![César Pérez Gellida, en el Pasaje Gutiérrez de Valladolid.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/02/06/cesar-kavH-U2101453975795U4F-758x531@El%20Norte.jpg)
![César Pérez Gellida, en el Pasaje Gutiérrez de Valladolid.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/02/06/cesar-kavH-U2101453975795U4F-758x531@El%20Norte.jpg)
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Lleva en su móvil la foto de Belle, una noruega que acabó en Oregón y publicó en 1906 el siguiente anuncio: «Viuda rica, atractiva, joven, propietaria de una hacienda de gran tamaño, desea entrar en contacto con caballero acomodado de gusto cultivados. Objetivo: matrimonio». De ... este 'tinder' analógico parte 'Bajo tierra seca', novela que le ha valido a César Pérez Gellida (Valladolid, 1974) el Premio Nadal. Su 'thriller' rural transcurre en Extremadura, en 1917. La edición, a cargo de Destino, le convierte en un autor de Planeta, como a sus amigos Dolores Redondo y Lorenzo Silva.
–¿Qué le llevó a presentarse al Nadal?
–La inconsciencia, seguramente. No estaba planificado. Esta era una historia que tenía descabalgada, que estaba cimentando en un guion y lo dejo para escribir una novela. Me vienen bien las fechas y decido presentarla. La sorpresa es cuando me dicen que soy finalista.Apartir de ahí generas la expectativa de 'y si...' hasta que en la cena de gala dicen tu nombre. No lo procesas, luego te das cuenta de la repercusión.
–Por momentos 'Bajo tierra seca' parece el guion de una película del Oeste ¿es preponderante la imagen sobre su palabra?
–Cuando escribo un guion hago una estructura y una escaleta. Con la novela, no, una escena me lleva a otra. Este caso mezcla las dos. La novela nace de algo que tenía hace tiempo en la cabeza, la historia de Belle, pero había que acercarla a España. Tenía que tomar muchas decisiones, dónde, cuándo, los personajes, y la escaleta me ayudó a estructurar el inicio. Pero me lo paso mejor escribiendo novela que guionizando. Elguion está más parametrizado. La narrativa te deja toda la libertad.
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–Plantea los hechos en una estructura fragmentaria que tienta la paciencia del lector con tantos 'flashbacks'.
–Tiene más que ver con la dosificación de la información, en qué momento quieres que el lector sepa determinados datos y vamos adelante y detrás. Avanzamos a través de capítulos cortos del pasado y más largos del presente. Lo que sucede en el pasado ayuda a comprender el presente. Lo único que conocemos es la verdad de Jacinto Padilla, el capataz que ha vivido la historia en primera persona pero al mismo tiempo vamos conociendo Antonia Monterroso, desaparecida, a través de esos 'flashbacks' que completan la información. De esa forma el lector puede ir juntando piezas. No es difícil de seguir el arco narrativo pero requiere esfuerzo, esa es la parte bonita que tiene un 'thriller', que incomode, que engañe, que sorprenda, estos ingredientes son obligatorios.
–La protagonista, Antonia, es una mantis religiosa que no conoce la piedad. ¿Maldad o supervivencia?
–Es un personaje cimentado en su histórico vital y vamos comprendiendo cómo se comporta en la vida a medida que avanzamos en su histórico vital. El propósito de Antonia no es justificar su comportamiento, sino entender que un entorno hostil hace que te comportes con hostilidad. Es muy ambiciosa, manipula a quien haga falta para conseguir lo que quiere que es un estatus mucho más elevado que el que conoció en el circo.
–Se suceden los arquetipos del género: el agente de la ley heterodoxo, el corrupto, el cacique...
–Son figuras necesarias, sobre todo el cacique. Te da mucho juego, independientemente de cuáles son las motivaciones. El cacique está acostumbrado a manejar, a controlar, a que sus deseos se conviertan en órdenes y de repente se encuentra a una persona que se le anticipa. Me gustaba mucho la idea del cacique que se convierte en un sufridor.
–Elige 1917 y Extremadura. Algún lector le negó la lectura solo por abundar en el tópico de la pobreza en esta región.
