Sobre una cuerda tensa que se tiende a cierta altura entre la ciencia rigurosa y la descripción del ser humano desde ámbitos como la anatomía o la evolución, por un lado; y la literatura que se pierde en disquisiciones filosóficas, retóricas y estéticas, por otro, ... desfila como un funambulista Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954). El director científico del Museo de la Evolución Humana en Burgos ha presentado este jueves en el Cïrculo de Recreo de Valladolid su último trabajo, 'Nuestro cuerpo', una obra divulgativa que pretende narrar la 'historia natural', en todos los sentidos, del ser humano.
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«Hay muchísima información anatómica, no sistematizada», afirmó en un momento dado Arsuaga durante el acto. El libro, editado por Destino, lleva por subtítulo 'Siete millones de años de evolución', y se vende como la primera obra «sobre la evolución de la anatomía humana que une ciencia y arte». Arsuaga considera que existen muchos vademécums rabiosamente científicos (la célebre 'Anatomía de Grey'), pero nada hasta la fecha que se haya preocupado por el goce estético que dan otras disciplinas como el arte o la literatura misma.
Los capítulos repasan las diferentes partes del cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, en una búsqueda, exploración y descubrimiento de los huesos, músculos y tendones que nos conforman como personas: «El cuerpo es un gran desconocido», sostiene el autor, que reflexiona a su vez sobre la sensación de extrañeza mientras se recorre la anatomía (propia o ajena). Esto no elude una reflexión a su vez sobre la imperfecta carcasa que nos compone y alberga aquello que somos en realidad, lo llamemos 'alma' o 'mente'. «Cuando decimos 'mi cuerpo' tenemos que preguntarnos qué es 'mí'», desafía Arsuaga. «Este dualismo es antiguo, se remonta a tiempos de Descartes, pero existe porque todos tenemos esa sensación: percibimos el mundo a través del cuerpo aunque manifestemos un cierto rechazo hacia él».
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Toda esta exploración científica y a la vez filosófica no deja de lado la mera estética, que contempla a la visión artística de las obras de arte griegas y renacentistas, rendición absoluta a la belleza del cuerpo humano: «Esas primeras esculturas son cuerpos rectos, rígidos que representan lo apolíneo, la proporción y el equilibrio», explicó. «Con el escultor Praxíteles comienzan las cinturas descoyuntadas, como si bailasen «salsa», y pasamos de lo apolíneo a lo dionisíaco, de lo serio a lo desmadrado», expuso Arsuaga. «Me gusta mucho esa evolución», defiende, la cual se repite en el Renacimiento desde Miguel Ángel y Benvenuto Cellini hasta la transgresión de Caravaggio. Son evoluciones que se repiten a lo largo de la Historia, «como pasar de bailar el Dúo Dinámico al 'perreo'».
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El acto contó con la participación de Mar Sancho, viceconsejera de Acción Cultural en la Junta de Castilla y León: «Es uno de los pocos sabios vivos que se pueden encontrar», destacó de Arsuaga. «Su obra es un libro de Historia pero también un libro de historias».
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