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'En nombre de la Tierra', realizada con la técnica de animación con pintura.
Seminci

Cuando la estética no es suficiente

Dorota Kobiela y Hugh Welchman repiten con 'En nombre de la tierra' la técnica con la que triunfaron en 'Loving Vincent'

Angélica Tanarro

Valladolid

Martes, 24 de octubre 2023, 18:47

La cineasta polaca Dorota Kobiela y el británico Hugh Welchman vuelve a unir sus fuerzas tras el éxito de su primera obra conjunta, 'Loving Vincent', sobre la vida y muerte del pintor neerlandés Vincent Van Gogh. La técnica usada para esa primera aventura, lo que ... se ha venido en llamar 'animación con pintura', fue el principal ingrediente de un éxito que los llevó a una nominación a los Oscar, un premio del Cine Europeo y un inusual éxito de taquilla. Ahora vuelven a repetir experiencia con The Peasants ('Los campesinos') que aquí se ha titulado como 'En nombre de la tierra'. Se trata de una adaptación (una de las muchas adaptaciones literarias que este año pueblan todas las secciones del Festival) de una novela del premio Nobel polaco Wladyslaw Reymont, que fue seleccionada en el pasado Festival de Toronto.

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  • En Nombre de la Tierra Dirección: Dorota Kobiela y Hugh Welchman. 114'. Intérpretes: Miroslaw Baka, Ewa Kasprzyk, Malgorzata Kozuchowska, Sonia Bohosiewicz, Maciej Musial. Polonia.Teatro Cervantes. Miércoles, 21:45 h.

La animación con pinturas vuelve a ser la técnica elegida, en la que se mezclan flashes con los actores de carne y hueso, y una vez más la belleza de las imágenes es incontestable. Como en la anterior ocasión, más de noventa pintores han trabajado en estudios de Polonia, Lituania, Ucrania y Serbia para realizar las reproducciones de las obras de artistas polacos que sirven de fondo a la acción del relato.

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Este nos lleva a una comunidad campesina en la Polonia de finales del siglo XIX. Una comunidad arraigada en las tradiciones, donde salirse de la norma tiene su precio. Los campesinos se observan y controlan, se envidian y aparentemente se apoyan y, en general, responden al aserto de pueblo pequeño infierno grande. En este contexto de patriarcado, machismo y sumisión femenina, la joven y bella Jagna, cuya belleza es un castigo por las envidias que despierta en las otras mujeres y el deseo mal disimulado que dispara en los hombres, aspira a una vida más ancha y libre que la que puede ofrecerle el pueblo. A pesar de estar enamorada de un campesino casado que le corresponde, las circunstancias y la presión de su madre la obligan a casarse con el padre de éste un hombre mayo viudo acostumbrado a mandar.

La historia de machismo, violencia, adulterio, herencias turbulentas… mil veces contada no aporta nada nuevo. El valor de la película reside en la belleza de la realización. Está dividida en las cuatro estaciones del año que van ofreciendo un festín para la vista y son el marco en el que los acontecimientos se van precipitando en contra de la 'rebelde' Jagna, que se verá sometida al escarnio de la comunidad. La pregunta es si tan loable ejercicio estético puede mantener el interés de la película. Mi respuesta es que no es suficiente para sostener tan complejo entramado artístico.

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