la vuelta a las dinámicas que establecemos habitualmente como personas frente a estos animales y nos obliga a examinarnos viendo las cosas desde su punto de vista.
Volviendo al humor, los franceses Colbok lucieron de rosa para que, en 'Lâcher de ballerines', se mezclasen la comedia capaz de meter a una niña del público en un contenedor con los pasos de ballet embutidos en tutú de quienes fluctúan entre lo onírico infantil y el mundo adulto real.
Desde San Pablo, La Corcoles propuso un espectáculo funambulista de altura en 'H', mientras en Plaza España la 'Boucherie Bacul' servía poco ortodoxas dosis de humor belga a cargo de la compañía Pikz Palace. Una comedia más convencional pudo verse en 'Olympics', a cargo de Nacho Villar Producciones & Yllana.
En Mantería, un pequeño retraso de 'El itinerante' de Circ Pistolet mostró uno de los ambientes más típicos del TAC: basta con buscar un grupo de gente reunida en un lugar concreto para saber que, antes o después, allí se celebrará un espectáculo. Las acrobacias de los catalanes hicieron las delicias de un público que hubo de lidiar, con sus propias acrobacias y piruetas, con ciertas avispas nada bienvenidas, en una serie de aspavientos que, en sí mismos, bien podían ser complementos, a su manera, de un muy particular teatro de calle.
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