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Manolo García, durante el conicerto. Mar García

Manolo García ofrece un abundante repertorio de éxitos atemporales en Valladolid

La voz de 'El Último de la fila' triunfa en el Pabellón Pisuerga

Sábado, 26 de octubre 2024, 23:36

Recuperado de la miocarditis que en 2022 le obligó a suspender su gira, Manolo García ha vuelto esta noche a Valladolid para reiterar su estatus de artista atemporal y perpetuado en el cariño de un público que lejos de mermar continúa aumentando con los años. ... Incluso en la liga del éxito y de la veteranía, lo cierto es que Manolo García sigue simbolizando esa individualidad y libertad que exhibía en sus primeros tiempos de artista emergente. La prueba es que ni sale en los Prime-time de entretenimiento, ni es jurado de La Voz Kids y tampoco se deja captar por la sombra de esos festivales 'random' que lo mismo contratan a Lagartija Nick que a Marta Sánchez celebrando el 75 aniversario de 'Soldados del amor'. Manolo sigue yendo por libre y más si lleva décadas pudiéndoselo permitir. Y eso el público lo sigue notando y comprando, haciéndolo además con la madurez propia del consumidor musical crítico, no del coleccionista de pulseras y 'tokens' fuera de plazo de reembolso. A pesar de que Manolo y su público ya están de vuelta, lo cierto es que esta noche volvieron a mostrarse tan estimulados como en los años de su viaje de ida. La cultura musical y el agarrarse a registros musicales 'retroluminosos' siempre es una ayuda.

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Ante un Pabellón Pisuerga con entradas agotadas desde hace meses y con cerca de 5000 espectadores repartidos en pista y en gradas, Manolo García salió al escenario con la entrega que tiene acostumbrado a su público. Ni la edad (68 tacos) ni el 'apachuche' de hace dos años han hecho flaquear al que fuera ese joven cantante de Los Rápidos y Los Burros que se tiraba al público desde el escenario cuando el fenómeno 'grunge' aun no estaba en los planes. Si bien las locuras ya hay que medirlas, lo cierto es que la entrega no. Y en este sentido, en el de la entrega, Manolo García sigue siendo incalculable. Repertorio tiene pero ganas también. Pero lo más importante es que su repertorio y su dinámica escénica sí que da para las más de dos horas y media (incluso tres) de su concierto. Y la habilidad de tener al público entregado tantas horas es algo que le diferencia de las 'habilidades' de otros artistas nacionales que, por desgracia, quieren extender sus repertorios al estilo del de las grandes estrellas. No todos son Bob Dylan, McCartney, Neil Young o Manolo García… Algunos con 90 minutos ya es más que suficiente y además es el público el que debe de pilotar los tiempos.

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«lnsurrección» sirvió para arrancar una noche antológica y de síntesis de su carrera. Manolo García salió a escena entonando los primeros versos de aquel éxito de El Último de la Fila subido a un pequeño pedestal repleto de decoración cromática y popular. El artista catalán sigue apostando por un atrezo festivo, creativo, alocado y en el que la naturaleza interviene, en este caso, con motivos pétreos y con imágenes llenas de naturaleza viva. «Valladolid es una de las ciudades más rockeras que conozco» soltó al público antes de entonar 'Nunca el tiempo es perdido'. «Así que Buenas noches Valladolid». Tras la primera traca de éxitos, comenzaron a sonar los reconocibles teclados selváticos de 'Llanto de pasión', canción que Manolo García cantó bajándose del escenario y recorriendo toda la pista de público hasta llegar al control de sonido entre un público entregado y respetuoso con el momento.

Flanqueado por 9 músicos, Manolo García ofreció una primera parte en la que las guitarras cobraban plano llegando en momentos a ser cuatro las guitarras que había en el escenario. Pero poco a poco, el violín, la guitarra clásica y los registros de rumba y flamenco pasaron a primer plano. La bailaora Coral Moreno salió a bailar temas como 'La Maturanga' o 'Azulea' evocando esa debilidad por lo autóctono que Manolo lleva exhibiendo de una manera orgullosa, natural y libre de prejuicios desde los tiempos de El Último de la Fila, tiempos libres en los que la unión de lo moderno y lo español eran tendencia.

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A cierre de edición, Manolo García continuaba tirando de 'Mi vida en Marte…' sin quitarle al público sus 'Pájaros de Barro', 'Nunca el tiempo es perdido' o 'A San Fernando'. Y, por supuesto, del repertorio de El Último de la Fila no faltaron 'Lejos de las leyes de los hombres', el mencionado 'Insurrección' o, para muchos, el himno más popular de las últimas décadas como sigue siendo ese 'Como un burro amarrado a la puerta del baile'.

Entregado, sin filtros, cercano, generoso y con cierta locura de primera generación punk aún latente, Manolo García sigue siendo necesario en muchas vidas y en muchas fiestas que aún quedan por exprimir.

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