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Terminar las clases, coger una guitarra y un micrófono y cantar temas de de artistas emblemáticos de los sesenta como Elvis Presley o Los Beatles. Así se gestaron en Valladolid muchas bandas de música que intentaron desde sus primeros momentos organizar pequeños conciertos de esta ... manera. Es el caso de 'Los Teddy Twist', uno de los primeros grupos locales de la ciudad que comenzó su aventura musical en 1961.
Al igual que este grupo de rock que tuvo su origen en el colegio San José, otros de su misma época formados por prácticamente los mismos integrantes como 'Los estrellas azules' o 'Los Hagstrom' consiguieron dar sus primeros bolos en lugares como el Teatro Carrión, en una época atenzada por la censura. Los artistas vallisoletanos lograron a través de su música y de forma humilde, adquiriendo instrumentos de baja calidad debido a los escasos recursos económicos, recorrer el país, grabar varios discos y maquetas y participar en festivales incluso fuera de la península.
Tal y como ocurrió en toda España, los 80 fue la época de mayor apogeo para las bandas locales. En un momento con enormes cambios en el panorama nacional, las limitaciones de años anteriores fueron desapareciendo y la ambición por crear nueva música era evidente en un afán por reivindicar y expresar todo lo que hasta entonces la censura no había permitido.
Javier Vielba, cantante y fundador del grupo Arizona Baby, que ya ha grabado cinco discos con su banda y se encuentra trabajando en el sexto, asegura que «en los 80, algunos grupos de Valladolid giraban por toda España» siendo una época en la que celebrar conciertos era relativamente sencillo. Algo parecido ocurrió en los 90, en donde «no había tantas limitaciones» como las existentes en la actualidad y se había conseguido inculcar una cultura en la que las bandas encontraron un refugio para mostrar su música dentro de los bares.
Así, locales históricos como 'El Niebla' uno de los primeros bares musicales de Valladolid (situado en la esquina del Ruiz Hernández), 'La Oka' (calle San Felipe Neri) más tarde llamado 'Mambo' hasta su cierre en 2015, la discoteca 'América' (calle Labradores), el patio de San Benito o el bar Asklepios que aún continúa abierto en la calle Torrecilla, se han convertido en lugares históricos donde numerosos grupos locales y nacionales organizaban bolos. Bandas vallisoletanas como Celtas Cortos, Free City o los propios Arizona Baby tuvieron la oportunidad de hacer directos en algunos de estos sitios para dar sus primeros pasos musicales.
Realmente ha sido con el cambio de siglo cuando se han originado diferentes problemas que hacen que cada vez sea más complicado mantener la cultura de las bandas locales en la ciudad. Uno de los motivos es el surgimiento de la Ley de Espectáculos públicos y actividades recreativas de la Comunidad de Castilla y León aprobada el 2 de octubre de 2006. Desde entonces, «han empezado a surgir muchos problemas para tocar en locales y bares de la zona».
Javier Vielba explica que sobre todo a partir de 2013, esta normativa se ha aplicado con demasiada contundencia, poniendo muchas trabas y dificultades a los grupos para organizar sus espectáculos. Considera que esta ley «no es realista», ya que tiene normas propias de grandes festivales y conciertos multitudinarios que se aplican también para locales pequeños y bares que intentan organizar conciertos. En consecuencia, hacer bolos con regularidad es casi una misión imposible y la magia del directo y esa explosividad musical de los 80 y 90 se ha ido disolviendo como un azucarillo.
Los hosteleros que acogían a diferentes grupos locales en sus bares han notado y mucho este cambio. La situación no tiene nada que ver con respecto a la de hace 15 o 20 años cuando los conciertos se convertían en los protagonistas de multitud de locales durante el fin de semana. Juan José García, vicepresidente de la Asociación de Hostelería de Valladolid, afirma que sobre todo después de la pandemia, «hubo una elevada masificación de eventos», que enseguida tuvieron que cortarse de raíz para llevar un cierto control. Además, también añade que hoy en día es difícil que un concierto «sea rentable» para los bares ya que «la mayoría de eventos a los que acude el público de Valladolid se organizan en teatros y en grandes edificios como la Feria de Muestras o la Cúpula del Milenio». Al igual que Javier Vielba, considera que existen muchas trabas y demasiadas limitaciones que han hecho que la hostelería no pueda acoger a los grupos locales en sus bares como se hacía en décadas anteriores.
