

Secciones
Servicios
Destacamos
En la escritura ha hallado José F. Peláez (Valladolid, 1978) una vocación tardía que absorbe buena parte de su tiempo, en pugna con la dirección ... de su agencia de publicidad y marketing Markniac MKT. En 2013 empezó a escribir en su blog Magnífico Margarito, en 2018 en El Norte de Castilla, tres años después también en ABC, y entre medias en algunos otros diarios. El décimo aniversario de su incursión en el articulismo le ha llevado a reunir una antología de sus columnas en 'Ya estoy escrito' (Ed. Península), que presentará en el Aula de Cultura el 25 de mayo en el Círculo de Recreo (19:30 h.).
–Cuenta que un 18 de julio de 2013, a raíz de su sentencia de divorcio, comenzó a escribir en su blog Magnífico Margarito. Diez años después se ha acelerado su proyección.
–Ha sido todo muy rápido. Yo creo que escribir a partir de cierto nivel profesional, cobrando por ello, no es una cosa sana. No es una afición, solo se puede hacer bien desde la obsesión. Es lo más efectivo. Hago esto porque hay un cambio radical en mi vida y la manera que tengo de expresarme a partir de un momento de dolor es escribir.
–¿Cómo es su plan de escritura?
–Cuando puedo, lo hago a primera hora de la mañana, estoy más fresco, funciono mejor. Hay un momento en el que vives en columna. Vas al cine y piensas que hay tema, vas a un entierro y también, llega un momento que aunque estés escribiendo una hora o hora y media en realidad estás trabajando 24 horas. Ponerte a escribir es el final de un proceso que ha empezado mucho antes.
–¿Cómo es de compatible con su rutina diaria de publicista?
–No lo llevo bien compaginándolo con mi trabajo en la agencia. Tengo la suerte de ser el jefe y me adapto, hay fines de semana que podría estar tocándome las narices y sigo trabajando. Lo natural es leer, divertirse, ir a cenar y no machacarse de esta manera, pero esto te pica para siempre.
–¿No vivir en Madrid y hacerlo en Valladolid le aporta una perspectiva singular para opinar en un diario nacional?
–Absolutamente. Ahora vivo los miércoles y jueves en Madrid. Allí hay una endogamia autorreferencial creo que muy perniciosa para ellos, que les hace ver España como si fuera la capital. Se tiende a ver lo de fuera como que no es España del todo, como que somos unos paletillos que no nos enteramos. El hecho de estar entre ellos pero no ser uno de ellos, de ir pero volverme, de no formar parte del todo del gran Madrid periodístico como si fuera un extraño, un 'outsider', me viene muy bien porque cojo información de allí y me vengo a trabajar a 200 kilómetros, con una perspectiva menos agresiva, más España real.
–¿Necesita un punto de indignación para escribir?
–Es bastante malo escribir desde el cabreo, la rabia, la indiginación excesiva; habitualmente salen artículos malos. Pocas columnas de calidad se han hecho desde el cabreo. Se escribe mejor desde el cinismo, con la distancia. Estoy hasta los cojones, como todo el mundo, de muchas cosas, pero no podemos acabar diciendo lo mismo que cualquier ciudadano en el bar, porque entonces devaluamos el producto y a los lectores. Se espera algo más de tranquilidad, de poso y serenidad, y en mi caso de calidad literaria, que es algo que mucha gente ahora mismo afea a los columnistas que 'escribimos bien', se nos reprocha no dar información, no estar en la actualidad. Todos los que critican el periodismo literario no saben escribir.
–¿Qué espera de la política?
–Que abandonemos el populismo de estos últimos diez años, esta polarización. Espero que la clase política recupere la sensatez, la calma, el tedio y se dedique a la gestión.
–En algunos artículos insufla historia y orgullo por sus raíces a los vallisoletanos. ¿Andamos mal de autoestima?
