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El proyecto del Ayuntamiento de Valladolid para el Teatro Lope de Vega, cuya adquisición mediante permuta de suelo con Unicaja Banco, se cerró el martes, prevé un uso teatral, musical y de danza, con especial atención a las bandas, grupos y compañías locales, según desveló ... ayer el alcalde, Óscar Puente, en rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno del Consistorio. Y aunque el camino por recorrer es largo, –tiene por delante presentar el proyecto de rehabilitación de un edificio sin uso desde hace casi veinte años, cerrado por el mal estado de sus componentes, y la propia ejecución del mismo–, el equipo de gobierno se ha impuesto la obligación de llevarlo a buen puerto antes del final del presente mandato, es decir, el año 2023.
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«Aún es pronto para conocer el modelo de gestión», –directa o indirecta–, así como las características del proyecto de rehabilitación y la naturaleza de la programación, aunque el alcalde garantizó que su destino será cultural y escénico, al tiempo que anunció que el Ayuntamiento va a conversar con el empresario Enrique Cornejo, «con el que tenemos una magnífica relación y al que hay que escuchar». Antes de hacerse pública la operación, el gerente del Zorrilla planteó a Unicaja un proyecto que pretendía hacer del Lope de Vega centro de referencia nacional en danza y ópera, proyecto que Cornejo ha puesto ahora a disposición del Consistorio.
Fruto de su tiempo, el Teatro Lope de Vega, como otros templos de la escena de ese periodo del XIX, vio la luz gracias a un proyecto de suscripción popular que venía a compensar las dificultades financieras de las arcas municipales, incapaces de asumir por sí solas el precio de su edificación. Ese sistema, no muy diferente a los clubs deportivos actuales por el que sus usuarios forman parte de la propiedad mediante la adquisición de acciones, fue el responsable de que ya en pleno siglo XX, sacar adelante cualquier proyecto de reforma o de impulso resultara un esfuerzo titánico condenado casi siempre al fracaso. Por ese motivo, Jesús Yáñez, constructor vallisoletano amante del teatro, emprendió la compra de todos los títulos en manos de pequeños accionistas, un objetivo que logró en un amplio porcentaje, pero no en su integridad. Así nació la sociedad limitada Auditorium Privatum, integrada por los copropietarios del Lope de Vega en posesión de acciones, que gestionó este espacio cultural hasta 2006. Antes, en el año 2000, ya había cerrado sus puertas como local para espectáculos con público y se vio relegado al alquiler para ensayos o grabaciones de compañías o grupos –alojó durante un tiempo a la OSCyL–, hasta que en febrero de 2006, durante la grabación de un concierto con el tenor Juan Diego Flórez, músicos y cantante tuvieran que abandonar la sala principal por el desprendimiento de partes del techo. En abril de ese año la puja más alta, siete millones de euros, con un precio de salida de 5,8, fue la de Caja Duero, cuyo objetivo era el uso para su obra social. Catorce años después Unicaja lo vende a cambio del 25% del dinero que invirtió, tratándose de un banco, en una infrecuente por poco rentable operación financiera que ha permitido que ahora sea propiedad de todos los vallisoletanos.
Con todas las cautelas, –«es muy pronto y en principio no hay que dar nada por cerrado», dijo–, Puente aseguró que teatro, danza y música, con especial atención a las bandas, grupos y compañías locales, serán prioritarios en el 'nuevo' Lope de Vega. Además, anunció que una parte del recinto probablemente «tendrá uso lucrativo» para ayudar a financiar gastos de mantenimiento. En este sentido, el alcalde recordó que el teatro cuenta con dos zonas diferenciadas: el propio teatro y un edificio independiente con salida a la calle 20 de Febrero.
Sobre el riesgo de saturar la oferta escénica vallisoletana –la ciudad cuenta con Calderón, Zorrilla, Carrión, Cervantes, LAVA, Centro Cultural Miguel Delibes y esporádicamente, el Auditorio de la Feria–, defendió que Valladolid «tiene una capacidad increíble para absorber actividad teatral».
En este sentido, la concejala de Cultura, Ana Redondo, ofreció en declaraciones a este periódico detalles del proyecto que van más allá de su uso como mero contenedor para la exhibición de espectáculos. «Se trata de no pensar únicamente en la exhibición, hay que concebir el Lope de Vega como espacio para la creación y también para que las compañías locales se conviertan en industrias culturales completas, capaces de crear y exhibir, pero también de liderar todo el proceso de comercialización de sus montajes e incluso de su exportación a otros países», defendió Redondo, quien no descartó emplear la fórmula de teatro residente por el que compañías locales se benefician del espacio escénico de forma estable para poner en marcha sus proyectos.
En este punto, el presidente de Artesa –Asociación de Empresas de Artes Escénicas de Castilla y León–, Tomás Martín, confesó ayer su sorpresa por la compra. «Me parecía un poco difícil que el Ayuntamiento se atreviera con tanto teatro, pero también me sorprende la actividad teatral que hay en Valladolid, no sé si hay algo parecido en otra ciudad en España de tamaño similar». Recuerda que las compañías de Castilla y León están actuando en el Auditorio Miguel Delibes dentro de un programa escénico que, apunta, «está teniendo mucho éxito, con un 25% de funciones en las que se ha colgado el cartel de lleno». Piensa que en esa línea debería orientarse la programación del coliseo una vez que se restaure.
Ana Redondo señaló que para cumplir el objetivo de convertir Valladolid en ciudad creativa es imprescindible visión global a la hora de programar y trabajo en común de todos, compañías, empresarios privados de teatro y el propio Ayuntamiento.
Sobre el posible acceso a las ayudas gubernamentales para la rehabilitación previstas en el programa del 1,5% cultural –que prevé actuaciones en teatros de destacado valor patrimonial o histórico pertenecientes al Patrimonio Histórico, e intervenciones en Bienes Inmuebles de Interés Cultural (BIC)– Redondo lamentó que la tramitación del Lope de Vega como BIC, iniciada en el Consistorio, se retrasa en manos de la Junta. En todo caso, aún no hay una estimación actualizada del coste de la rehabilitación, como admitió el propio alcalde. En 2008, la entonces propietaria, Caja Duero, hizo público un proyecto presupuestado en siete millones de euros que, doce años después y tras todo este tiempo de abandono, hoy sería escaso. Para tratar de sujetar el gasto, el Ayuntamiento no descarta acudir al modelo de las escuelas taller, para lo que ya se ha puesto en contacto con la Fundación Santa María la Real.
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