Entrelazar la muerte y el amor a través de la danza

«Me interesaba encontrar ese límite, es una película sobre la condición de la muerte y la condicionalidad del amor». Y todo eso se lleva a cabo con diferentes lenguajes, donde tiene especial protagonismo la danza y la música de María Arnal. «Trabajamos sin saber quién iba a encarnar a estos personajes, lo que fue bastante increíble porque tenía que pensar en sus voces, tenían que cantar. Y componer las canciones sin saber qué voz real las compondría fue muy bonito», explica la cantante. ¿Y sobre la dificultad de rodar estas escenas de danza y música? «Tienes el deber de, con la cámara, restituir la fuerza y la magia que tienen el ver a los personajes en directo», responde Marques-Marcet.

Las personas encargadas de poner voz a las canciones de María Arnal al final fueron, entre otros, Ángela Molina y Alfredo Castro, quienes interpretan a la pareja protagonista. Ella, una mujer diagnoticada con una enfermedad terminal que decide ir a Suiza para poner fin a su vida y él, quien no quiere separarse de su lado tras 40 años juntos. «Cuando el personaje toma su decisión, se forma un dilema y un desasosiego, porque tienen unos hijos que se pueden sentir desamparados. Toda la familia pasa por una serie de enigmas y de crisis que conforman un viaje conjunto hacia el misterio», explica la actriz.

Y claro, de nuevo vuelve esa palabra. «Decisión». Porque también él quiere morir con ella a pesar de no tener ninguna enfermedad. «Más que sobre la muerte, es una historia sobre el amor. Uno que no tiene barreras y que supera a los hijos y a la propia vida. Cuando te sumerges en este tema, ves que sin ley de eutanasia, es una situación salvaje. Durante el rodaje vimos varios documentales sobre ello y quedé destrozado. Gente que se arrepentía, que lo hacía sin estar convencida o que lo hacía con una sonrisa en la cara», expone el actor. «Era un tema arriesgado, pero es lo que buscamos. Abrir debates, sin ser provocador, pero sí llevar las cosas a lugares donde se hagan preguntas», añade el director.

Carlos Marques-Marcet ha sido el encargado de dirigirles, con lo que supone hacerlo a personas con una carrera tan dilatada como Ángela Molina y Alfredo Castro. «No sé cuántas películas habrán hecho, y él encima es director de teatro. Piensas que te vas a hacer pequeño frente a ellos, pero observar que luego depositan toda su confianza en ti es muy bonito. Desde la cámara era como ver toda esa trayectoria, muchas veces solo era juntarles y mirarles», relata el director.

El director llega a Valladolid tras 'Los días que vendrán' (2019) o 'Tierra Firme' (2017). Ganador del Goya a la mejor dirección novel por '10.000 KM', aterriza en la Seminci con 'Polvo serán', largometraje con el que ya ha sido premiado en el Festival de Toronto.