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Planta árboles con su marido, el escultor Ricardo Ugarte, en el monte Igueldo, donde vive, desde hace 40 años. Julia Otxoa les mira, les admira, les hace versos a su medida, que acompaña con otros dedicados a sus compañeros volanderos, los pájaros. Son pensamientos, casi ... aforismos, aunque ella prefiera adscribirlos a la poesía. Este jueves presenta 'El instante y su sombra' (Cálamo) en El Rincón de Morla (19:30 h.), acompañada por María Jesús Prieto, fotógrafa y pensadora.
Cada página recoge un disparo, un verso seguido de puntos suspensivos que «invita a la reflexión en estos tiempos de prisa y vértigo», dice la escritora. Se sabe breve, tanto en el verso como en la narración. «Mi poesía es esencialista, muy sintética. Creo en la potencia de lo que se dice con la mayor economía de palabras posible», afirma.
La poesía es «una destilación de interrogantes. Me cuestiono todo, también a mí misma. Busco la belleza en cualquier lugar, cada persona lo ve según su sensibilidad, que está hecha de lecturas, de experiencias».
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Una experiencia medular para Julia Otxoa es la naturaleza. Una orquídea silvestre debiera ocupar «la cátedra de la belleza», el petirrojo del alero es «contrapunto de esta tarde gris» y las hojas del llantén cura la garganta como «canción de lluvia antigua borrando tu dolor». Y es que «a menudo, el trato con la Naturaleza/ compensa del desengaño producido por el género humano», escribe.
Hace años se propuso con su marido conocer los nombres de los pájaros que les frecuentan «por su vuelo, su apariencia, su canto. Nos hemos alfabetizado un poco. Ahora no se conocen las especies que viajan con nosotros», explica. En el libro lo expresa así: «El desprecio de los árboles y pájaros, / de ese paisaje de vida que no somos nosotros, /soberbia del bárbaro,/espejo de la nada». Pide para los pájaros «el premio nacional de jardinería. Nos han crecido plantas que no habíamos plantados gracias a las semillas que viajan en sus excrementos».
A veces le sale el verso aforístico emparentado con los surrealistas y se reconoce en Joan Brossa y en la poesía visual, porque también es artista plástica y hace collages poéticos y versos muy gráficos. «Se me relaciona con la literatura del absurdo, sobre todo mi narrativa.En estos tiempos tan complejos en los que la realidad se comporta de un modo ilegible, el surrealismo es una herramienta esencial para contar y entender».
Vive «con pasión» y no entiende la vida sin creación, aunque no tenga que ser necesariamente producción artística. «El libro va de estar despierto en esta sociedad que tanto se repite lo de 'no tengo tiempo'. Cada vez que lo oigo pienso y digo 'lo estás perdiendo y no estás enterando de la vida'».
Califica de «demoledor» el hecho de que nadie levante la vista de las pantallas. «Vas en un tren y nadie mira por la ventanilla, todos los rostros están iluminados por el ordenador o el móvil». Pero aún así la luz entra por cada página del libro. «Soy muy positiva, me gusta reír. La alegría me parece fundamental. Fíjate que un libro como 'El Quijote', que habla de las sombras y las luces de la vida, está atravesado por la alegría. En algún lado escribo que hacer reír es un acto de amor. También le pasa a Santa Teresa».
Dentro de esa alegría, el árbol es una fuente fundamental. «Sin ellos no podríamos respirar. En este mundo actual no se tiene en cuenta el elemento de filiación con la naturaleza necesario para el espíritu. Lo digo en un poema 'hablar con un árbol y quedar absuelto'. Transmiten vida y belleza».
Nació como escritora en la poesía para luego ser narradora, aunque considera el mundo del verso su lugar. «La inspiración es un enigma. Para mí el poema es un instante, como una revelación bíblica. También el cuento lo escribo seguido, luego hay que retocar y corregir». Agradece al editor de Menoscuarto y Cálamo, el palentino José Ángel Zapatero, «esta edición tan exquisita, con ese tono verde tan identificado con el continente».
Receta de alegría y lucidez la de Julia Otxoa que concluye con agudeza estoica «Y al cabo, ¿qué supimos?/ En la memoria, solo un incendio de amor y basta».
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