Fito sobrevive al 'megaspoiler'

El tipo tiene cuajo. Seis días después de tocar en casa ante 47.000 paisanos entregados; de acompañarse con amigos invitados de los que te ornan el cartel con pan de oro; de televisarlo en directo para que lo vieran un millón y pico de personas cuando aún quedaban nueve conciertos de gira; de cantar los temas nuevos, los clásicos, los viejos y los del pretérito perfecto que, dicen algunos, es Platero, aunque puede que en realidad sea un pretérito imperfecto aliñado con la nostalgia de lo que fuimos y ya no seremos más; seis días después de todo este enorme spoiler musical, decíamos, sigue la gira.

Y le toca a Valladolid.

El lugar, cuenta un veterano, en el que hizo su primer concierto -o casi, que a saber, pero no rompamos la magia de la anécdota- cuando no es que casi no fuera Fito, es que apenas era Platero. Donde dicen que hizo la mili. Adonde regresa muchos eneros para gritar lo mismo que esta vez, «¡buenas noches, pingüinos!».

Uno de esos lugares, en fin, a los que siempre vuelve. «Somos viejos conocidos», dice antes de presentar a la banda. Y tan viejos. Dos chicas adolescentes comentan que hay «mucho adulto» en la cola. Belén, uno de esos encuentros fortuitos con conocidos que se producen en la espera del concierto, se sorprende de lo contrario: «Muchas familias con hijos». El rock and roll, mira tú, aminora la brecha generacional a base de himnos. No hace falta que llegue 'Soldadito marinero', ni las canciones del 'Cada vez cadáver' para los recién llegados a esto. El hijo del rocanrolero canoso se cría a golpe de mp3 en el coche de camino al cole y eso hace que tengan tanta fuerza en la Feria de Valladolid canciones que nacieron antes que él, como 'Por la boca vive el pez' o 'Whisky barato' o 'Tarde o temprano' o 'Lo que sobra de mí'.

Todo suena potente, tan limpio que se hace confortable, porque encaja en tu memoria fitipaldi como esos vaqueros que te resistes a tirar o esa camiseta descolorida. Los mismos buenos músicos, aunque fallara Morgan por el inoportuno y dichoso covid, que atacó a la garganta de su cantante, Nina de Juan. Solos sus compañeros pudieron animarse a intervenir en una de las canciones y a recibir el aplauso final. Fito Cabrales repasó repertorio durante dos horas y media. Para desgranar un disco nuevo que ya contiene clásicos, que diez meses de recorrido, para los viejos amigos, es tiempo más que de sobra para asimilarlo. Pero también para remontarse hasta ese 'Soldadito marinero' que ya cumple casi 19 años. O a un 'Entre dos mares' que fue el encargado de traer las reminiscencias de Platero -22 años atrás- pasadas por el tamiz de la evolución musical de un tipo que sobrevive a sus propios hitos.

Cuando se apaga la luz del 'whisky bar' los viejos amigos se despiden hasta otra. Porque habrá otra, seguro. Y a morir cantando, como dices tú, Fito. Un tipo común tan extraordinario que es capaz de sobrevivir a su propio 'spoiler'.

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