El K-pop se baila en Valladolid

«Hay una cantidad de movimientos casi infinita, porque un gesto con el pie ya es uno. Aquí además se mezcla con otros del resto del cuerpo», asegura Omar García, el profesor que, desde septiembre de 2020, imparte estas clases en la escuela. Las coreografías toman referencias de diferentes géneros como el hip-hop, el pop o el house. Pero hay una cosa que sobresale por encima de todas a la hora de bailar esta música, la sincronización. Necesaria para realizar a la perfección todos los pasos de baile que se acumulan en pocos segundos. Por ejemplo, durante esta clase ensayaron ocho movimientos que se trasladaron a apenas tres segundos de canción. «Requiere de mucha sincronización, porque cada persona hace gestos diferentes. Cuando una baila, otra se mueve por detrás y tienen que estar atentas para no perder el hilo», explica el profesor. Una gran dificultad que se hace presente en el tiempo que lleva aprender una coreografía completa a la perfección. «Desde el principio podemos estar dos o tres meses para llegar bien a algún concurso o espectáculo», comenta el profesor.

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En sus clases ponen el foco de atención en bailes que ya han hecho otras bandas, sin hacer coreografías propias debido a su dificultad. «Lo hace más sencillo porque elegimos entre todos la canción y si es una que conocen ayuda mucho a la hora de ensayar», apunta. Pero sí existe una pequeña facilidad, que cada alumna se fija en uno de los integrantes del grupo. Así, imitan los movimientos de una sola persona –que no es poca cosa– y no se centran en aprender el resto. Cabe destacar que los grupos de K-Pop suelen estar conformados por unos seis integrantes.

Pero sobre la música y la coreografía existe otro aspecto fundamental que también destaca en todos los grupos de K-pop, el vestuario. Y las alumnas de Farah Diva también llevan esta norma a rajatabla. «Traen su ropa de casa y siempre intentan que se parezca lo máximo posible a la del cantante que interpretan», comenta el profesor. Porque cada una de ellas se pone en la piel de uno de los integrantes del grupo. A su 'bias', es decir, su miembro favorito de la banda. «Ellas eligen el suyo y se fijan en la ropa que lleva para intentar imitarlo lo máximo posible», apunta García. La importancia del vestuario es tan grande que en los concursos es uno de los aspectos puntuables a la hora de deliberar. «Al final intentas copiar una actuación, por eso es tan relevante», añade.

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Las clases también se adaptan y, en algunas ocasiones, hacen lo que se conoce como 'random' K-Pop. Es decir, las alumnas hacen un corro alrededor de la clase y empiezan a sonar estribillos de difentes canciones y grupos. Si conocen el baile, salen al centro y lo hacen ante las compañeras. En caso negativo, esperan hasta conocerlo.

Actualmente son 35 las alumnas que acuden cada semana a las clases que oferta el centro de danza Farah Diva. El año pasado, en su primer curso de K-Pop, fueron 16. «Creo que esta ciudad tiene una buena influencia de esta música para que suba la afluencia, comenta el profesor. Por el momento, en unos pocos meses el número de alumnas se ha incrementado en más del doble y ya son tres los grupos que se acercan a aprender estos pasos de baile que tanto triunfan en el mundo, también en Valladolid.