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El teólogo Juan José Tamayo presenta en la Feria del Libro, en compañía del escritor Gustavo Martín Garzo, su último ensayo, 'La compasión ... en un mundo injusto', en el que depura el concepto de compasión y lo rehabilita como la piedra angular de la ética que siempre fue. «Cómo no vamos a recuperar la compasión si es lo que nos hace verdaderamente humanos», asegura Tamayo, que es emérito de la cátedra de Teología e Historia de las Religiones de la Universidad Carlos III, amén de secretario general de la asociación de teólogos Juan XXIII.
«Lo hemos visto en la pandemia, cuando hemos redescubierto que somos frágiles y que lo que verdaderamente nos caracteriza es la 'llorosidad', por decirlo de alguna manera», añade.
«La compasión es la base de la ética. Ese es el motivo por el que yo rehabilito ahora esta virtud, que tiene la capacidad de transformar la mente enrocada de los seres humanos y las estructuras de poder injustas», asegura Juan José Tamayo.
Fue justamente la izquierda eclesial la que con más insistencia criticó la compasión en el pasado por el mal uso que, a su juicio, se había dado a esta virtud en el seno de la Iglesia católica. «La compasión es una virtud bajo sospecha porque las personas creyentes han practicado una compasión pasiva, de sentir pena ante el mal ajeno, que derivaba en un sentimentalismo desligado de la práctica». Desde su punto de vista, era una mirada sobre la realidad «desde fuera y desde arriba, desde una falsa sensación de superioridad que incluso ve como culpable a la víctima».
Cuando a Tamayo se le plantea que estos males son hoy visibles de modo similar en ámbitos no eclesiales o progresistas, asociados a conceptos como la empatía, sube el tono: «Yo lo aprecio de forma especial en la extrema derecha política y en el conservadurismo religioso integrista». Incluso el cuestionamiento del concepto de 'violencia de género' o de las estrategias de lucha contra el cambio climático son, para Tamayo, signos de falta de compasión o de un entendimiento erróneo de la misma.
Porque, desde su punto de vista, «dar a la compasión su verdadero sentido consiste en pensar y sentir la realidad desde las víctimas, y no desde los victimarios», con lo que extiende el concepto original hasta aproximarlo a las claves de la filosofía 'woke', de los justicieros sociales. Y añade: «La realidad hay que verla desde el abajo de la historia para rechazar las situaciones dramáticas de sufrimiento». Y desarrolla aún más el sentido de la palabra 'compasión' al subrayar que se trata de «asumir el dolor de los otros como algo propio hasta identificarse con quienes sufren. Es muy difícil, pero hay que esforzarse por intentarlo. Y analizar las causas del sufrimiento para luchar contra ellas».
La otra parte del libro se dedica a analizar las situaciones de desigualdad que existen en el mundo y que Tamayo sintetiza en la existencia de varias «brechas»: la económica y social, la patriarcal, la colonial, la ecológica, la racista y la afectivo sexual. «Todas estas brechas desembocan en fobias y crímenes».
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