Mas allá de la ley mencionada, son otros los problemas que existen en la actualidad. Tanto Javier Vielba como Javier Noriega, cantante del grupo de folk rock 'Hijos del Tecer Acorde' o el músico urbano Alejandro Alonso, conocido artísticamente como 'Iskender', han comprobado desde sus propias vivencias que las condiciones actuales provocan que expandir la música en la localidad y en otras ciudades resulte todo un reto. «Se echan de menos salas de conciertos que apuesten por la escena local» dice Noruega y añade que en Valladolid, «hay pocos sitios para tocar».
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Iskender, artista que roza el millón de escuchas en Spotify con un estilo pop-rock modernizado, lo corrobora y reivindica que «se deben dar muchas más oportunidades a los jóvenes». Como ejemplo, explica que una buena idea sería aprovechar los grandes conciertos que se celebran para «dejar que los grupos vallisoletanos puedan actuar como teloneros» mostrando su música a un numeroso público. En 2022, esta iniciativa se llevó a cabo y algunos músicos de la ciudad tocaron en las fiestas de San Lorenzo en el escenario de la Plaza Mayor.
Al igual que otros artistas actuales de la ciudad, Alejandro Alonso ha tenido muchas dificultades para conseguir una oportunidad encima de un escenario. Su experiencia personal explica perfectamente lo que supone hoy en día poder dar un concierto para aquellos que empiezan en el mundo de la música local. El autor de los discos 'Rockin kid' y 'Triste pero no mucho' no solo ha tenido que «poner todo de su bolsillo» sino también gestionar por cuenta propia la publicidad y entradas de sus conciertos para poder actuar. Iskender explica que si bien hay determinadas salas que cada vez ponen menos dificultades, los encargados de permitir organizar estos eventos «desconocen la situación musical de los jóvenes».
El otro gran problema con el que los tres artistas están de acuerdo es la falta de organización y de medios para que los conciertos sean de calidad. «Hay constantes cambios de fecha, falta de organización, no hay buenos equipos y en ocasiones a los artistas ni se les paga» afirma Javier Noriega. El cantante de Arizona Baby también echa en falta una mayor profesionalidad a la hora de realizar eventos. «No hay muy buenas condiciones, es importante consultar con expertos y tomárselo en serio» argumentando que en algunos conciertos de la ciudad aparecen problemas de sonido y constantes fallos técnicos que hacen que los directos pierdan mucha calidad.
Si bien es evidente que existen muchas cosas aún por pulir, los artistas consideran que la situación ha mejorado aproximadamente desde el año 2015, cuando han surgido nuevas bandas y la ley empezó a ser menos severa. «Mucha gente se ha animado a formar bandas y existe mucho nivel» explica el cantante de Hijos del Tecer Acorde argumentando que la existencia de un conservatorio de música ayuda a que aparezcan músicos con una gran calidad. En este sentido se destaca también la organización de algunos festivales y concursos en donde los grupos más aclamados tienen la oportunidad no solo de tocar sino de grabar más adelante maquetas y discos.
Javier Noriega considera que si bien este aspecto ha ido in crecendo y existen medios de comunicación que se preocupan por cubrir dichos eventos, echa en falta algo más de información acerca de las bandas locales.
Aunque desde hace unos años parece que se ha conseguido mejorar la escena local en ciertos aspectos, Vielba cree que debido a los tiempos que corren y a las nuevas tecnologías, la forma de componer música es muy diferente. «No hay la misma cultura de bandas que antes, la gente no necesita juntarse para tocar varios instrumentos, los proyectos son más unipersonales». Esto no lo argumenta como una crítica sino como un método nuevo para crear música en donde ya no es necesario formar una banda ni tener que buscar un local de ensayo para practicar.
Sin embargo, Javier Noriega destaca un aspecto muy positivo que aprecia actualmente en los conciertos de bandas locales ya que «el público es muy fiel a los grupos de la ciudad», sobre todo en estilos como el rock, donde la lealtad hacia los artistas «se aprecia en cada concierto».
Si bien la cultura de las bandas locales ha experimentado enormes cambios desde sus orígenes, tanto los nuevos grupos como aquellos que ya tienen una larga trayectoria, están convencidos de que hay calidad musical pero faltan hacer ciertos cambios para recuperar el ambiente que se respiraba en aquellos años en donde el vinilo, el walkman y sobre todo, el directo, servían de entretenimiento a un público masivo.
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