José F. Peláez: «Valladolid necesita una campaña de imagen interna»

–Dedica el libro 'A Valladolid, que cada día me gusta más'.

–Cuanto más viajo y más ciudades conozco, más valoro la nuestra. Tiene un tamaño perfecto, una cultura vastísima, no solo artística sino histórica y literariamente, su gastronomía es impresionante, con un centro enorme, cuidado, segura, limpia, sin apenas conflictos, perfectamente situada... Hay una cierta frialdad pero que se rompe muy fácil, la gente suele ser respetuosa.

–Habrá también aspectos que le disgusten.

–No me gusta la excesiva desconfianza hacia todo. Hay una sospecha preventiva ante las personas, las ideas, cualquier comercio que abre... cualquier novedad no se ve como una oportunidad. En algunos taxis todavía te ponen mala cara cuando pagas con tarjeta.

–¿Explica la ciudad a unos paisanos con escasa conciencia de su historia?

–Más que conocimiento nos falta orgullo de nuestra ciudad, ese que puede tener San Sebastián, Sevilla, Cádiz... aquí tenemos muchísimos motivos para tenerlo y, sin embargo, nos falta.

–¿Por qué genera tanto resentimiento Pucela en algunas ciudades vecinas?

–Creo que a todas las capitales de comunidades autónomas les pasa un poco lo mismo. Hay un pique que me parece lógico, pero injusto, con un populismo de fondo que es achacar a Valladolid todos los problemas que no han sido capaces de solucionar. Y desde luego, eso de que la Junta trata mejor a Valladolid es una mentira absoluta. La Junta maltrata sistemáticamente a Valladolid.

–¿Son las 'Vallisoletanías' un lenitivo para aliviar la falta de cariño y apego hacia lo nuestro?

–Sin duda, además en un momento político como en el que estamos a nivel mundial, con tanto populismo, pero sobre todo en España con el problema de los nacionalismos. Es el momento de que la gente de la España no nacionalista recuperemos nuestro orgullo también local, la dignidad y digamos alto y claro que no somos más que los demás pero por supuesto no somos menos. Y en el caso de Valladolid es evidente. En esta ciudad, entre otras cosas, nacieron los derechos humanos, tenemos muchos motivos para estar orgullosos no ya del entorno como algo físico, sino como la herencia que nos han dejado nuestros antepasados, que no es cualquier cosa. Me llama la atención que una ciudad como Valladolid no tenga quien la escriba, quien la glose, quien la mire con cariño, Eso nos falta, ojalá hubiera más gente.

–¿Necesita Valladolid una campaña de imagen?

–Una campaña de imagen interna, de comunicación para que la gente sea consciente de la ciudad en la que vive y de lo que supone. No la conocemos. Pongo un ejemplo: aquí vivió Larra, no se sabe dónde pero a nadie parece importarle. Yo creo que deberíamos poner un mínimo interés, aunque sea a nivel de leyenda. Hace falta tomarnos mucho más en serio a nosotros mismos, no somos una ciudad más, somos una ciudad clave.

–Como experto en marketing ¿qué propondría?

–Hay un capítulo del libro en el que digo todo lo que hay que señalizar y no lo está. Voy por Londres y no paro de ver placas azules donde se cuenta todo: 'Aquí una vez Prince no se qué, aquí John Lennon compuso Imagine'.... tienes la sensación onírica de estar paseando por escenarios donde han sucedido muchas cosas. Si señalizáramos con placas de ese tipo todo lo que ha sucedido en Valladolid, la gente se quedaría asombrada, caminaríamos con la sensación de estar pisando Tierra Santa. Aquí han vivido Elcano, Magallanes, dieciocho o veinte reyes... habría que señalizar todo lo extraordinario que aquí ha sucedido. Hace falta tener un conocimiento estratégico del arte y la cultura de lo más próximo no solo para que los de fuera vengan y dejen pasta en los restaurantes. Las instituciones están para vertebrar culturalmente la ciudad.Para curar nacionalismos y paletismos provincianos hay que hablar de la huella histórica e internacional de esta ciudad y lo que ha significado.

–Dice que los vallisoletanos no son secos, «que estamos concentrados, vivimos enfrascados en nuestros pensamientos». ¿Es un modo de justificar el desapego?

–Veo a un grupo de personas con un mapa mirando una calle y les miro como diciendo 'ojalá me pregunten y pueda ayudarles'. Pero el hecho de ofrecernos nos parece como inapropiado, como meternos donde nos nos llaman, eso define nuestra manera de ser, de timidez más que de seriedad. Este tipo de cosas hace que tengamos un excesivo respeto, nos lleva a poner una distancia que se cae rapidísimamente porque no es tal.

-¿Es el barrio de San Andrés atalaya suficiente para intuir la ciudad?

-Soy muy de San Andrés, me encanta mi barrio, que describo en el libro en un artículo titulado 'Cartografía de San Andrés'. Pasas Dos de Mayo, por ejemplo, y ves que cambias del Valladolid pijo de Gamazo, Muro, Miguel Iscar a entrar en un barrrio intermedio. Estoy cómodo en esa tierra de nadie. Desde esa atalaya se ve una ciudad fantástica pero con ciertos problemas, como la cantidad de comercios cerrados. Eso es una dinámica del centro de la capital que creo que no es solo un asunto económico. Una ciudad donde los comercios están cerrados es una ciudad donde la gente no pasea, que no se conserva, donde hay delincuencia...Es un tema que había que pensar, porque desde luego la venta por Internet no parece que vaya a decaer.

-En mayo publicó 'Ya estoy escrito', una recopilación de sus artículos en prensa. Como publicista, ¿qué diría de este segundo libro?

-Que es un libro para almacenar y visitar de vez en cuando, que va a gustar en Valladolid y no sobra en la biblioteca de ningún vallisoletano. Es su ciudad en 55 estampas con una guía para enseñar Valladolid a las visitas.