Valladolid

'Alud' lleva a la danza la poesía desnuda sobre la maternidad de Plath

Alfonso Ordóñez retoma su faceta artística tras 16 años dedicado a la gestión cultural empujado por el reto que le propuso Alberto Estébanez, al frente de CIDANZ Producciones. Ordóñez bailó dos veces en el escenario del Calderón con su compañía Danat Danza, dirigió el LAVA y ahora se sumerge en el mundo de Plath.

«Intentó huir del filtro rosa que rodea a la maternidad contando de forma muy física y sorprendente esa experiencia», explica el coreógrafo. «No hemos hecho una traducción literal de la poesía a la danza, son lenguajes paralelos». En algún momento la escenografía remite al hospital y «hay una referencia en colores: la madre entusiasmada se identifica con el blanco, el azul casi negro para la que no logra serlo y el rojo, para la que debe dar el bebé en adopción. Hay conexiones, asociaciones de imágenes que se descubren cuando te sumerges en la danza».

A las tres mujeres de Sylvia Plath, Ordóñez añade una cuarta, «un personaje cercano a Ariel, a quien la escritora dedicó otro poemario, también presente en 'La tempestad' de Shakespeare. Es un personaje aéreo, provocador, como la Campanilla de 'Peter Pan'». Lo encarna María Quiroga, música y cantante. Sara Sáiz, Leticia Bernardo y Alejandra Miñón son las tres bailarinas.Vestidas por María Lafuente bailan al son de la música de Julio Aller y envueltas en los vídeos de Fran Santacruz.

Alberto Estébanez, creador del Certamen Internacional de Coreografía Burgos & Nueva York y del primer Centro Autorizado de Danza de Castilla y León, calificó de «maléfico y hermoso» el homenaje a la maternidad. «Cuando lo abordamos al principio no sabíamos lo que ocurriría. De las tres bailarinas una constató que jamás sería madre, otra tuvo una experiencia trágica y otra es madre de una niña que a veces se preguntas qué se ha perdido. Mucho de lo que escribió Plath está en ellas», contó Estébanez, actual presidente de Artesa.

Desde esta organización gremial considera que sigue «habiendo déficit en buscar sinergias entre compañías, productores y sala de exhibición». Ahora «hay bailarines que han salido de las escuelas de Castilla y León en toda España y Europa». Intentar que se queden a trabajar en su tierra pasa por tener más oportunidades laborales aquí. De eso también habló Ordóñez que en 16 años de ausencia no ve que «se hayan abierto más puertas en los escenarios».

En cuanto a la evolución artística «trabajamos con una herramienta delicada, el cuerpo, contamos con él como transmisor de emociones. La danza se ha ido haciendo más conceptual, eso me interesa porque quiero generar pensamiento en el público, ir un poco más allá de la provocar emoción con el movimiento». Por eso también echa de menos «reflexiones en torno a la pregunta para qué bailar, qué quiero enseñar. Bailar es un ejercicio de narcisismo, mi cuerpo está potente, tengo unas facultades excepcionales pero ¿qué quiero comunicar? Ha habido una eclosión de danzas urbanas aunque veo falta de contenido. En la clásica en España nos cuesta mantener la excelencia y la búsqueda de virtuosismo».