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El legado de José Antonio Abella tras su muerte: tres novelas que verán la luz en otoño y en 2025«Pronto me uniré con tranquilidad a ese grupo de los que se van, tratando de dar las últimas pasadas de lija fina a los libros que se irán publicando a su debido tiempo». José Antonio Abella (Burgos, 1956), médico rural jubilado, escritor y ... escultor residente en Segovia se despedía así de Jesús Herrán Ceballos, editor del sello cántabro Valnera días antes de su fallecimiento el pasado 5 de julio. «Era muy consciente de que se acercaba el final y tenía hecho su testamento literario, el cronograma de cómo se tenían que publicar y reeditar sus libros pendientes». No olvida el mensaje de wasap que recibió el pasado 29 de junio, en el que «se disculpaba de no llamarme por teléfono porque no tenía ni pizca de voz y también por si tenía algún despiste a causa de la morfina 'que me trastorna a ratos', decía».
Premio de la Crítica de Castilla y León con 'La sonrisa robada' (Isla del Náufrago) en 2014 y Premio Ateneo de Novela Ciudad de Valladolid 2023 con 'El corazón del cíclope' (Menoscuarto), en mayo de este año dio a la imprenta su último texto, 'Cáncer imperator' (Valnera), una novela breve ilustrada por él mismo con Inteligencia Artificial en la que describe la enfermedad como «una guerra civil contra nosotros mismos». En el cajón de su escritorio otras tres novelas del escritor fallecido a los 68 años aguardan para ser llevadas a imprenta. Son textos póstumos, y de ellos el primero verá la luz este otoño: 'Todas las muchachas serán tuyas', de tinte autobiográfico que habla «de su juventud en Burgos, de sus estudios de medicina en Valladolid, sus primeros amores, de cómo empieza a ver el mundo y cómo conoció a su mujer, María Jesús... un texto delicioso», avanza José Ángel Zapatero, editor del sello palentino Menoscuarto, que también reeditará en un futuro otra de sus obras, 'La sonrisa robada'.
A la dura batalla contra el cáncer de colon que le diagnosticaron en octubre de 2021, José Antonio Abella sumó otra contra la «deshumanización» del Ministerio de Sanidad. El 13 de julio del pasado año este diario se hizo eco de que el escritor, ganador del premio Ateneo de Novela Ciudad de Valladolid en 2023, donó a dos oenegés los 20.000 euros del galardón a pesar de que debía pagar 6.000 euros mensuales por un fármaco para el tratamiento que el Ministerio de Sanidad no financia . «El Ministerio me condena a muerte a mí y a otros 530 ciudadanos españoles. ¿quién puede pagarse esto?», se lamentaba mientras en el departamento, dirigido entonces por José Manuel Miñones –quinto ministro de Sanidad del PSOE desde 2018–, nadie quiso responder ni a él, ni al Grupo Español de Pacientes con Cáncer que integra a 78 asociaciones. Tampoco al requerimiento de este diario para justificar la negativa al pago del fármaco que sí financia la sanidad pública en 14 países. Abella tuvo que vender la casa de Prellezo (Cantabria) en la que pasaba veranos y fines de semana. «Estuvo el hombre echando cuentas y decidió abordar el tratamiento con sus propios medios sin hipotecar a su familia; incluso puso el tope de un año», recuerda el editor Jesús Herrán. Durante unos meses se pagó el fármaco de 6.000 euros, tratamiento que finalmente hubo de abandonar al no lograr el resultado esperado. «Aún así, siguió batallando para que otros pacientes pudieran acceder a este medicamento», certifica Herrán.
«José Antonio era un hombre cordial, muy conversador, como salido del Renacimiento, hacía muchas cosas y todas muy bien: pintar, esculpir, escribir poesía, narrativa... encuadernaba y era un gran bibliófilo. Un hombre sabio de otra época», comenta Zapatero recordando que hasta pocos días antes de su muerte ambos estuvieron tratando cómo sería la portada del libro que saldrá tras el verano.
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El siguiente título, 'Santa Selma', se publicará en la primavera de 2025. Se trata de un texto animalista en el que promueve «una defensa total de los animales, es antitaurino y defiende la emigración; siempre decía que si pararan todos los emigrantes que en este país sostienen el campo, la hostelería y la atención a los mayores, España se rompería; es de lo más atractivo que ha podido escribir para la gente», valora Jesús Herrán Ceballos, en quien ha confiado también Abella su tercer libro en ciernes: 'Dos novelas cortas, dos relatos largos', que llegará a las librerías en otoño del año que viene.
«José Antonio sabía que la muerte le acechaba, que iba a morir este verano. Lo tenía todo pensado», explica Herrán. No olvida el wasap que le envió a uno de sus allegados comentando que la semana del 17 de junio la tenía reservada para resolver los últimos detalles de los libros pendientes y la siguiente para despedirse de los amigos. «Llegó a escribir esta frase: 'Con un último abrazo, de la vida me despido a primeros de julio'. A mí me dio su último adiós con tres emoticonos que guardaré como oro en paño: un corazón, un abrazo y un trébol de cuatro hojas».
También alcanza el testamento literario de Abella a la editorial vallisoletana Páramo con la reedición de 'La llanura celeste' que publicó en 2018. «El libro lo maquetó y lo diseñó él mismo. Hasta hizo una tipografía expresa», incide Javier Campelo, responsable del sello asentado en Valoria la Buena. «Estaba preparando la reedición del libro, tenía que actualizarlo y la pena es que no le ha dado tiempo. Era muy meticuloso con todo el proceso; es un título que aspiramos a que permanezca en la memoria colectiva de Castilla y León porque transcurre en las nueve provincias; esperamos sacar el texto este mismo agosto o a comienzos de septiembre».
A la pasada edición de la Seminci llegó la onda literaria de José Antonio Abella. En la Sección Oficial fuera de concurso se proyectó 'El maestro que prometió el mar', de Patricia Font basada en la novela 'Aquel mar que nunca vimos', que cuenta la historia de Antonio Benaiges, maestro catalán que eligió el pueblecito burgalés de Bañuelos de Bureba para ejercer en él en 1935.
La de escultor es otra faceta en la que Abella ganó notoriedad, especialmente aupado por la polémica en torno a su Diablillo, colocado en la calle San Juan de Segovia en recuerdo a una leyenda sobre la construcción del Acueducto. La presencia escultórica del fauno fue rechazada por la Asociación San Miguel y San Frutos, que llevó a cabo una recogida de firmas para retirarlo por considerar que atentaba contra el derecho a la libertad religiosa. Finalmente los tribunales permitieron la instalación.
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