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Castillo de Peñafiel El Norte

Turismo, estética e historia

El libro 'Castillos de Valladolid' pasa revista a estos patrimonios emblemáticos y su conservación

Samuel Regueira

Valladolid

Miércoles, 14 de agosto 2024, 07:27

Un castillo tiene más de un atractivo a simple vista, incluso para aquellas personas que no son especialmente versadas en arquitectura, historia del arte o en el pasado de nuestro país. Por un lado, son un reclamo turístico innegable. Por otro, su belleza estética es, ... hasta para el más exigente de los gustos, difícilmente cuestionable. Y por último, tienen un poder de evocación que, aunque sea por las películas o las series que nos llegan ahora a las plataformas, consiguen hacernos imaginar cómo hubiera sido un asedio, una defensa o el día a día entre sus muros.

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Con estos pilares construye Carlos Manuel Martín Jiménez 'Castillos de Valladolid', una completa guía sobre estos edificios emblemáticos a lo largo y a lo ancho de toda la provincia, donde se pasa revista a su historia, sus vicisitudes de conservación y otras características y curiosidades en torno a estos enclaves culturales: «Los castillos son una de las manifestaciones artísticas con aspectos más relevantes en torno al legado histórico cultural», explica el autor; «y este libro ha supuesto una buena oportunidad para ponerlo en relieve»-0

A Martín no se le escapa la aparente paradoja entre la fascinación estética que despiertan los castillos frente a su aparentemente despojada funcionalidad, que apenas sirviera como elemento de contención o fortificación desde la que defender un territorio o contener un ataque: «Tienen una innegable capacidad evocadora, a pesar de ser edificaciones sobrias pensadas para resistir acometidas nos resulta imposible imaginar un castillo sin un episodio épico». En ellos se conjuga, pues, la armonía volumétrica de estos enclaves; «con un atractivo arquitectónico intrínseco», con una puesta en escena espectacular; «que arroja un impacto paisajístico de admiración, como nos encontramos en el caso del palacio de Peñafiel».

Su belleza no está reñida, si se compara a otros castillos del país, con su expresa falta de ornamentación: «Tenían pocas concesiones en este sentido; si miramos a las fases que enumerara San Isidoro de Sevilla de 'dispositio', 'constructio' y 'venustas' (disposición, construcción y adornos), claramente en nuestros castillos falta la última, con la excepción de algunas torrecillas voladas». A juicio del escritor, haber apostado por ellas «afectaría a la capacidad intimidatoria», especula.

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22 castillos resultan así analizados bajo el ojo crítico de su autor, tanto por su estado de conservación actual como por las restauraciones o remodelaciones que han vivido a lo largo del tiempo: «Se han dado casos de castillos que no han necesitado más que una labor de mantenimiento», señala Martín, en referencia explícita al de Peñafiel; «y casos que a través de intervenciones drásticas o restauraciones diversas han conseguido una componenda arquitectónica apasionante», si bien con desigual fortuna, como muestran los trabajos incorporados a lo largo de los años en el Castillo de la Mota, de Medina del Campo, o el de Íscar, que como cita el libro «cada reforma histórica acometida para solidificar el conjunto añadía más problemas que soluciones».

Las claves necesarias

Más que una guía de viajes, esta ambiciosa colección de análisis de los diferentes castillos de la provincia de Valladolid incorpora numerosos aspectos históricos, algunos de ellos de forma novelada: «Mi idea era que el visitante determinase con pocas claves cómo ha surgido el castillo en su época y lugar, y cómo se ha ido configurando en los años sucesivos», desgrana su autor.

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La obra publicada por Aruz lleva por subtítulo 'De fronteras, comunidades y señoríos' y supone, en palabras del editor Wifredo Román, una completa relación de «uno de los patrimonios emblemáticos de Valladolid». Para el editor, queda claro que «existían publicaciones antiguas y desfasadas, y aunque veamos a los castillos como construcciones de piedra sin moverse podemos comprobar que están vivos, que tienen mucha evolución en sus reconstrucciones».

Y es que «todas las personas que viven cerca de un patrimonio singular o muy valioso se acostumbran a verlo a diario, y dejan de prestarle la atención que merece o de valorarlo en su justa medida», opina Román. «Este libro llamará la atención, más allá de sus imágenes fascinantes, por comprender desde los castillos más representativos a los más recónditos, donde se trata de acercar lo más importante de su realidad a través de estas perspectivas; pero donde también aguardan sorpresas en sus ruinas».

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