–En general sí, en Valladolid, en Castilla y en España andamos bastante mal de autoestima. En España nos han dado tanta caña los nacionalismos vasco y catalán que como reacción se está viendo una pequeña vuelta al orgullo. Pero en Valladolid y en Castilla, no. Hay un orgullo mal entendido, en el sentido de creer que no nos hace falta saber vendernos, mostrarnos; incluso hablar bien de ti mismo y de tu ciudad es visto como algo pernicioso, tendemos a una humildad excesiva. Yo siempre he dicho que Valladolid no tiene quien le escriba, está mal visto intentar emocionar al escribir. Yo he intentado emocionar con las cosas nuestras y la gente lo ha recibido muy bien.
–Entusiasta de la Semana Santa vallisoletana, ¿escribir tanto se ha convertido en su penitencia?
–No es una penitencia, es un placer. Escribir puede resultar a veces duro, pero es maravilloso. Cuando por fin acabas el texto, lo lees y dices 'me gusta lo que hecho', eso no tiene precio.
–Ahora que sus opiniones tienen más eco, ¿ha engordado la lista de amigos y enemigos?
–Sí, la de ambos. No tanto de enemigos como de críticas, en ocasiones despiadadas, amenazas de muerte, mentiras, injurias... diría que casi exclusivamente en redes sociales. Un columnista cobarde es como un torero cobarde, se ha equivocado de profesión, hay que asumir que hay gente que te quiere y gente que no.
'Ya estoy escrito' José F. Peláez
Editorial: Península.
Páginas: 408
–¿Se han hecho el prejuicio y y el odio los amos de la política?
–Hay mucho de eso. Hay un momento en España en el que eso ha dado votos y quien no tenía una postura radical era sospechoso. Conmigo se han metido mucho por ser moderado o intentar serlo. La gente de derechas te ve como tibio y la de izquierdas como de derechista radical.
–Como experto en marketing. ¿Qué aconsejaría a quienes aspiran a ser alcaldes?
–Que desterrasen las redes sociales, que dan su peor versión y cometen muchísimos errores por intentar epatar. No he visto ningún político que salga beneficiado de sus redes sociales. Les aconsejaría que mostraran respeto por el otro. El hecho de no deslegitimar al contrario y la convicción de que hay cosas que están por ecima de las ideas son detalles de elegancia que son bien recibidos por la gente, y más en este momento.
–Apasionado de los toros, de Morante, ¿cómo se templa el ego?
–Honestamente, yo no tengo mucho ego. Tengo bastante orgullo del trabajo bien hecho. Tengo un don y es que escribo bien. Todo el mundo hace bien algo, quizá en lo nuestro se ve más. Tener mucho ego solo por escribir bien es ser un gilipollas, el ego se tiene por criar a una hija, por cuidar de tus padres. Hay mucha gente que escribe bien, pero eso no da para tener ego, da para cierto orgullo, poco más. Tu te pones con el folio en blanco y ahí si que tienes que ser el puto amo. Pero en el momento que das al botoncito de enviar, se acabó el personaje. Y veo mucho columnista al revés, el puto amo en la calle y que escribiendo se convierte en mediocre.
–¿Aplica procesos creativos del publicista al columnismo?
–Me he dado cuenta tarde pero hay influencia, sobre todo en que intento buscar un punto de vista o una manera de contar las cosas que tiende más no a la publicidad, sino a aprovechar una ocurrencia, una idea, una gracieta. Hay algo en cada columna que dices 'joder, lo tengo, es esto'. Y es lo que busca un publicista en una campaña, el impacto, persuadir.
–Ha titulado el libro con la frase que González Ruano pronunciaba al acabar cada columna. ¿Qué siente usted tras el punto final?
–Hay dos sensaciones. Una es la de 'no sé cómo, pero has vuelto a engañar a todo el mundo'. Porque tengo el síndrome del impostor marcado, tengo la sensación de que en el fondo no sé escribir. Cuando vas venciéndolo das sensación de triunfo. Y por otra parte, cuando la columna es buena, supone un subidón inhabilitante para hacer otra cosa.
–Al final del libro ofrece 140 consejos a su hija. En uno de ellos se confiesa como un padre que «tiene miedo, amor, miserias, errores, filias, fobias, muchas dudas y pocas certezas».
–Dudas tengo casi todas, creo que la gente dogmática en general es peligrosa. Y la gente inteligente, y sobre todo la gente buena, es la que duda y tolera a los que no piensan como ellos, o no tienen las mismas certezas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.