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Emily Roberts (Ávila, 1991)en realidad no se llama Emily Robert. Es un seudónimo que, por un lado, le permite –«aunque sea mentalmente»– separar su ... faceta creativa de la profesional:es profesora de Literatura Inglesa. Pero, además, el nombre elegido para sus poemarios le permite rendir homenaje a Emily Dickinson, una de sus escritoras preferidas, a la que llegó, no sabe muy bien cómo, por esa curiosidad tan sana del lector empedernido.«Seguro que la conocí en alguna antología, por casualidad. Porque al principio sueles ir tanteando, un poco a ciegas». El lector que picotea textos hasta encontrar las voces que le seducen. «De ella me gusta cómo utiliza el lenguaje para crear otra realidad, algo más allá de lo tangible, de lo material».
A Emily Dickinson dedica además uno de los poemas de 'Parliament Hill', su último libro, que acaba de publicar Vaso Roto, un recopilatorio lírico con piezas escritas entre 2016 y 2021, y algunos de cuyos versos sirven para propiciar la conversación.
–«Los perros no saben si atacar al miedo o a la tristeza».
–A veces se confunden. Por eso escribir sirve para buscar y descubrir con palabras lo que piensas y sientes. Entiendo la poesía como una forma de intentar comprender no solo mis emociones y lo que me ha pasado, sino la forma de estar en el mundo. Esta no es poesía social como tal, pero es una forma de aportar al mundo lo que soy. Si lo supiera, no escribiría. Así que escribo para averiguarlo.
–¿A los poetas tristes les gusta el reguetón?
–Les gusta el encuentro con el otro. Hay un tema que no aparece mucho en la poesía:la amistad femenina.La literatura no lo ha abordado mucho. Cuando sales de fiesta con tus amigas, están contigo, bailan contigo. También reguetón. Yesos momentos felices hay que valorarlos más. La amistad debería ser uno de los grandes temas de la poesía, al mismo nivel que el amor.
–Esa amistad se muestra aquí a través de un viaje en Interraíl.
–Lo hice en 2016, con varias amigas. Yo llevaba un cuaderno de viaje, donde escribía y tomaba notas. Me interesa mucho cómo el viaje nos cambia, nos permite ver algo distinto y también vernos a nosotros de forma diferente. La compañía del viaje es una forma de conocer mejor a otras personas, en este caso mis amigas.
–En 'Parliament Hill', poema que presta su título al libro, dice: «Después de haber llegado aquí, te tienes que marchar»
–Hay una serie de poemas que escribí en Londres, durante una estancia de investigación, mientras redactaba parte de mi tesis. Y en ellos cuento esa sensación de cuando llegas a un lugar nuevo.Y, cuando empiezas acostumbrarte, te tienes que ir. Esto pasa en muchas otras situaciones de la vida, en las que nos cuesta acostumbrarnos a algo y, cuando lo consigues, comienza la pérdida. Es una forma de hablar también de cambios y del paso del tiempo.
–¿También la memoria es un viaje?
–Cuando escribimos pensando hacia atrás es una forma de reelaborar las cosas que nos pasaron. Reconstruimos el pasado para entenderlo.
–Otro verso: «Queréis demasiado, dicen nuestras madres. Esperáis demasiado».
–El libro está dedicado a mi abuela. Fue la primera mujer de mi familia que se fue a otro país (a San Francisco, EEUU). En ese poema, cuento cómo ella me da una caja con las cosas que se trajo de allí. Está un poco ficcionalizado. Pero indago en la idea de pasar el testigo a otras generaciones.
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