–Quería un ambiente muy rural, latifundios, braceros, caciquismo y quería hambre. ¿Podría haberse dado en nuestras Castillas? Claro, pero elijo Extremadura porque me apetece darme un paseo por España y cuando estoy estudiando el ambiente político y social de principios del XX, uno de los sitios más hostiles era Extremadura. Cuando bajo a Badajoz me pareció tan maravilloso para ubicar la novela que ni me lo pensé. Hay una incongruencia, ya que la comarca de Tierra de Barros es uno de los suelos más ricos. Para mí significa un reto salirme de mi entorno. No creo que tenga que pedir permiso para escribir una novela en cualquier sitio del planeta.
César Pérez Gellida
Escritor
–La ha titulado 'Bajo tierra seca', esa «en la que no germina nada» y en algún momento escribe «gentes secas como el terreno que habitan». ¿El terruño marca?
–Muchísimo porque en aquel momento los recursos salen de la tierra. En extensiones latifundistas los braceros vivían a expensas de que les dieran trabajo. Tenían que moverse para llevar pesetas a sus casas. Son auténticos supervivientes y eso ha determinado su carácter. En Extremadura el latifundio se instaura a partir de 1850, empiezan a ver que la propiedad está en manos de muy pocos y hay muchos que necesitan trabajar. No es algo para avergonzarse, ha sucedido así la historia no la podemos cambiar y el carácter de esas zonas viene de que muchas familias han tenido que luchar contra todo eso.
–La gripe española, la seca de las encinas, el recorrido de una bala en el cuerpo ¿explica para agradecer la aportación a sus fuentes?
–Lo que sí es una obligación es relatar el contexto político y social en el que se desarrollan los hechos porque condicionan a los personajes. Si tuviera que relacionar una palabra con esta novela hablaría de hostilidad, en el sentido de supervivencia, de la necesidad de estar relacionado con entorno hostil. La hostilidad del entorno nos vuelve hostiles, eso ha pasado siempre. He querido plasmarlo en la novela para hacer entender al lector el comportamiento de los personajes.
–Disparos, muertos, golpes, violaciones y piezas dentales volando por doquier. ¿Es necesaria tanta violencia?
–No es necesario pero para mí es un ingrediente que está muy presente en mis novelas, porque me tengo que divertir. Me levanto a escribir a las 4:30 y con una secuencia de violencia me lo paso mejor que haciendo una descripción de cómo era el camino entre Zafra y Almendralejo. Llámalo deformación de oficio pero es mucho más divertido.
–Utiliza lenguaje sexual explícito. ¿De verdad una señora en 1917 se podía subir las faldas en un 'aquí te pillo aquí te mato' en un tren?
–Claro que sí, pero no has conocido a Antonia Monterroso. Si la conocieras sentirías esa pulsión por tener un encuentro sexual con ella. Cuando Belle pone el primer anuncio en periódico de Oregón con una pequeña tirada, se le presentan entre 30 y 40 pretendientes. Porque la imagen que proyectaba de mujer distinta, abierta, era justo lo que no sucedía en la época. En 1917 la libertad sexual no era la que conocemos hoy, pero hay que trasladarse a esa época para ver a esa viuda que ha pasado por tres maridos y lo que está pidiendo es un hombre que le satisfaga como mujer. Eso es algo bastante innovador entonces.
César Pérez Gellida
Escritor
–Como profesional de tramas, ¿no le resulta sospechoso el unánime gusto de los jurados por la novela negra?
–El mercado editorial es una industria y entiendo que están buscando, más allá de la calidad literaria, que haya interés para el público. Y el público nos pide esto, lo ves en los puntos de venta, pide 'thriller', novela negra, sucesión de acontecimientos que tiene mucho que ver con la tele, con series, todo está muy relacionado. Entiendo como legítimo que las editoriales busquen estas novelas. Hace 20 años pasaba con la novela histórica, con la romántica, y ahora con la negra. Puede ser cuestión de moda, a lo mejor.
–Al final, Rosario es el opio de Gallardo y este, el escudo de aquella, va a resultar que es usted un romántico.
–Siempre lo he sido, pero no puedo demostrarlo.
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