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Qué hay después de los 50? En el caso de Alejandro Sanz –que no es diferente al de otras estrellas que siguieron triunfando a esta edad– lo que queda es contemplar cómo se acepta el clarear del cabello y también cómo se eligen las decisiones ... artísticas en ese importante punto vital. Hablamos de ese momento en el que muchas estrellas tomaron decisiones coherentes y otras, en cambio, cometieron el error de forzar el tratamiento antiedad.
Alejandro Sanz demostró anoche estar en el camino correcto. A sus 53 años, el joven ídolo por el que suspiraban las adolescentes de hace tres décadas, opta por seguir exponiéndose como un clásico de la canción contemporánea, más que como un 'sénior del pop' que se evidencia agarrándose a nuevas tendencias y a arreglos musicales efímeros o, en algunos casos, ridículos. Y si se acierta en esta primera premisa, lo demás viene rodado.
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En cierto modo, el actual espectáculo de Alejandro Sanz no dista mucho del de sus anteriores giras donde siempre primaban las expresiones musicales antes que los fuegos artificiales. Evidentemente, el estadio del Pucela acogió un escenario y una tecnología de proporciones internacionales… pero esto ya no impresiona tanto a un público actual, acostumbrado al circo. En un concierto de Alejandro Sanz también hay muchas luces y tal, pero su espectáculo va de otra cosa.
Salió al escenario del estadio Zorrilla dos días después de triunfar en La Cartuja de Sevilla con la Pastori y con el mismísimo Joaquín Sánchez de estrellas invitadas. Aunque Valladolid tiene fama de sujetarse más a la fiesta, lo cierto que los 25.000 espectadores de anoche se soltaron desde el primer momento. A ello ayudó un repertorio que optó por la ráfaga rockera de 'No es lo mismo'.
De blanco impoluto, subió al escenario flanqueado por una amplia banda repleta de recursos latinos, flamencos, pop y románticos. Para estas cosas del amor y del desamor no faltó el piano de cola, que para los arreglos flamencos también aporta magia. Tras los primeros minutos de entrega, se dirigió al público recordando sus días locos por Valladolid haciendo promoción y bromeando con un «Me he vestido de comunión para la ocasión... ¡Viva Pucela!».
Tras el saludo, llegó un 'Looking for paradise' acompañado por la corista Karina Pasian. A lo largo de la noche tuvo tiempo para repasar sus primeros días de carrera con temas como 'Lo que fui es lo que soy' o 'Viviendo deprisa'. Pero, evidentemente, el público iba a que el gaditano les tocara el corazón. Y a ellos ayudaron temas como 'La fuerza del corazón' mezclado con 'Siempre es de noche' o el arrebatador mix final con 'Y ¿si fuera ella?', 'Mi soledad y yo' y 'Ese último momento' con el que cerró el concierto.
Por supuesto, no faltó ese 'Corazón partío' con el que el artista y su banda lucieron las raíces flamencas y el momento más inspirado en la carrera del cantante.
Sanz ha demostrado mucho a lo largo de la historia. Principalmente, el haber construido un ensamblaje perfecto entre el 'mainstream' y la calidad, entre lo autóctono y lo cosmopolita y entre lo clásico y lo contemporáneo. Su maquinaria, el talento y la lealtad de su público siguen intactas.
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