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Don Felipe se interesa por los documentos de la seción dedicada a El Norte, con las caricaturas de Max ampliadas. POOL-CASA REAL

Los Reyes inauguran la exposición 'Delibes'

La Biblioteca Nacional acoge, seis meses después, el sobrio acto central del programa que conmemora el centenario del escritor vallisoletano

Paco aguado

Viernes, 18 de septiembre 2020, 08:42

Unos minutos antes de que llegaran los Reyes, una fina y triste lluvia de otoño redujo la luz de una escena que debió ser más alegre en primavera, allá por finales de marzo, cuando estaba prevista esta ya prorrogada inauguración.

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La prensa se cobijó –con protestas de los gráficos, defendiendo como siempre el precio de sus equipos– bajo los alargados cipreses sin sombra que rodean las escaleras de la Biblioteca Nacional. San Isidoro y Alfonso El Sabio, Nebrija y Vives, Lope y Cervantes miraban como sin entender, mientras sonaban los cláxones de una Castellana atascada en la 'nueva normalidad'. Pero los Reyes no se mojaron. Cesó la lluvia cuando bajaron del coche oficial y saludaron, ya ni siquiera con los codos, que la OMS no deja, a las autoridades y a los responsables de esta muestra del Delibes centenario.

Primero, Rodríguez Uribes, ministro de Cultura, y después Fernández Mañueco, presidente de la Junta; Ana Santos, directora de la BNE; Elisa Delibes, presidenta de la Fundación, y el comisario, Jesús Marchamalo... Y, sin mayor demora, todos para dentro, menos la prensa.

Por aquello del protocolo covid, que repetía la seguridad de la Casa Real, no se pudo seguir a la comitiva por los vericuetos de las salas y la vida de don Miguel. En un mundo con mascarillas que tal vez hubiera imaginado Isaac Asimov, nacido también el año veinte, no hubo acercamientos para poder contar este episodio nacional a lo Don Benito El Garbancero, ese que, como Joselito El Gallo, se fue de este mundo unos meses antes de que llegara Delibes.

La comitiva hizo un alto ante la fotografía en la que un Felipe de Borbón de catorce años entrega a un Delibes de 62 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, –que el vallisoletano ganó en 1982 ex aequo con Gonzalo Torrente Ballester–. El hoy Rey, que recordaba el día, sonreía divertido viéndose en esa instantánea.

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La Reina comentó lo difícil que le resultaba entender la letra de Delibes y se mostró encantada con el catálogo de la exposición, que aseguró pensaba «estudiárselo» esta semana. También afirmó que estaría departiendo con los Delibes durante horas. Incluso, al conocer que el 6 de octubre Miguel y Elisa participarían en un coloquio en la Biblioteca Nacional mostró su interés en asistir.

Bicicletas

Mientras Don Felipe y Doña Letizia hacían su recorrido por la muestra, una escueta manifestación de ciclistas protestaba sin ruido por Recoletos, pasando ante la Biblioteca, con sus cascos y sus chalecos amarillos, montados todos en sus bicis modernas y aerodinámicas, nada parecidas a esa Velox amarilla que el escritor le regaló a Ángeles el día de la pedida.

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Y así, pasando gente y pasando nubes, pasó también una hora larga, lo que es buena señal, hasta que los reyes salieron de nuevo a la calle. Como a la entrada, tras las verjas les esperaban pacientes una docena de paseantes alertados por el despliegue policial, para tributarles algunos pocos y moderados ¡vivas! Al tiempo que, entra dos luces, intentaban enfocar sus teléfonos móviles. Discreto todo, pues, al estilo Delibes.

Fue arrancarse el coche oficial y, al golpe del trueno, desatarse, ahora sí, el chaparrón de este otoño temprano, el que tendrá como hoja roja esta exposición que recalará en diciembre en Valladolid, a tiempo para los Santos Inocentes. Ayer se abrió en Madrid, donde, a las ocho y cuarto llovía tanto que, al cruzar la calle, hubo que meterse para contarlo a los veladores del café Gijón. Dónde mejor en un día como el de ayer.

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